Capítulo 4. Mejillas.

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...

..

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—Te ves horrible.—
Eso era algo que estaba escuchando bastante seguido ahora que lo meditaba.
Fushiguro abrió los ojos con un respingo, viendo a Kugisaki cerca de su cara.
—Apártate.— Gruño.
—Oye, deja en paz a Fushiguro acabamos de... ¡Carajo, Fushiguro! te ves horrible, hombre.— Él les frunció el ceño y ellos se echaron a reír.
—¿Por qué tienes tantas ojeras?— Sus compañeros estaban de pie frente a él, y aun así se veían borrosos.

Se apresuró a llegar primero al salón para poder cerrar los ojos en reposo un rato en su asiento, pero esos sujetos eran rápidos también.

—Si no fuiste a la cena de anoche, al menos debiste dormir adecuadamente. — Regaño Itadori.
—Eso fue para los tres.— Negó la chica. — ¡Debiste al menos pasar a saludar!—
Mantenía los ojos entreabiertos, con grandes bolsas negras debajo, con el ceño fruncido y la boca en mueca, su cabeza palpitaba y sentía que sus ingles, muslos y rodillas dolían con cada respiración, además de escuchar sus voces más molestas de lo que ya eran.
—Estoy bien, solo perdí mucha sangre...
Cerró los ojos y los giró de igual forma, no debía decir eso, le hacía sentir débil en extremo.

Pero la buena coordinación en su cerebro estaba defectuosa ese día, se sentía peor que en otros días. Realmente cansado.
No habia ido con Shoko-Sensei a una revisión, perdio mucha sangre, estaba molido por la misión y habia tenido sexo. Eso y todas las noches de mal sueño.
No estaba operando al cien por ciento.
—Por eso estás tan pálido... ¡Digámosle a Gojo-Sensei! Seguro comprará comida buena por eso...
Itadori se rió y asintió, mientras Kugisaki corría a su asiento a buscar en su bolso.
—¡No! carajo, no me usen de excusa para sus exigencias.
—Si se trata de ti, Gojo-Sensei compra todo lo que le pidas Fushiguro.— Sentenció Kugisaki,como si fuese lo más obvio.

Parpadeo, confundido.
—¿Qué?—
Vio como Itadori asentía estando de acuerdo.
—En lo que ese flojo tarda en llegar, vamos a ponerte estos parches en tus cuencas.— Ambos vieron como se acercaba con un pequeño recipiente azul pastel, sacando unas curiosas mascarillas gelatinosas y resbaladizas.
La chica puso la pulpa fría en sus ojeras después de pasar las yemas de sus dedos con delicadeza sobre la piel, mientras Itadori se reía, mirando la curiosa acción.
—No hagas esto...— Trato de quitarse, pero Kugisaki lo pegó al asiento.
—Vamos, te ves muy mal...— Se quedó quieto, cansado para querer hacer algo, sentía que si se movía para seguir peleando, solo se cansaría más.

Estaba bien si ellos lo notaban, era casi inevitable, pero al menos debía mantenerse frente a Gojo.

Ser fuerte.

—¿Cómo te fue con tu misión?— Ella era cuidadosa y concentrada en su toque, por lo que cerró los ojos, recargándose en su asiento.
—...Todo correcto...— Murmuró. Ensimismado por los toquecitos que le daba en las mejillas.
—Vamos, di más detalles ¿Fue a las fueras, no? por un pueblo.
—Si...

—Nanami-Sensei dijo que fueron dos de grado uno y dos de grado tres...— Kugisaki tenía su voz tranquila, pero aun salía un atisbo de asombro. No lo vio, pero sabía que Itadori sonreía igual de interesado.
—Dijo que se llevó la pelea hasta un área rocosa y así evitar muertes innecesarias.— Enfático con las manos Itadori.
—¡Vaya! ¿Dónde estaba yo cuando contó eso?
Terminó de colocar el segundo, acarició sus mejillas y rebusco en su bolsa.
—En el baño, fue cuando llegó Toge a la reunión.
—Oh, si... Ah, es verdad ¿Donde te heriste?
Preguntó, empujando su hombro.
—En ningún lugar en particular.— Su voz salía ya relajada y sus dos amigos notaron su somnolencia, ya no parecía querer abrir los ojos y los toques cuidadores de la chica lo relajaron.
—¿Dónde está la herida sangrienta?— Itaodori hundió los ojos.
Él negó despacio.
—Hemorragia, nasal y oral... Demasiada...
—Energía maldita.— concluyeron ambos, Itadori y Kugisaki se miraron un momento y regresaron la mirada.
¿Que tan cansado debía estar para quedarse dormido así y tan rápido?

Lo miraron unos largo segundos, esperando que con su silencio él se volviera a mover, pero parecía que conforme más pasaban los segundos más se dormía.

—Sus pestañas son muy largas...— Dijo Itadori, ladeando la cabeza.
La chica rondo molesta a su alrededor, pasando sus manos por su cara, esperando una reacción.

—Si...
Ambos le dedicaron una larga mirada.
Itadori estaba por hablar, cuando Kugisaki se adelantó.
— ¿Cómo se verá con maquillaje?— Susurro, apretando su bolsita de cosméticos al pecho.
—¡Ey! no lo molestes con eso.— Se rió Itadori. —Se podría molestar mucho, estaría muy enojado.
—Solo lo ayudaré a verse como si no tuviera anemia.— Aseguro, como si fuese una verdadera necesidad que debía cumplir. Saco rubor, polveado con la brocha y aplicando con cuidado debajo de las mascarillas, en sus mejillas.

Fushiguro realmente dormía, no podía existir otra razón por la que se dejase hacer eso.
Kugisaki se mantenía de pronto concentrada.
—Al menos que no parezca un payaso...
—¡Callate! el estilo natural es lo mio... el punto es que se vea bonito...—Itadori frunció los labios en desacuerdo. Vio como sacaba unos tubitos con líquido color piel y aplicaba con cuidado por su piel, después polvebaba todo su rostro con cuidado.

Levantó un poco la cejas al ver como después de unos segundos realmente no parecía llevar nada puesto y aun así su rostro se veía más iluminado. Menos anémico, como dijo ella.
Itadori levantó una ceja al ver como la chica se acercaba a sus pestañas con un extraño artefacto metálico.

—Ahh, será difícil si tiene los ojos cerrados...— Gruñó, guardó el enchinador de pestañas, tomando un bálsamo y lo pasó con cuidado por sus labios, abriéndose un poco ante el movimiento.
Kugisaki estaba conteniendo una risa en sus mejillas, estaba divirtiéndose.
—El gran Fushiguro está tan tranquilo...— Era una verdadera hazaña molestar así a su antipático amigo. Incluso se permitió pensar que su rostro era delicado.

Pero Itadori mantenía la vista fija en la acción, incapaz de sonreír.

—Ese solo hidrata, ahora un color ¿le iría bien el rojo?— Ambos estaban cerca de su rostro y ella parecía divertirse buscando en su bolsita...

Sin embargo Itadori tenía una extraña sensación en el pecho. Algo de toda la situación no debía estar bien, pues hacía estragos en su mente.

Algo completamente ajeno.

Fueron milisegundos, trato de pensar en que estaba pasando, porque de repente se sentía extraño, pero pudo percibir casi lentamente como Kugisaki acercaba el aplicador hasta los labios de su amigo.
Puso la tinta roja sobre sus labios.

Y por un breve momento, casi inexistente, sintió que los dos ojos debajo de los suyos se abrieron.

Mirando.

—Ugh...
—¿Itadori?— La castaña sostenía su celular, lista para tomar una foto, bajo la sonrisa al ver al chico sostener su cara con el ceño fruncido, como si le doliera la cabeza.
—¿Qué sucede chicos?
Ambos gritaron, saltando a un lado por el repentino aparecimiento de Gojo detrás de ellos, Fushiguro abrió los ojos y se incorporó alerta. Gojo bajo la sonrisa y les miró, entonces Kugisaki se echó a reír, apuntando con su dedo el rostro de Fushiguro.

El señalado la miró y después miró a Gojo, que mantenía las cejas levantadas con una sonrisa que comenzaba a formarse en sus labios.
Miro a Itadori, pero este miraba a otro lugar, escondiendo el rostro y entendió de inmediato que él era la burla.
Se levantó y los parches debajo de sus ojos cayeron a la mesa.
—Tus pestañas se me escaparon, se hubieran visto lindas.— Aseguro la chica y Fushiguro paso sus manos por su cara, al sentir húmedos sus labios.
—¡Kugisaki! Mierda te dije que...
—Pero te ves bien, Megumi.— Agregó Gojo con una sonrisa, palmeando la cabeza de la castaña, la cual se reía ahora con él.
Les frunció el ceño con fuerza y apretó los puños, parecía que los golpearía a ambos.
—¡Los hubieras detenido!— Gritó Fushiguro, mirando a Itadori, pero él seguía mirando a otra parte. Chasqueo la lengua y camino, dispuesto a salir al baño.
—Préstale tu falda Kugisaki, si me quedó a mi, le quedará a él.

Fushiguro casi se detiene ante el comentario, pero decidió seguir, saliendo rápido.
—A ti también te queda bien Gojo-Sensei.
Carcajeo la chica, recogiendo sus cosas y los parches.
—Eso es verdad.— Silvo, mirando de soslayo el notable sonrojo que Itadori tenía, eso y la gran nota de confusión en su rostro.

Como si no supiera qué pasaba.
Como si tuviese una conversación interna pesada.

—¿Cómo es que se dejó hacer eso?— Gojo sujeto a ambos chicos de sus hombros, atrayendolos.
—¡Ah! cierto, el se ve realmente mal, creo que esta por enfermarse ¡Así que rápido! ¡Y dale buena comida!
Itadori casi golpea la cara con su mano ante la sugerencia tan directa, sacudió su cabeza, alejando los rastros de la voz en su cabeza que le dieron una idea aterradora.

—Él parece estar débil y cansado, estaba durmiendo y Kugisaki aprovechó para...
—¡Tú no me detuviste! Eres cómplice por completo.— El pelirosa sintió el apretón de mano en su hombro por parte de Gojo.
—Eso es cierto.— Le sonrió. Itadori retrocedió un poco, sintiéndose aún más extraño.
—Iré por él.— Levantó los hombros, mirando la puerta.

Gojo le detuvo.

—Yo iré.— Canto, levantando el pulgar.— Después de la misión de hoy podemos ir a un restaurante.
Ambos chicos se miraron y celebraron, juntando sus manos y brincando.
Sin mucho esfuerzo habían obtenido lo que querían.

...

Pero nunca me has besado (GoFushi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora