Conozco esa melodía.

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– Mi pequeña tormenta, queremos presentarte a alguien – Habló el Addams mayor a su pequeña niña de apenas unos 7 años, quien estaba parada a su lado en la entrada de la mansión familiar – Estos son nuestros nuevos vecinos, acaban de mudarse, y mira, tienen una niña de tu edad, quizás puedas hacerla tu amiga.

Planeó con emoción, claro que aquello disgustaba a Wednesday, quien solo miraba fijamente a la niña nueva frente a ella, incapaz de controlar lo que su boca quería pronunciar cuando sus ojos se posaron en la nueva vecina.

– Padre, ¿Ella es-? – Se vió interrumpida por la voz algo alterada de su padre, quien tras una risa nerviosa acarició su cabeza.

– Jajaja, Mi pequeña Wednesday, debemos ser respetuosos con los nuevos vecinos, no querrás faltar el respeto por no medir tus palabras – La azabache asintió, sin comprender, mirando a la pequeña castaña frente a ella, quien sonreía sin aparente impresión de lo que ocurría – Es un gusto conocerlos, familia Sinclair.

– El gusto es todo nuestro, señor Addams – Comentó Murray Sinclair, padre de familia, llevando consigo a su esposa e hija y regresando a su hogar.

– Wednesday – Llamó su padre, perdiendo aquella voz cantonera y volviéndose mucho más sobria – Espero puedas llevarte bien con ella, también espero que no vayas a molestarla.

La pelinegra volvió a confirmar con su cabeza, realmente no estaba interesada en perder su tiempo de esa manera, así que solo se marchó de regreso a su habitación.

Algunas semanas transcurrieron mientras los Sinclair se instalaban en el vecindario, claro que, la mansión Addams eclipsaba toda residencia cercana, y era un poco desigual.

Wednesday sacó su instrumento hasta una pequeña capilla en su jardín, acomodándose en ese lugar para luego sentarse en él y practicar por horas algunas de sus partituras más complicadas, amaba aquello, era un pasatiempo agradable donde no debía convivir con cosas innecesarias. Esa era su rutina, cada tarde, se sentaba en aquella capilla a tocar, solía hacerlo sin descanso, a veces con algunas pausas de media hora, disfrutaba mucho de eso, era su templo sagrado.

– ¿Eres Wednesday? – Escuchó una voz chillona e infantil que detuvo al instante su brazo, mirando a las afueras de su capilla una cabellera castaña ondeando por el suave viento de otoño, no sabía cómo había llegado hasta ahí, pero en ese momento era lo que menos importaba – ¿Eres Wednesday verdad? ¿La vecina?.

La azabache suspiró, dejando de lado su instrumento para caminar hacia ella, golpeando suavemente su frente con dos de sus pequeños dedos.

– No deberías estar aquí, Sinclair – Habló con severidad, logrando que la niña se encogiera de hombros. La azabache recordó las palabras de su padre, tomando la mano de la pequeña castaña y llevándola a paso lento por su jardín, dispuesta a devolverla a casa – No deberías salir sola, mucho menos en tu condición.

Enid mantuvo su silencio, dejándose llevar sin resistencia alguna por Wednesday, cuando estuvo en la entrada de su casa, la pelinegra tocó a la puerta esperando que alguno de los padres saliera, soltando la mano de Enid para retirarse en cuanto escuchó los primeros pasos.

– ¡Espera! – La pequeña Enid se sostuvo de lo que encontró más cerca de ella, que en este caso fué el barandal de su porche, deteniendo a Wednesday que ya se alejaba – Yo...quisiera ser tu amiga, suelo escucharte tocar, y es una melodía muy linda.

Wednesday simplemente suspiró, dejando al aire un corto “Haz lo que quieras” para terminar de marcharse, llenando de emoción el corazón de la pequeña Enid.

Era su primera amiga, jamás había tenido una, debido a su condición Enid casi no podía interactuar con los demás niños, el bullying a su persona era la causa de que sus padres se mudaran constantemente, después de todo...

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