04 ➖ En una esquina de mí memoria, hay un piano de color marrón.

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Harriette se sentó observando el anillo colocado en su dedo anular, que resplandecía con la luz que entraba desde la ventana a su derecha. Allí estaba inocentemente posado, representando la nueva vida que Marvolo le había ofrecido la noche anterior mientras cumplía dieciséis años.

Pasó su mano derecha sobre las teclas del piano en el que estaba sentada con delicadeza, escuchando la melodía incierta que se formaba a medida que avanzaba. Había pasado un año completo desde que había dejado Hogwarts y su vida anterior, y había pasado más de medio año desde que se mudó a la Mansión Slytherin con Marvolo.

Su mano se detuvo en medio de las teclas, y su izquierda se unió esperando las ordenes para comenzar a dar forma música que no había tocado durante mucho tiempo.

No después de la muerte de su maestra...

- En una esquina de mi memoria, hay un piano de color marrón...

En el momento que sus dedos presionaron las teclas y cerró los ojos siguiendo el patrón familiar pero lejano, pudo imaginarse estando nuevamente en la sala de música de la Sra. Adeline, tocando el piano viejo nuevamente para ella mientras se sentaba a tejer.

- En una esquina de mi casa de la infancia, hay un piano de color marrón...

Las lágrimas escocieron en las esquinas de sus ojos cuando los recuerdos asaltaron su mente, llevándola a su infancia donde el único consuelo que tenía era una mujer que ni siquiera era su familia.

Su pie tocó suavemente el pedal bajo el piano, sin darse cuenta que las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro.

- Recuerdo en ese entonces, era más alto que yo el piano de color marrón por el que me sentí atraído...

La Sra. Adeline había sido la única influencia femenina que había tenido durante gran parte de su infancia y pre adolescencia. Las paredes color ocre, el suelo hecho de madera, los retratos a su alrededor junto al olor a flores, libros y comida habían sido un consuelo bienvenido en las tardes que llegaba a la Biblioteca herida, hambrienta y sola.

El precioso piano clásico negro también había sido un consuelo bien recibido cuando no sabía cómo expresar sus sentimientos. Cuando la única manera de expresión que Harry tenía era el silencio... Tenía solo seis años, solo era una niña pequeña.

¿Cómo podría llorar, gritar o hablar cuando no le habían enseñado a hacerlo?

- Te miré y deseé por ti cuando lo acaricié con mis pequeños dedos... "Me siento tan bien, mamá, me siento tan bien", tocaba el piano de cualquier manera con mis manos. No sabía su significado en ese entonces, estaba feliz con mirarte...

Adeline le había enseñado, poco a poco, a como abrirse y confiar en ella, a contarle suavemente lo que sucedía. Ella había sido la primera adulta en creerle cuando nadie más lo hizo, ella fue la primera en no pensar que solo estaba buscando atención.

La hermosa mujer la tomó como una hija propia, y se enfureció cuando supo que no podía hacer nada para alejarla de sus parientes. Sin embargo, encontró la forma de ayudarla, y la dejó estar hasta tarde en la biblioteca, le curó las heridas, la ayudó a cepillarse el cabello, le enseñó atarse los cordones, le consiguió ropa de niña, e incluso fue quien le dio su charla sobre la menstruación.

Adeline había sido un ángel, pero cuanto más pasaba el tiempo, más entendía Harriette que su tiempo en este mundo estaba contado, porque las mejores personas en su vida nunca se quedaban demasiado tiempo.

Entonces decidió seguir tocando el piano para ella, solo para ella, aún cuando Adeline ya no podía sentarse con ella junto al instrumento, cuando tuvo que recostarse en el sofá para poder escucharla, o cuando comenzó a dormirse y jadear del dolor porque su enfermedad la estaba consumiendo.

MEDUSA ➖ TOM RIDDLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora