02. Platónico

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Llegué a mi casa el siguiente día después de la escuela. Sigo pensando en Danielle. Hoy la atrapé mirándome durante clase de Ciencias, y luego ella me atrapó a mí mirándola. No sé qué juego sea este.

¿Por qué siempre hace eso? A veces trato de evadirlo para que no piense que me gusta o algo, pero no lo puedo evitar.

Ya comí hace rato, pero hay pastel de fresa en el refrigerador, creo que probaré un poco.

Fui a la cocina y encontré a Dahyun comiendo pastel y a mi madre viendo su celular. Abrí la puerta del refrigerador y saqué la caja de plástico en la que estaba el pastel.

—Haerin, recién comiste —me volteó a ver mi madre.

—Sí... ¿Qué tiene?

—No puedes comer tanto, vas a subir de peso y toda la ropa que compras no te va a quedar.

—Pero Dahyun está comiendo —Dahyun nos observaba atentamente, sin hablar.

Tardó un momento en contestar:

—Bien, puedes comerlo —me lo permitió—. Pero no quiero que todos los días comas tantas cosas.

Asentí y empecé a comer en silencio. Mi madre hizo una cara de desagrado hacia su celular.

—Los jóvenes de ahora piensan que ser homosexual es algo positivo, al parecer... —opinó de repente.

—¿A qué te refieres? —le cuestioné.

—Sí, ya sabes, siempre con sus banderitas y sus cosas, sus padres deben estar avergonzados.

—Tal vez los apoyan.

—Pues qué malos padres serían esos, no guían a sus hijos hacia el camino correcto.

Mi madre tiene unas opiniones muy conservadoras, pero no puedo contradecirla.

—¿Tú qué opinas, Dahyun? —le preguntó.

—¿Qué? —casi se atraganta— Yo...

Dahyun tampoco puede contradecirla, y no quiero que mi mamá sepa que su opinión es diferente a la de ella, así que tosí para distraerla.

—Creo que tengo tos, ¿hay medicina?

—Sí, está en mi habitación —apuntó con su cabeza hacia la puerta de salida de la cocina.

—Vamos, Dahyun —la tomé de la muñeca para irnos—. Ayúdame a buscarla.

(...)

—Necesito su ayuda —nos buscó Minji urgentemente en la escuela al siguiente día.

Danielle estaba a mi lado, estábamos en una banca, no había clases porque había un partido en el campo de baloncesto de la escuela, y era opcional ir.

—¿Qué pasa, Minji?

—Pues... No sé a quien más puedo recurrir para esto -se veía nerviosa—. Lo consultaría con Hanni, pero ella...

—Suéltalo —le dijo Danielle al ver que Minji dudaba.

—Me gusta Hanni —reveló al fin—. Pero es que no sé si decirle.

—Ya lo suponía —reí.

—Yo opino que le digas, igual ya se nota que le gustas —la aconsejó Danielle.

—¿Qué? —sus ojos se abrieron como platos— ¿A qué te refieres? ¿Le gusto?

—Lo sé, Minji. El otro día me contó de ti muy apasionadamente durante un largo rato.

little miss perfect | daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora