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En el garaje de Red Bull se podía sentir el nerviosísimo.

— ¿Qué le escribo? — el neerlandés caminaba en círculos mientras mordía la tapa de la pluma que tenía en mano.

— No lo se, nunca he regalado flores — Daniel, al igual que Max, forzaban a su cabeza a pensar en algo — Qué te parece "Por este medio me dirijo a usted para comentarle y comunicarle que me gusta mucho y quiero besarlo"

— No digas estupideces Daniel — el australiano se rió a carcajadas al ver a Max pensar por un momento en lo que había dicho.

— Solo deséale suerte, es lindo y no suena tan acosador

— ¡Buena idea! — Max tomó rápidamente la tarjeta y con pulso de maraquero procedió a escribir — ¿Y bajo quién lo firmo?

— Pues bajo tu nombre

— No, no quiero que sepa que soy yo

— ¿Entonces?

Sin decir nada más, el neerlandés volvió a escribir sobre la tarjeta.

— Listo — Max se acercó a Daniel y le enseñó la tarjeta ya lista.

— ¿Por qué solo poner "E" y no "Emilian"?

— Porque sí, ahora ve

Después de la reunión que tuvieron en 2015 por la celebración del ascenso de Max a Red Bull, Daniel notó un poco raro al joven. Luego de insistir en que le contara aquello que lo tenía tan distraído el neerlandés por fin confesó.

— ¿Recuerdas que ese día nos dejaron solos a Sergio y a mi?

— Ajá

— Bueno, es que estuvimos platicando y fue muy amable conmigo.

— ¿Y luego?

— Me di cuenta de que es muy interesante y divertido, a veces contaba chistes muy malos pero que me hacían reír a carcajadas. Al principio me preocupé, pensé que algo que había comido me había caído mal, pero con los días me di cuenta de lo atractivo que es y llegué a la conclusión de que creo que me gusta

Daniel pegó un grito de emoción, su muchacho estaba enamorado.

— Y bueno, qué esperas para decirle

— Ahí está el problema. Tiene pareja

— No me digas eso Max — la cara del australiano pasó de ser una de felicidad a una de tristeza en menos de un segundo — Lo siento mucho


Últimamente era rara la vez en la que se le veía a Jos por el paddock. La ausencia de éste le daba cierta libertad a Max para pasearse por ahí para matar el tiempo antes de cada carrera.

— ¡Max, Max! — Daniel llegó corriendo hacia él, parecía que iba a desfallecer.

— ¡¿Qué pasó?!

— Lo hice, le di las flores a un mecánico y le pedí por favor que las dejara dentro del driver room de Checo — el australiano estaba agotado.

— Oye ¿no crees que esto es raro?

— ¿Qué cosa?

— Darle flores a otro hombre — cuestión Max un poco inseguro.

— No hay nada de raro, las flores no tienen que ser exclusivamente para las mujeres, además, las flores están en la tierra por una razón

— ¿Cuál?

— Ser admiradas — sonrió — ¿Por qué solo los hombres recibimos flores en nuestro funeral cuando nos las pueden dar en vida permitiéndonos verlas y olerlas?

We Are on the Race Track | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora