02 ➖ ¿Puedo quedarme aquí? ¿Puedo pasar el resto de mis días aquí?

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Cuando Willow era pequeña y su primo Dudley quería jugar a "Cazar a Willow", siempre había un lugar al que sabía que podría escapar sin que la siguieran. Ella correría esquivando a las personas en la acera, deslizándose entre los obstáculos que se veían delante, y rodeando los autos que se cruzaban en su camino, hasta llegar a la hermosa pequeña Biblioteca que se ubicaba cerca de Surrey. Eran casi treinta minutos corriendo para un niña pequeña, pero ella hacía ese tramo todos los días para escapar no solo de los golpes de su primo, sino de la difícil situación en su hogar.

Allí pasaba horas leyendo y tocando el piano que la Sra. Mirrow, la dueña del lugar, había limpiado y afinado para ella. Eres natural, había dicho ella, sería una pena que ese talento se desperdiciara, siguió diciendo mientras no solo le enseñaba a leer palabras mucho más complejas sino también a tocar piezas de piano mucho más largas.

Fue un día durante el verano de su noveno año que guardó en su memoria una frase de Mahatma Ghandi en una de sus lecciones con la Sra. Mirrow: "Somos un globo lleno de emociones en un mundo lleno de alfileres". Adeline, como dijo que la llamara, no sabía si la niña podría entender lo que esa frase quería decirle al mundo, no cuando parecía una niña tan feliz en su biblioteca, pero ella realmente no sabía de lo verdaderos horrores que habitaban en la vida de Willow.

Si, ella sabía que su primo la perseguía, y también sabía que sus tíos eran negligentes, pero nunca imaginó la magnitud del abuso que se cernía sobre Willow Potter, la pequeña niña pelirroja que iluminaba su solitaria vida.

Pero Willow no se detiene en estos detalles insignificantes ahora, si, extrañaba inmensamente a Adeline Mirrow, la amable mujer que la tuvo con ella durante los días de verano en los que podía escapar, quien le legó su hermoso apartamento, su biblioteca y su hermoso piano cuando murió hace tres años... Pero Willow lo único que tiene en mente ahora es la frase de Ghandi, porque siente que sus emociones han sido pinchadas por cada persona con la que se ha topado hasta quedar en el entumecimiento que siente ahora mientras se sienta en la lujosa cama del Señor Oscuro, Lord Voldemort, el hombre que la salvó y que una vez fue su primer amor.

Toc, Toc, Toc

Era el mismo sonido que ella escuchaba antes de que el hombre que la había cautivado durante su segundo año, con el que había planeado conquistar su libertad y navegar en una nueva vida que al final no pudo vivir. Había extrañado a Tom Riddle, durante los últimos años había extrañado al adolescente que había hecho de sus días más soportables, al chico que había llegado a adorar profundamente.

Saber que Lord Voldemort y Tom Riddle eran la misma persona no había cambiado eso... Solo lamentaba lo que podría haber sido.

Y, aunque quisiera volver el tiempo atrás y no haber apuñalado el diario como lo había hecho, era demasiado tarde para eso. Había querido morir la noche del cementerio, lo estaba rogando con la mirada mientras se encontraba con el rostro de quien había asesinado a sus padres y quien también le había prometido el mundo.

Aún no sabía qué es lo que quería Voldemort de ella, no habían vuelto a hablar desde que él la tomó en sus brazos y la llevó a la Mansión Malfoy, dejando el cadáver sin importancia de Cedric Diggory en el medio del cementerio junto a la Copa de los Tres Magos y una marca tenebrosa brillando en el cielo oscuro.

El rostro de Narcissa Malfoy había sido una pizarra en blanco mientras atendía sus heridas y escaneaba en profundidad su cuerpo, mostrando emociones con más claridad a medida que el papel se hacía más largo y las heridas más graves. Estaba segura de que habían hablado sobre el regimiento de pociones a seguir y su dieta, junto a todo el tratamiento que tendría que pasar para recuperarse, pero ella estaba muy lejos en ese momento.

MEDUSA ➖ TOM RIDDLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora