No tuve ningún otro mensaje de aquel número desconocido, ansiaba contarle sobre eso, esperaba que me dé una respuesta. Necesitaba saber que todo estaría bien y Mike no quedaría metido en esto, si aún no lo estaba. Porque si tampoco era una broma de Chris, no me queda una duda de que Ayden es el culpable.
Chris no pudo venir a mi trabajo e martes como acordamos, pero envió a uno de los gemelos Schulz a buscarme, en una camioneta negra. Cuando me subí al auto me dio un pequeño frasco con un líquido dentro, lo mire confusa, el mantenía la suya al frente. Estaba segura de que no se atrevía a verme al segundo que entendí lo que significaba.
—De ninguna manera— exclamé.
—El señor lo pidió, —murmuro— es por su seguridad, jefa.
—Exactamente, soy tu jefa y debes obedecerme cuando te digo que no beberé esa mierda.
—El señor no me dejará llevarla si no está dormida.
Abrí la ventanilla del auto y tome bruscamente el frasco para luego tirarlo afuera, escuche el cristal del mismo romperse. Lo miré con una sonrisa victoriosa, no volvería a drogarme solo para que no sepa a donde me llevan.
—Fingiré estar dormida—le dije para tranquilizarlo.
Parecía un perro asustado. Sin decir más comenzó a conducir. Era gracioso ver como Werner y su gemelo, dos hombres musculosos y miradas oscuras que aterrorizaban a cualquiera que los vea, se convertían en cachorros asustados cuando uno de sus jefes se molesta. Siempre nos tuvieron mucho respeto a Chris y a mí, después de todo fuimos nosotros quien los rescatamos del basurero donde vivían. Supongo que se sienten en deuda. A pesar de las miles de repeticiones que no nos deben nada, ellos siguen siendo devotos a nosotros después de tantos años.
En el camino me mantuve en silencio, al igual que Werner, él siempre está callado, usualmente. Dio un giro brusco saliéndose de la carretera, recuerdos de aquel día que me drogaron vinieron a mi cabeza. El césped era muy verde y, en algunas secciones, se veían margaritas, formaba un lindo paisaje. Recuerdo como también conté las flores para mantenerme despierta, pero fueron en vano.
Parecía que este lugar era una maldición. Mis alarmas se activaron cuando una camioneta más grande que la nuestra se acercó a nosotros demasiado rápido y no con buenas intenciones. No tuve tiempo de avisarle a Werner lo que veía, choco contra mi lado y en un microsegundo mi conciencia se apagó.
Mis piernas se movían rápido, al igual que mi corazón latía con una intensidad fuera de lo normal. Mis pasos se convertían cada vez más largos en un intento de llegar más lejos. Mire hacia atrás, el hombre vestido de negro con un gorro del mismo color seguía persiguiéndome. Me alcanzaría pronto, estaba muy cerca de mí. Me sentía cansada, correr en la arena era difícil. Un escenario tan lindo, como lo era la playa, se convertía en uno terrorífico. Podía ver un hermoso atardecer a mi lado junto con el sol ocultándose sobre el mar, quería parar y admirarlo mejor.
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El silencio de tu mirada
RomansaUna vida simple y rutinaria, era el sueño de Isabelle. No podía estar más feliz cuando logro tenerla. Un trabajo que no requería mucho esfuerzo, una mejor amiga y un futuro esposo con un gran futuro ¿Qué más podía pedir? Aunque solo vivía en una red...