7. Beso de la vida

227 35 0
                                    

Érase una vez un rey y una reina que vivían muy tristes en su Castillo pues luego de muchos años se dieron cuenta que no podían tener hijos y lo anhelaban demasiado, así pues fueron avisados de un estanque mágico que cumplía deseos desesperados.

Es así que la pareja fue hasta el lugar sin demora y mientras la reina se bañaba en las aguas del estanque deseó profundamente poder tener una hija, una que pueda cuidar y amar con todo su corazón.

Sin previo aviso una rana saltó a la cabeza de la mujer y cantando unas palabras en algún lenguaje desconocido finalizó diciendo que aquello que había deseado se cumpliría al caer la primera luna llena de ese mes.

Con alegría los reyes volvieron al Castillo y tal como lo había predicho la rana sucedió, la reina estaba embarazada y así todo fue felicidad entre los habitantes desde el más humilde hasta el más rico, no había persona que no celebrara que por fin la alegría sería eterna en ese lugar.

Cuando la princesa Enid nació todos fueron invitados a la presentación oficial, incluso las hadas del reino fueron invitadas, aunque de todas había una que el rey olvidara invitar y resentida ella se presentó al palacio.

Pronto, llegó el momento en que las hadas le entregarían a a la pequeña sus mejores deseos:

Que crezca y se convierta en la mujer más hermosa del mundo —dijo la primera hada.

Que cante con la más dulce y melodiosa voz —dijo la segunda hada.

Cuando le tocó el turno al tercer hada de hablar fue interrumpida por aquella que había sido olvidada, esta movida por todo el resentimiento que su corazón le permitía albergar en sus palabras dijo señalando a la dulce recién nacida: 

Cuando la princesa cumpla dieciocho años se pinchará el dedo con una aguja y ese será su final.

El rey, la reina y todas las personas que estaban ahí quedaron tristemente sorprendidas, le suplicaron al hada que los disculpara por no haberla invitado y se retractara, pero se negó y marchó ofendida.

Había una última hada que faltaba por presentar su deseo, así que queriendo ayudar a la pequeña, le dijo al rey y a la reina:

— No puedo deshacer las palabras pronunciadas, pero puedo cambiar el curso de los eventos: la princesa no morirá cuando su dedo se pinche con la aguja, pero caerá en un sueño profundo hasta que pueda ser despertada por un beso de amor verdadero.

Al escuchar esto el rey y la reina se sintieron mejor, creyendo que existía la manera de detener el destino, el rey prohibió a todos los habitantes del reino utilizar agujas.

Con el paso de los años la princesa creció y se convirtió en una niña amable y de dulce corazón, cuando cumpliera sus dieciocho años mientras regresaba a casa luego de pasear contenta por el bosque, encontró a una vieja anciana recostada sobre el tronco de un árbol bastante concentrada con un pequeño artefacto que ella jamás había visto.

¡Buenas tardes! —saludó Enid— veo que tiene problemas con algo. ¿Puedo ayudarla?

Buenas tardes mi joven princesa, una pobre anciana como yo que no es capaz de enhebrar este hilo por sus manos tan temblorosas.

¿Puedo intentar ayudarla? —le preguntó.

¡Por supuesto! —respondió la mujer quien en secreto no sabía que era la hada olvidada que había regresado para hacer cumplir su deseo sobre la princesa.

Ella al tomar la aguja se pinchó el dedo y cayó, como estaba destinado, en un profundo sueño, la hada resentida la llevó al palacio y se burló del rey y la reina por haber creído que escaparía de su desafortunado destino.

El hada que antes había prometido que no sería el fin de la princesa llegó para ayudar a los reyes y les ofreció crear un encantamiento para que todo el reino durmiera hasta la llegada de aquella persona que pondría fin a esa maldición, ellos aceptaron y así fue que todos en aquel lugar cayeron, uno a uno producto de un profundo sueño.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Wednesday era una joven princesa en un reino muy muy lejano que disfrutaba pasar sus tardes en los límites de las tierras de su padre el rey paseando y explorando, conforme crecía solía llegar más y más lejos siempre bajo la atenta mirada de la guardia personal.

Un día de otoño, al cumplir sus dieciocho años logró llegar a las tierras del castillo vecino, luego de prometer a la guardia que solo exploraría la zona se le fue permitido continuar.

Al caminar más al interior de ese terreno desconocido notó que en ese lugar el silencio era bastante denso, sin ruidos de animales o personas, solo la naturaleza espesa.

Cuando pudo llegar hasta llegar a la entrada del castillo vecino se percató que todas las personas se hallaban dormidas, bajó del caballo y se topó con un hada.

¡Una princesa! —chilló la criatura mirándola de pieza a cabeza— Aunque debo reconocer que esperaba un príncipe.

¿Dónde está?

Entonces ¿sabes a quién vienes a buscar?

Si, solo dime dónde está.

Sigue subiendo a la torre más alta y la encontrarás.

El hada le permitió continuar y al llegar al lugar indicado la notó recostada sobre su cama, respirando en calma. Wednesday sintió alivio en el corazón y se arrodilló a su lado, acariciando con cuidado sus cabellos.

Cuando el hada la alcanzó al verla le dijo.

¿No vas a besarla?

No

Pero si no lo haces, ella eventualmente morirá.

¿¡Qué!?

Es su destino, perecer si el beso del amor verdadero no llega a su vida.

Wednesday se mordió el labio frustrada, entre sacarla del libro con vida y enamorada de Ajax o muerta... no había mucho que pensar.

Y acercándose a su rostro la besó rozando sus labios con cuidado, deseando desde el fondo de su corazón que si tuviera un deseo, sería que todo eso acabara con un final feliz.

Enid abrió los ojos sorprendida mientras el lugar se desvanecía frente a sus ojos.

OFF:

Mañana acaba. 

Reto Kisspril 2024 - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora