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KILLIAN

Estuvimos una hora más en la sala de tiro. Los disparos sonaban y sonaban, los de Sienna y los de Vettori también. Veía como el capullo que la había engañado se acercaba a ella descaradamente. Cualquier oportunidad era única para él, se acercaba a la mínima que podía y le tocaba la cadera, el estómago, el trasero, incluso la zona baja de los pechos mientras hacía como que la ayudaba con las posiciones. Me estaba poniendo enfermo, pero ¿qué podía hacer yo? Nada. No podía hacer nada porque mi cometido era matarla, vengar a mi padre y liberar a mi madre. Y en cambio me estaba obsesionando con la mujer que ponía mi mundo interior patas arriba. Cada vez que movía su cuerpo, andaba o corría la sangre se me acumulaba en un solo punto. Joder, era como ver a una diosa moverse por el olimpo. No me extrañaba que Enzo estuviera detrás de ella. No podía hacerle pensar a mi padre que estaba colgado por esa mujer, porque entonces la mataría. Él mismo lo haría.

Sabía perfectamente que no me lo podía permitir. No podía permitirme pensar día y noche en la mujer que tenía la obligación de matar. Cada día era una puta tortura, aparecía en todos lados, hasta en mis sueños más profundos. Y en todos ellos, Sienna y yo estábamos sin ropa y sin ningún tipo de vergüenza. Tenía que reconocer que, aunque no quisiera, Sienna me atraía como un imán. Pero a mí y a toda la central. Los hombres se la quedaban mirando con deseo y lujuria. Las mujeres la observaban de dos formas muy distintas, algunas con adoración y otras con una envidia que se notaba a kilómetros. Sienna Caruso era la mujer más atractiva que había tenido el honor de contemplar: piernas largas y bien formadas, un trasero de infarto, pechos no muy voluminosos pero tampoco pequeños, pelo largo y rizado que tenía ganas de agarrar de mil formas diferentes... Y sus ojos. Esos ojos que te podían teletransportar a cualquier parte, esos que podían llevarte al cielo o al mismísimo infierno.

Una vez terminó la práctica de tiro, fuimos a la cafetería para la hora de la comida. Todo era muy rápido, pues debíamos ponernos a entrenar cuanto antes. Comimos a la velocidad de la luz y pasamos al campo de entrenamientos, donde había que escalar un rocódromo enorme. Había escuchado que la amiga de Sienna, la pelirroja, se había hecho un corte en la pierna al escalarlo esta mañana. Pude comprobar la macha de sangre en una zona alta de la roca. Sienna y yo fuimos los primeros en subir, se movía como un reptil, pero notaba que no miraba al suelo. Le daban miedo las alturas. Hubo un momento en el que se la resbaló la mano y fui ágil al sujetarla del brazo.

—Sigue. —Ordené para que subiera delante de mí. Una vez llegó arriba, tocó el botón que había para indicar que ya habíamos llegado y bajó antes de que yo lo hiciera. Me estaba evitando.

Noté como el imbécil que aún tenía por novio corría hacia nosotros y se ponía en el medio para evitar que pudiéramos mirarnos. Eso me cabreó aún más, me solté los arneses y me dirigí a la tropa antes de ver cómo el rubio besaba delicadamente a la mujer que había subido ahí conmigo. Empezaba a hartarme, mucho más de lo que imaginaba. La actitud de ambos era una completa mentira, pero lo que había pasado entre Sienna y yo en el pasillo había sido real. ¿No quería reconocerlo? Yo haría que lo hiciera.

De repente vi la tropa de Artem a lo lejos, en la zona de tiro con arco. Les tocaba esa sección por la tarde, así que me acerqué a Jade. Ésta, que estaba de espaldas y no me vio llegar, dio un pequeño respingo al notarme contra su cuerpo. Ladeé la cabeza viendo de reojo como la chica Caruso me miraba sin que su novio se diera cuenta. Empezó a ordenar a la tropa que subiera, dejando al mando a su novio mientras veía como caminaba hacia nosotros. Bingo, una vez que estaba a nuestro lado carraspeó con fuerza y vi la furia reflejada en sus ojos.

—Capitán, le estamos esperando.

Cuando se dirigió hacia mí como "capitán" mi erección creció a niveles cósmicos. Me separé de Jade con una sonrisa ladeada mientras ella se giraba hacia Sienna con mala cara.

SIENNA CARUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora