𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐂𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐃𝐈𝐒𝐂𝐎𝐑𝐃𝐈𝐀
Nos dispusimos a buscar la salida del Abismo del Olvido. Aunque mi amiga era importante, no podía seguir poniendo en riesgo la vida de la pequeña Eudora. Tenía que sacarla de allí y asegurarme de que estuviera a salvo.
Caminamos durante lo que parecían horas, dejando atrás el claro en el que habíamos pasado la noche. A cada paso, el terreno se volvía más empinado y traicionero. Las sombras que nos rodeaban eran densas, y el ambiente parecía oprimirnos, como si el mismo Abismo intentara aferrarse a nosotras y no dejarnos ir. A pesar del esfuerzo que hacía para mantener el ritmo, sentía el agotamiento acumulado en mis músculos, pero la determinación de proteger a Eudora me empujaba a seguir adelante.
A medida que avanzábamos, algo cambió en el ambiente. Las sombras no eran tan impenetrables como antes, y poco a poco, una débil luz comenzó a filtrarse a través de la oscuridad. El Abismo del Olvido, con su perpetua penumbra, comenzaba a ceder ante el primer rayo de amanecer que intentaba abrirse paso. Era un cambio sutil, pero inconfundible. El aire, que había estado pesado y estancado, comenzó a moverse con una brisa suave, como un susurro que nos invitaba a seguir adelante.
Eudora, con su voz suave, rompió el silencio.
— No dormimos mucho, ¿verdad?
Miré a la niña a mi lado. Su rostro reflejaba el cansancio, pero también una fuerza que no esperaba ver en alguien tan joven.
— No, no lo hicimos.
Admití, mi voz apenas un murmullo. Recordé cómo, durante la noche, había intentado mantenerme despierta. Sentía que algo nos vigilaba, una presencia intangible pero innegable. Cada crujido de ramas, cada murmullo del viento, me hacía pensar que algo o alguien nos observaba desde las sombras. No podía permitirme relajarme, no aquí, no ahora.
— Lo siento, Eudora.— Continué, con un suspiro que reflejaba mi cansancio.— Sé que debes estar agotada, pero necesitamos salir de aquí cuanto antes.
Eudora asintió, sus ojos oscuros reflejando la luz tenue que comenzaba a llenar el Abismo.
— No me importa. Solo... no quiero que nos pase nada malo.
Su respuesta me llenó de una mezcla de ternura y responsabilidad. Aceleré el paso, tomando su pequeña mano en la mía. El terreno comenzó a cambiar bajo nuestros pies, de rocas afiladas y suelos quebradizos a un sendero más firme, como si el Abismo mismo nos estuviera empujando hacia la salida. A lo lejos, pude ver un destello de luz más brillante, y supe que estábamos acercándonos al final de este oscuro y peligroso viaje.
Cada paso que dábamos hacia esa luz parecía durar una eternidad. Mis pensamientos se entrelazaban con el silencio del lugar, recordando cada momento de tensión, cada instante en que el peligro había estado demasiado cerca. A medida que nos acercábamos a la salida, la luz se hacía más intensa, y el aire se volvía más fresco, más puro. Empecé a sentir una mezcla de alivio y ansiedad. ¿Qué nos esperaría una vez que saliéramos de aquí? ¿Cómo nos recibiría la aldea, después de todo lo que habíamos pasado?
Finalmente, después de lo que pareció un viaje interminable, vislumbré la salida del Abismo del Olvido. El horizonte se abrió ante nosotras, mostrando un cielo teñido de tonos rosados y naranjas. La transición de la oscuridad a la luz fue tan abrupta que por un momento, ambas nos detuvimos, asombradas por la vista que se desplegaba ante nosotras.
La salida no era un simple camino, sino un umbral natural formado por dos grandes rocas que se alzaban como guardianes del Abismo. Al otro lado, el paisaje cambiaba drásticamente: árboles altos y robustos reemplazaban las sombras retorcidas, y el sonido de un riachuelo cercano rompía el silencio ominoso que nos había acompañado hasta ese momento. El sol, aunque aún bajo en el horizonte, lanzaba sus primeros rayos sobre la tierra, bañando todo en una luz dorada y cálida que contrastaba con la frialdad del Abismo.
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𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐔𝐍𝐀𝐒 𝐘 𝐒𝐎𝐋𝐄𝐒 (PAUSADA)
Fantasy«𝐂uando el destino trenza los hilos del amor y la devoción, solo resta hacer una elección: ¿lealtad o pasión?» 𝐄n los bosques sagrados de 𝐃elfos, donde la luz de la luna acaricia cada hoja, 𝐋yra, una ninfa devota seguidora de la diosa 𝐀rtemisa...