— Eres una grosera.
— Y usted una bruja estafadora, pero no estamos para ponernos sobrenombres.
Wednesday se hallaba en el interior de la tienda que le describiera Ajax cuando lo empujó a decirle donde había conseguido ese libro maldito.
— Querida —habló— ¿crees que yo le puse un embrujo a ese libro? Para nada, tu amiguito vino aquí y simplemente la surtí de uno de mis tantos artículos para resolver problemas desesperados.
— Su estúpida baratija tiene desmayada a una joven... no me parece para nada inofensiva.
— Bueno así debe ser, ahora su mente vaga por los cuentos de hadas extrayendo las mejores memorias románticas que la harán enamorarse de su príncipe —con el aire tan falso con el que lo dijo Wednesday solo atinó a bufar.
— No voy a permitir que le laven el cerebro.
— Ah... —al leer perfectamente la reacción sonrió de lado— ¿hubieras preferido ser tú la que comprara el libro para ella?
Movida por su impulso la navaja de Wednesday se posicionó con efectiva rapidez sobre la vieja mesa de madera, la gitana tragó saliva ya que falló a su mano por un par de centímetros.
— ¿Puede o no puede interrumpir la maldición?
— Ella debe cumplir con cada uno de los propósitos de esos cuentos antes de despertar, así que solo podrás observar mientras es consumida hasta la última línea de tinta.
Cuando Wednesday intentó enfrentarla una pequeña humareda invadió la tienda y acto seguido había desaparecido. No tenía tiempo para trucos baratos.
De regreso a la habitación el libro nuevamente había movido sus páginas.
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La sirenita.
Había una vez en el fondo del océano un reino habitado por sirenas y tritones, el rey que gobernaba tenía muchas hijas de extrema belleza y muy virtuosas, entre ellas la última destacaba también por su melodiosa voz, ella era la sirenita Enid.
Cuando cumplió la mayoría de edad se le concedió la oportunidad de visitar la superficie por primera vez y así disfrutó del día, llegado al atardecer cuando planeaba volver al castillo notó que una terrible tormenta se desataba cerca a un barco.
El pobre navío tenía las de perder cuando la gente desesperada se aferraba inútilmente, su padre le había advertido no intervenir en cosas de humanos pero ella no pudo resistirse cuando notó que una joven en su intento de salvar a un pequeño cayó presa del movimiento al fondo del mar.
De inmediato Enid nadó con fuerza hasta lograr alcanzarla.
Con cuidado logró llevarla a tierra firme y a sabiendas de que su padre le regañaría se quedó con ella tarareando pequeñas melodías hasta el amanecer, se quedó maravillada por su belleza pero tuvo que huir al escuchar a unos hombres acercarse mientras gritaban su nombre.
— ¡Princesa Wednesday!
Al instante mientras se hundía y nadaba con fuerza camino al castillo Enid reaccionó, conocía ese nombre, esa chica no era una extraña, ella era... ¿por qué no podía recordar quién era?
Mientras se ocultaba de los guardias que de seguro pretendían llevarla donde su padre decidió cambiar de rumbo para visitar a la vieja bruja del mar, ella tal vez tendría una forma de ayudarla.
— ¡Querida! —habló la bruja luego de haberla escuchado— ¿Entonces tu deseo es visitar a esta joven entre los humanos? ¡No hay problema! Pero a cambio ¡deberás pagar un precio!
— ¿Cuánto necesitas? —murmuró.
— Oh no es mucho lo que pido, solo es una insignificancia... lo que quiero es tu voz.
— ¿Mi voz?
— ¿Qué comes, que adivinas? No hablarás, ni cantarás. Entonces ¿Qué dices?
— Lo haré
Y aunque la bruja le advirtió que terribles cosas pasarían si no lograba conseguir el amor de la princesa ella no retrocedió ante su deseo de tener piernas humanas para visitarle y estar cerca una vez más.
Cuando tomó la pócima fue llevada a orillas del mar, su cuerpo envuelto en harapos que logró encontrar por ahí para cubrirse, completamente sola, angustiada y sin poder gritar por ayuda.
Pero Wednesday la encontró, al verla en ese estado intentó preguntarle quien era pero ella simplemente hizo gestos desesperados, la joven princesa la tomó entre sus brazos y la llevó al castillo.
Mientras el tiempo pasaba y sentía que se hacían más cercanas la joven sirenita vivía aterrada con la idea de perderla algún día, y dicho temor se hizo realidad cuando al castillo llegó una lista de pretendientes para Wednesday, casi podía sentir que era demasiado tarde.
Una de esas noches en los que la princesa salía de paseo con uno de los pretendientes la sirenita decidió caminar por la orilla del mar, extrañaba a su padre, a sus hermanas y la gente del mar, se abrazó a si misma deseando morir y convertirse en espuma de mar, quizás eso le alejara del dolor que se había anidado en su corazón.
Sintió que unos pasos se acercaban y vio a Wednesday correr hacia ella con el rostro preocupado y tomándola de los hombros habló.
— Me dijeron que te habías ido y nadie supo decirme dónde. ¿Por qué?
Ella solo respondió agachando la mirada.
— ¿Acaso aborreces mi compañía?
Enid no pudo soportarlo más y lloró, lloró en silencio frustrada por no poder decirle quien era, triste porque sabía que no sería correspondida y angustiada porque sabía que en el fondo ella no solo era la princesa Wednesday, algo las había traído a ese lugar y en esas vidas, eso era. Estaba perdida.
Mientras su propia mente la consumía, la princesa no pudo evitarlo más, queriendo complacer a su reino hacía días había comenzado la búsqueda de una compañía a su lado para gobernar, que tontería, todo lo que necesitaba llegó a su vida sin si quiera pensarlo y ahí estaba tratando de ignorar ese sentimiento tan importante.
Sin detenerse a pensarlo más alzando su mentón bañado en lágrimas la besó, el sabor salado se entremezcló con lo dulce de sus labios y rogó al señor de los mares que ella no la odiara por haberse atrevido a robarle ese momento.
— Te amo, Enid. Quédate conmigo. —murmuró
Y todo se desvaneció.
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OFF:
La sirenita es de mis pelis favoritas.
Saluditos.
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Reto Kisspril 2024 - Wenclair
Любовные романыEnid recibe un extraño libro de cuentos de hadas para princesas desesperadas. Reto de la página "Es de fanfics" Contaremos 8 historias Wenclair de máximo 1000 palabritas. Adelante.