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Ahora el día estaba nublado, cada vez más se notaba que el tiempo del invierno se acercaba.
—¿Gojo-Sensei? ¿No te dijo que saldría?— Fushiguro parpadeo un par de veces, casi detenía su caminar ante lo dicho.
—¿Una misión?
—Ajam, también me lo dijo a mi.— Intervino Kugisaki que miraba su martillo, buscando alguna imperfección o suciedad, preparándose para la misión.
Caminaban al auto con Ijichi para su siguiente caso.
—Creo que estará fuera un tiempo, una misión fuera de aquí.— Itadori asintió estando de acuerdo.
—Espero traiga recuerdos.
—¿C-cuando se los dijo?
Ambos lo miraron, lucía completamente normal, pero lograron captar un tono de urgencia.
—Antes de partir, hace dos días me lo dijo. Cuando lo encontré cerca del salón. No sabía que no te había dicho.— Dijo Kugisaki, entrando al auto.
—Conmigo fue directamente a mi habitación.—Anunció Itadori.
Fushiguro alzó ligeramente las cejas y después las volvió a bajar, negándose a soltar una mueca delatadora.
—No te preocupes demasiado, ese sujeto siempre tiene la cabeza en el cielo, seguro lo olvido.—
Es verdad que Gojo era el más fuerte y quizá nunca se lo admitiría a nadie más que a Gojo, porque todos los demás podrían creer que era irrazonable. Pero aún le preocupaba que a Gojo le pasara algo. Algo de verdad. Que todo el mundo y el mismo se confíen tanto en que nunca le pasaría nada era también un riesgo.
Sabía que su actitud arrogante lo volvía indeseable hasta para sus propios compañeros de escuela y ahora trabajo. Pero aunque Gojo era confiable, aun así le gustaba saber como estaba.
Habían sido dos días. Era una preocupación genuina, quería que él estuviera bien.
Guardó en sus pulmones el suspiro que quería salir.
El más fuerte, el de incondensable fuerza.
Quiza era tonto por preocuparse asi.
Si, seguro lo olvidó. Gojo olvidó hablar con él.
Fushiguro dejo de mirar las rocas en el piso bien acomodadas y simétricas, mientras un hilillo tiraba ligero de su corazón.
Lo olvidó.
Los tres entraron al auto de Ijichi después de un largo saludo. Kugisaki miró la tableta con la información.
Entonces si, Gojo no había mostrado señal de nada en los últimos dos días porque había salido de misión.
Pero no sabía y tampoco le avisó.
La última vez que le miró fue estando de rodillas en ese maldito salón.
Soltó un suspiro quedo, aliviado por el aire que rogaba salir desde minutos atrás y miró de reojo a Itadori.
Gojo fue directo con Itadori a decirle su despedida. Su habitación estaba a un lado de la de él ¿no es así? ¿Por qué no le dijo nada?
Es decir, no es que tuviese que decirle todo lo que hace, y no quería caer en el resentimiento de no haber sido despedido como si lo fueron sus compañeros.
Pero le molesto un poco terminar preguntando donde estaba, porque nadie más parecía preocupado y al parecer, todos sabían su paradero.
Un mensaje, una llamada, un aviso. Algo.
¿Por qué estaba tan desesperado?
Miro la pantalla de la tableta que Kugisaki les enseñaba a manera de exposición. Y apretó los labios.
Decidió no pensar en ello, puesto que ahora se debía esforzar y concentrar en la misión presente.
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La misión, como estaba resultando últimamente, fue relativamente sencilla.
En realidad, cada batalla a lado de sus amigos los hacía mejorar en coordinación en su batalla cooperativa.
Esta vez un gran hospital antiguo, en ruinas y olvidado en un bosque cercano a la ciudad, estaba siendo escenario de desapariciones por expediciones urbanas de jóvenes curiosos y amantes de lo paranormal. La gracia y aventura se perdió cuando uno de los chicos que entró ya no salió.
Olvidó por un momento cómo estaba sintiéndose al respecto. Se enfocó tanto en la misión y en las maldiciones especialmente horrorosas que el piquetito en su corazón disminuyo.
La regular costumbre de recibir golpes como el saco de boxeo que terminaba siendo en ocasiones, le causó heridas apenas visibles, así como a sus compañeros.
Fue realmente grato ver que el chico desaparecido, seguía con vida, en los más profundo del húmedo y oscuro sótano, con su cámara prensada a la piel de su mano.
Estaba en un trance de locura, ni siquiera se preguntó qué hacían otros tres chicos de su edad buscándolo. Ahí abajo con ellos, sin parecer asustados.
—Es sorprendente que siga con vida.— Le murmuró Kugisaki a Fushiguro, mientras Itadori trataba de calmar el extraño ataque de ansiedad obtuvo el chico al ser obligado a salir.
—Pienso lo mismo... Generalmente solo son atacados y muertos.
—¿Es ese tipo de maldición que prefiere vivir del temor?
—Por el lugar que es, es lo más probable.
Fushiguro debía admitir que ver que el chico sobreviviera a un ataque de tantas maldiciones, la soledad de tres días y el trauma, para ahora estar aferrado al agarre de Itadori agradeciendo la ayuda, era una novedad o hasta milagro.
Las personas y las maldiciones... Su contacto nunca terminaba bien.
Oh carajo, habia creido que saldría el día evadiendo el tema completamente.
Era tarde, había oscurecido a pesar de haber iniciado temprano, pero ahora ya regresaban a casa, después de haber llevado al joven a reunirse con su familia.
En el auto, las uñas largas de Kugisaki se estampaban en el cristal de la tableta, escribían rápido lo que sus dos compañeros le dictaban de acuerdo a la misión.
Ijichi les felicitaba por su buen trabajo mientras Itadori gritaba que ese chico tenía resiliencia con las maldiciones.
Después de unos minutos, todos soltaron un suspiro cansado y guardaron silencio.
Fushiguro recargo su cabeza en la ventana, analizando la ciudad nocturna pasando con brevedad detrás del cristal.
El frío se sentía un tanto y el calor de su respiración se marcaba en el cristal con vapor. Su mente repasaba a propósito el uso de sus shikigamis en la batalla.
Sin darse cuenta, sus ojos pasaban sobre la gente, buscando con tranquilidad e inconsciencia, esperando ver alguna cabeza blanca por ahí. Entendió que si no se mantenía ocupado o concentrado, su mente divagaba con sin fin de pensamientos.
Su mente siempre estaba rondando en el pensamiento sobre Gojo.
Y sin querer se apartaba de su realidad y su semblante parecía distante. Era sin querer, su mente dejó de pensar en la misión y todo giró entorno en que quería hablar con Gojo, en cómo se encontraba, en por que no le dijo nada y hasta en su último encuentro.
Soltó un suspiro. Sintió entonces, la cabeza de Itadori recargándose en su hombro, cayendo por el sueño.
Levantó la cabeza, dispuesto a decir algo, pero vio que en el hombro de Itadori estaba Kugisaki también.
Los miró unos largos segundos, recordando la misión de ese día a su lado. Se le escapó una ligera sonrisa y creyó que hacer lo mismo era mejor idea.
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Pero nunca me has besado (GoFushi) +18
FanfictionMegumi miro la luz de la luna entrando por la ventana. Era una noche fría, por un momento de plena disociación pensó en lo genial que sería sentir el aire en su piel, regresó su mirada a su profesor frente a él y soltó un suspiro tembloroso. Desea l...