Capítulo 6. El bosque me susurro.

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—Entonces ¿De verdad está bien?— Panda miraba la cantidad considerable de comida recién traída por el repartidor, en la sala de convivencia, con sus compañeros.
—Preguntar eso una vez que ya ordenamos, no tiene sentido. — Maki descruzó los brazos. Sacando comida de las bolsas.
—Realmente pidieron comida de diferentes restaurantes.— Itadori miró a Fushiguro dudoso, como si hubiese sido demasiado, el más alto asintió con seguridad.
—¡Nuestro profesor es amable! Solo coman y no se quejen.— Alardeó Kugisaki, feliz con el sushi y sashimi fresco de un restaurante caro.
—Salmón.

Itadori se acercó a Fushiguro. Sus compañeros de segundo y ellos compartían alimentos en su salón de recreación, absortos por el banquete.

—¿Gojo-Sensei invito todo esto?— Le susurró. Fushiguro levantó los hombros, casi indiferente.
—Él me pidió que lo hiciera. Dijo que les invitase a todos.—
Fushiguro sacó un plato y se lo dio a Itadori, el cual lo tomó con agradecimiento y le sonrio amplio.
—Bueno, entonces, gracias a Fushiguro y a Gojo-Sensei por la comida.— Todos corearon con Itadori y comenzaron a comer.

Compartieron chistes y alimentos.
Incluso se permitieron bromear en recordar cuando comieron las albóndigas que preparó Fushiguro con la receta que Itadori le enseñó.

—¡Cielos! ¿De verdad recuerdas la receta?— Itadori le abrió y cerró los ojos, pestañeando con timidez y conmovido, bromeando. Fushiguro le apretó la cara.
—Saben bien.— Aclaró, soltandole la frente.
—Fushiguro es bueno cocinando.— Recocido Maki, limpiando sus comisuras. —Siempre creí que sería un consentido, teniendo al estupido vendado siempre comprandole todo.—
Soltaron una risa al ver escuchar el jadeo indignado de Fushiguro.
—Que algún día nos prepare estofado. Se acerca el invierno.— Intervino Kugisaki, queriendo cambiar el tema.
—Hojuelas de bonito.
—Debimos comprar ingredientes en vez de comida.
—¿Cómo es que sabes cocinar tan bien?— Preguntó Panda. Todos masticaron con simulación. Ahora era relativamente obvia la situación de Fushiguro, aunque nadie se detenía a sentir lástima por él.
Él sabía cocinar y atenderse tan bien, porque siempre había tenido que hacerlo.

—Mi hermana me enseño.— Respondió con tranquilidad y todos asintieron. —No les cocinarte.— Agregó, apuntando con sus palillos.
—¡Ah! ¿Por qué no?— Arrastró Itadori, jalándole la chaqueta.
—Son demasiados.— Frunció el ceño, mientras masticaba. —Tendrán que ayudar si quieren algo de eso.— Soltaron risas y abucheos.

—¡Ah! ¡Inumaki! No le des de mi comida al animal.— Gritó Kugisaki.
—¡Oye! También quiero probarlo. Además ¡¿Animal?!
—Hojuelas de bonito.
—Él ni siquiera lo necesita.— Apoyó Maki.
—¡No habían tenido problema con que yo comiese antes!
—¡Pero no un sashimi tan caro!
—¿¡Ahhh!?

Itadori miró de soslayo a Fushiguro, que apretaba los labios por la gracia de escena que hacían sus compañeros.
—¿Ya estás mejor?— Le pregunto Itadori, mientras masticaba, Fushiguro le miró con la ceja levantada. —No viniste el día de ayer.
—Ah, si, solo... Estaba cansado.— Itadori asintió varias veces.
—Me alegro, amigo.
—¿Ah?
—Me refiero, que tengas la oportunidad de descansar.— Levantó las manos. Fushiguro asintió.
—¿Te dijo el profe cuánto duraría su misión?—Pregunto Itadori mirando el plato de Fushiguro con curiosidad.
—Tres días.— Murmuró.
Esa noche, al parecer tenía tanta prisa en irse porque ya estaba tarde para una misión agendada más temprano, eso le dijo al día siguiente.

Lo había estado evitando un tanto, evitando sus mensajes y evitando pensar en él.

Se encontraba como siempre, con sus sentimientos revueltos, había sido una buena noche, en lo que al constar hacer eso con él, le gusto mucho.
Fue demasiado bueno en realidad, recordarlo hacía que sus muslos se tensaran. Se había sentido tan íntimo tenerlo de frente y aun cuando no pudo verle la mayor parte del tiempo, pudo escuchar su respiración de cerca, pudo sentir su pecho y admirar los latidos de su corazón.
Pudo sentir su piel en sus labios y abrazarlo tan fuerte como para meterlo en su pecho y dejarlo ahí.

Pero... Se sentía terriblemente desilusionado.

Al despertar al día siguiente, estaba tan molesto por que lo durmió con el toque de su dedo y por qué usó el infinito. Es decir, sabía que era problemático dejar marcas... Pero, pudo haber usado el ritual inverso, o cubrirse con su chaqueta. Algo.

Lo que sea.

Pero si usaba su infinito ¿No era como luchar? ¿Por qué cubrir algo así? ¡No estaba en una batalla como para cubrirse!

Y eso de dormirlo con su toque... mierda.
Lo hizo sentir como algo utilizable. Le daba la impresión de que Gojo se exasperó y acudió a eso.

Fue como tenerlo en su totalidad pero a la vez.
No tenerlo en absoluto.

Al final no fue a la preparatoria al día siguiente como se lo dijo, por que tenían que esconder que estuvieron juntos.
Gojo se fue de misión y se suponía regresaba mañana o pasado mañana.

Su vista se posó en Itadori que al parecer le había estado contando sobre el día de ayer. Los ojos de su compañero se volvieron a posar en su plato. Fushiguro recordó que le gusta el arroz con guisos. Le dio su plato y estiró su mano para alcanzar algo de agua.

Itadori le sonrió y le ofreció sus Gyozas.
—Tienen jengibre.— Itadori le susurró, sabía que le gustaba. Fushiguro asintió, con una ligera sonrisa.

Itadori tarareo, comiendo arroz.

¿Sientes eso?

Itadori parpadeo, levantando la mirada, ninguno de sus amigos le miraban, por lo que de verdad solo le estaba hablando a él.
Se alarmó un tanto ¿a que carajos se refería?

Te dio sus palillos. Y tú solo lo recibiste.

Itadori frunció el ceño y miro los palillos. El tono neutro pero sarcástico del demonio le molestaba.

Él tiene tu cuchara. Su saliva está en tu boca y la tuya en la de él.

Itadori soltó un suspiro poco disimulado y se molestó en su interior. Le sonrió a Kugisaki cuando le pidió confirmar una historia de su misión.
—¿No es así, Itadori?
—Si, lo es...

Sukuna había estado jodiendo, molestando en serio en su mente últimamente con el tema de Fushiguro.
Con el tema se refería a la surreal idea de besar a Fushiguro.

Desde que Sukuna se apoderó de su cuerpo y tuvo una pelea mortal, literalmente, con Fushiguro, el rey de las maldiciones había mantenido una fijación peculiar sobre su compañero.

Le interesaba e integraba, al menos eso podía percibir Itadori.

Pero le ordenó que lo besara. Así como así, así de la nada. Le sorprendía y perturbaba que Sukuna tuviera esa clase de fijación en su amigo.
Cuando Kugisaki estaba pintando sus labios con tinta ese día que su amigo estaba muy cansado, sintió un golpeteo en su pecho, como aire atorado y la voz fuerte de Sukuna le ordenó probar sus labios.

No era asustadizo, el problema no era besar a un chico, pero mierda, sencillamente no quería hacerlo. ¡Se trataba de su amigo y compañero!

Se trataba de una idea de Sukuna.

Él chico que le contó la verdad de la hechicería, su primer compañero... Él que prefirió recurrir a su sentido común cuando se rindió y le entregó su sentido a Sukuna... Fushiguro pudo matarlo aquel día y no lo hizo.

Se negaba a que Sukuna siguiera interviniendo con su amigo.

Le molestaba que Sukuna drenara esos "sentimientos" molestos con su voz mandando mensajes subliminales.

El hecho de tener que utilizar tu hocico me resulta repulsivo. Pero, lo haré.

Itadori bajo su plato, cerrado sus ojos ahora.

—Cierra la boca, mierda...

Fushiguro giró su mirada hacia él, notando que el pelirosa tallaba sus ojos con el ceño fruncido.
—¿Qué te pasa?
Levantó la mirada negando levemente, estaba por sonreírle, pero sus ojos y los ojos debajo, se fijaron al instante en sus labios, inconscientes.
—¡Ahg!— Apretó los ojos y bajó la mirada. —Lo siento.— Regresó la mirada y todos le miraban con pose de ataque, pegados a las paredes de la habitación.
—Sus ojos.— Remarcó Maki.
—¿Eres Itadori?— Se atrevió a preguntar en un susurro Kugisaki.

Itadori levantó las manos.
—¡Lo siento chicos! Estas porquerias se abren así, a veces.— Itadori no se atrevió a mirar a Fushiguro y espero paciente a que se calmaran.


...

Pero nunca me has besado (GoFushi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora