Chapter IV

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CHAPTER FOUR
"invernadero"

El primer sábado desde que había empezado su último año estaba siendo inusualmente caluroso, todos habían decidido disfrutar del sol. Los jardines de Hogwarts se veían salpicados de pequeños grupos de estudiantes dispersos aquí y allá, charlando y riendo bajo el cálido abrazo del sol. Mientras tanto, Frey prefería el fresco refugio del invernadero, rodeada de plantas que tanto le recordaban a su hogar. Paseaba entre los pasillos de vegetación con su camisa del colegio ligeramente desabrochada y manchada de tierra, una señal de su entusiasta labor. Sonreía cada vez que una mariposa revoloteaba cerca, completamente absorta en su elemento.

Desde la lejanía, en una torre cercana al invernadero, Tom Riddle observaba la escena con una mirada contemplativa. Estaba flanqueado por sus "amigos", los caballeros de Walpurgis, que seguían sus gestos con interés.

-Mira a Frey, siempre tan absorta entre sus plantas -comentó uno de los compañeros de Tom, señalando hacia el invernadero donde Frey paseaba alegremente entre las filas de plantas exóticas.

-Es un poco extraña, ¿no crees? -añadió otro de los amigos, riendo suavemente. -Pero hay algo en ella, algo... magnético.

Abraxas Malfoy, que había estado observando con una mezcla de diversión y desdén, soltó una carcajada.

-Es divertido ver cómo se molesta cuando le juegas bromas, Tom. Deberías ver su cara, se ilumina como un fuego fatuo -dijo con una sonrisa maliciosa.

-¿No será que en realidad te gusta, Abraxas? -bromeó otro de los muchachos, empujándolo ligeramente. -Siempre estás tan atento a lo que hace o deja de hacer.

Los demás rieron, pero Tom se mantuvo en silencio, su atención fija en Frey. Aunque no participaba en las bromas, algo en la forma en que Frey se movía libremente entre las plantas capturaba su interés. No era solo la curiosidad o la posible utilidad de tenerla como aliada lo que le mantenía atento, sino algo más difícil de definir, una mezcla de respeto y cautela ante su evidente pasión y libertad de espíritu.

-Tonterías -replicó Abraxas, aunque su rostro se endureció un poco al escuchar la sugerencia. -Simplemente es entretenido ver cómo reacciona. Además, su hermano y sus líos con esa muggle... es demasiado fácil sacarla de sus casillas.

Abraxas, notando el silencio de Tom, volvió a centrar su atención en él, tratando de leer su expresión.

-¿Qué piensas, Tom? ¿No sería divertido ver hasta dónde podemos llevarla? -preguntó, medio en serio, medio en broma.

-Ella podría ser útil, sabe mucho, es inteligente -murmuró finalmente Tom, más para sí mismo que para sus compañeros, mientras consideraba las implicaciones de mantener una relación más cercana con Frey. -Quizás deberíamos tenerla cerca, más como amiga que enemiga.

Los amigos asintieron, algunos más convencidos que otros, mientras seguían observando desde la torre. Tom sabía que cualquier amistad con Frey no sería convencional, pero era un juego de poder y protección, una forma de mantener sus secretos a salvo mientras continuaba con sus planes más oscuros. Mientras tanto, Frey, ajena a los ojos que la vigilaban, continuaba inmersa en su mundo de plantas y mariposas.

Mientras los demás reflexionaban sobre sus palabras, Tom se alejó de la ventana, dejando atrás la vista del invernadero y a Frey en su mundo de verde y sol, una figura brillante que, sin saberlo, ya estaba más entrelazada en sus planes de lo que cualquiera de ellos podría imaginar.

•••

En el fresco silencio de la biblioteca de Hogwarts, las sombras de la tarde comenzaban a alargarse entre los estantes repletos de libros. Tom Riddle había elegido este lugar y momento con precisión, sabiendo que Frey solía pasar aquí sus tardes buscando respuestas sobre la muerte no resuelta de su amiga Lily. Con una mezcla de curiosidad y cálculo frío, Tom preparó el escenario para su encuentro.

Frey, con su característica cabellera desordenada y ojos vivaces, recorría los pasillos de la biblioteca, sus dedos deslizándose sobre los lomos de los libros en busca de uno en particular. No notó la presencia de Tom hasta que él se materializó a su lado, casi como si se hubiera conjurado a partir de las sombras mismas.

-Buenas tardes, Frey -dijo Tom con una voz suave, pero cargada de un propósito oculto-. ¿Buscando algo en particular?

Frey, sorprendida pero no intimidada, le devolvió la mirada directamente.

-Lo siento... no te había visto. Sí, estoy buscando algo sobre... viejas leyendas de Hogwarts -respondió, improvisando ligeramente para no revelar su verdadera intención.

Tom asintió con una sonrisa encantadora, el brillo en sus ojos oscuros apenas perceptible.

- A veces, los misterios del pasado son los más difíciles de dejar ir, ¿no crees? -dijo, cerrando la distancia entre ellos un poco más de lo necesario.

Frey sintió una mezcla de alerta y atracción, consciente de la cercanía de Tom y del efecto casi magnético que tenía. Su carisma era palpable, y ella se encontró respondiendo a pesar de sus reservas.

-Es cierto. Hay cosas que simplemente necesitan ser resueltas, para que uno pueda seguir adelante -admitió, su voz cargada de un significado más profundo.

Tom inclinó la cabeza, como si estuviera evaluando cada palabra. Luego, con una mirada que casi parecía conocer sus pensamientos más profundos, se movió para ayudarla a alcanzar un libro en un estante superior.

- Te ayudo -dijo suavemente. Mientras extendía el brazo, su mano rozó la de ella, un contacto breve pero eléctrico.

Frey se sobresaltó ligeramente, la intensidad del momento la tomó por sorpresa. Tom, sin embargo, parecía completamente en control, su expresión tranquila.

-A veces, encontrar las respuestas correctas requiere de un poco de... ayuda -comentó, entregándole el libro con un gesto que rozaba lo teatral.

Frey tomó el libro, sus ojos aún fijos en Tom, tratando de descifrar las sombras que jugaban detrás de su fachada encantadora.

-Gracias, Tom. Aprecio la ayuda -dijo, poniendo una distancia cuidadosa entre ellos.

Tom la observó mientras ella se alejaba, un plan formándose en las profundidades de su mente maquinadora. Sabía que mantener a Frey cerca, bajo su influencia, era crucial. No sólo para monitorear sus investigaciones sino también para manipular los hilos de su curiosidad de manera que nunca se acercara demasiado a la verdad oscura que él guardaba celosamente.

Con la distancia física entre ellos, Frey se sumergió en el libro, tratando de concentrarse en las palabras impresas en las páginas, pero su mente estaba llena de pensamientos tumultuosos sobre su encuentro con Tom. Había algo en él que la intrigaba y la inquietaba al mismo tiempo, una dualidad que la atrapaba en un torbellino de emociones contradictorias.

Mientras tanto, Tom observaba desde la distancia, una sonrisa apenas perceptible curvando sus labios. Había plantado la semilla de la curiosidad en Frey, sabiendo que germinaría lentamente en su mente inquisitiva. Ahora solo necesitaba regresar a la oscuridad de sus propios planes, dejando a Frey preguntándose sobre el enigma que era Tom Riddle.

La tarde se desvaneció en la penumbra de la biblioteca, pero la chispa entre Frey y Tom había encendido un fuego invisible que ardería a lo largo del año escolar, llevándolos por un camino de intrigas y peligros inimaginables.

El destino había tejido sus hilos, y tanto Frey como Tom estaban destinados a encontrarse en un juego de sombras y secretos que los llevaría al borde del abismo.

House of Evergreen | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora