Béisbol

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San salió de su auto para dirigirse a la cancha de béisbol. Al llegar ahí pudo ver a su hermano menor en la primera base. Al parecer ya empezó el entrenamiento. Pensó.

Sumin miro hacia las gradas donde las personas se sentaban las personas cuando había juegos. Vio que ahí estaba su hermano mayor. Sonrió y lo saludo con la mano. San al notar eso hizo el mismo gesto.

— ¡Sumin!, ¡corre que ya batearon la bola!, ¡¿Qué haces ahí parado?!, ¡corre! — dijo, un muchacho alto. No podía ser el entrenador de ellos ya que parecía bastante joven.

Choi vio a Sumin correr hasta que toco la segunda base.

— ¡Corre, corre, Sumin! — volvió a gritar el muchacho. — ¡Corre a Home!

Sumin corrió hasta que toco home y anotó una carrera. Y con esa carrera se cerraba el juego de práctica. El equipo de Sumin hizo una fila, para caminase hasta donde estaba el equipo contrario, estos hicieron los mismo. Y todos empezaron a chocar sus manos.

— Bueno hasta aquí la práctica. Ya se pueden ir. Recuerden que el sábado tenemos un partido a las 9 de las mañana. Y que el viernes tendremos práctica. ¿alguna pregunta?

Un niño alzo la mano.

— Si, Yujun.

— ¿Solo nosotros vamos a competir o también los mayores?

— Buena pregunta. Y si, ellos también. Van a competir con los mayores que viene de Busan, y ustedes con los menores de ahí también. Si no hay más preguntas ya pueden agarrar sus cosas e irse.

— Adiós, entrenador. — los niños hicieron una reverencia.

San vio a su hermano correr a traer sus cosas.

— ¿Sumin es tu hermano? — San escuchó decir a alguien, gracias a eso saltó un poco del susto. — Lo siento, no quería asustarte.

— E-está bien. Y si, Sumin es mi hermano. — dijo jugando con sus dedos un poco sonrojado.

— No te había visto por aquí. Solo veía como el señor Choi venía a dejar a Sumin y traerlo.

— ¿Él no se quedaba a ver las prácticas?

— Si, en ocasiones lo hace, pero por lo que me dijo Sumin él tiene demasiado trabajo ahora y no puede quedarse.

— Entiendo. — dijo San asintiendo. En eso este escucho a su hermano gritar.

— ¡Wooyoung! — Sumin corrió donde el pelinegro. Este lo levanto para abrazarlo.

— ¡Ey!, ¿Cómo estas, Sumin?

— Bien, ¿y tú? No sabía que venias hoy.

— Yo estoy bien. Bueno, era una sorpresa.

— ¿Y yo que?, ¿no existo? Si así me vas a tratar entonces me voy a regresar a Estados Unidos. — dijo San con puchero.

— ¡No! — Sumin se zafo de los brazos de Wooyoung para ir donde San. Este lo agarro para abrazarlo — No te vayas, Sanie. — dijo negando.

— Ok, ok, no me voy a ir. — dijo para abrazarlo más fuerte.

— Te extrañe mucho, Sanie.

— Yo también, mi amor... Sumin. — susurro en el oído de este.

— Mande. — hizo lo mismo.

— ¿Quién es el? — susurro, refiriéndose a Wooyoung.

— Aaah. — Sumin se zafo del agarre de San. — Wooyoungie, él es mi hermano mayor. Sanie, él es Wooyoung, él es uno de los mejores jugadores de béisbol en este campo.

— Ooh. ¿Qué se siente ser el número uno en esta academia Wooyoung? — le preguntó San haciendo que tuviera un micrófono en su mano.

Y Wooyoung se siguió el juego. — Bueno, la verdad no se siente nada, solo que tienes una oportunidad para ir a jugar a las grandes ligas — dijo.

— Cuando entres al equipo de los ángeles quiero tu camisa, Wooyoung — dijo Sumin.

— Hasta una gorra te doy. — Sumin aplaudió emocionado. San solo lo miro con una sonrisa.

— Bueno, creo que ya es hora de irnos — dijo San.

— Ok — dijo Sumin. — Adiós, Wooyoung. — lo abrazó.

— Adiós, nos vemos el viernes. — el niño asintió.

— Adiós, un gusto conocerte, Wooyoung.

— El gusto es mío, Sanie — dijo con una sonrisa divertida, ya que no sabía su nombre.

— Aah, sí. Mi nombre es Choi San.

— Ok, Choi San. Un gusto.