1. la derrota que mi alma no soportó (gerlonso)

690 15 4
                                    

Xabi es campeón con el Bayer Leverkusen y recibe una visita inesperada.

- Ship: Xabi Alonso/Steven Gerrard.

- Tags: light angst, past relationship(s), sad with a happy ending, fluff, 1k.

- Comisión #1 escrita para Ailen 💗


-


Pocas cosas desestabilizaban a Xabi Alonso. Era inquebrantable y muy lúcido, casi siempre estaba un paso adelante de todos los demás. No había nada que lo tomara por sorpresa sin haberlo previsto con mucho tiempo de anticipación.

Pero ese mensaje de Stevie no se lo esperaba por nada en el mundo.

Steven

Oh là là, 3pm?

Stevie no tenía por qué saber que ese era su día libre después de haber sacado campeón por primera vez a un equipo de Alemania, pero Xabi sabía que por alguna razón lo sabía.

Así que Xabi ya estaba ahí, pasándose una vez más una mano por el pelo frente al espejo del auto, explotado de nervios. Se acomodó el cuello de la camisa debajo del suéter, a pesar de que lo había hecho como quince veces en un lapso de diez minutos, y soltó un suspiro antes de bajarse del auto.

Era domingo y el lugar no estaba tan cargado. Xabi sintió paz cuando empujó la puerta de vidrio y el aroma a café lo envolvió como un abrigo. Le hizo acordar mucho a Liverpool, cuando con Stevie recorrían cafeterías para decidir cuál era el café más rico de toda la ciudad. A Xabi le gustaba cualquier café, pero también le gustaba lo en serio que se tomaba el asunto el otro.

Xabi lo encontró sentado en un sector bastante recluido del lugar, cruzado de piernas y con un libro abierto en los muslos, uno que el vasco estaba seguro de que era sobre fútbol. Tenía una bufanda suelta que caía sobre sus hombros y su celular descansaba boca abajo al lado de una taza de café. Xabi lo había encontrado muchas veces así antes, usualmente en la cocina de su casa en Liverpool.

—Alemania te queda bien —fue lo que dijo Xabi a modo de saludo, parado junto a la silla vacía.

Stevie levantó la mirada y se apuró a sacarse los lentes de lectura que estaba usando, como si Xabi lo hubiese atrapado con algo que no quería que descubriera. Los guardó en el bolsillo de su saco y cerró el libro secamente, sonriéndole.

—Liverpool sigue siendo mejor —dijo Stevie, con ese acento cerrado y casi inentendible. Por suerte, Xabi estaba demasiado acostumbrado a él y lo entendía a la perfección.

—Puedes sacar al chico de Liverpool —empezó Xabi con una sonrisa.

—Pero nunca sacarás a Liverpool del chico —terminó Stevie.

Xabi se sentó en la silla vacía y pidió su orden. No analizó la lista de cafés como lo hubiese hecho Stevie, así que fue por lo clásico. La mesera tuvo la decencia de no decir ni una palabra si reconoció a alguno de los dos.

—Imagino que no viniste hasta aquí para probar el café de Leverkusen —dijo Xabi, tirando a matar. Stevie escondió una sonrisa detrás de su taza.

—Tenía el día libre y quería felicitarte personalmente —admitió Stevie. Le dio dos sorbos al café y bajó lentamente la taza—. Y te extrañé.

—Dijimos que no hablaríamos de eso —apuntó Xabi.

—Lo sé —dijo Stevie, arrugando la cara en una mueca de dolor—. Soy un hombre nostálgico. Y siempre te extraño a pesar de todo.

Xabi asintió lentamente con la cabeza. Se mordió el interior de la mejilla para no gritar. Cerró sus dedos en el agarre de la taza hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Contó hasta diez y expulsó todo el aire de sus pulmones.

Había algo que Stevie y Xabi tenían en común aparte de su amor por Liverpool. No se habían perdonado nunca no seguir intentando. Stevie no lo había perdonado por irse a Madrid. Xabi no lo había perdonado por reclamarle que lo había dejado como Michael, cuando él no era el reemplazo de nadie.

Era de eso de lo que no hablaban. De eso y de que lo suyo no había podido ser por mucho que así lo hubiesen querido. No les alcanzó, nunca fue suficiente, siempre había algo que pesaba más y los alejaba del otro.

—Sé lo que dije una vez —dijo Stevie, rompiendo el silencio. Xabi miró fijamente la madera de la mesa—. Pero para mí, siempre ibas a ser tú.

Xabi cerró lentamente los ojos y le falló un poco la respiración.

Volvió a esas tardes frías en Liverpool, probando cafés y riéndose de cualquier cosa, amándose en silencio con ese hombre que ahora estaba sentado frente a él con una sonrisa triste. Veía a ese chico scouser, hablando hasta por los codos, feliz y orgulloso, lleno de amor que explotaba por dar.

Xabi había querido ese amor. Lo había tenido, pero no había sabido retenerlo. Quizás fue mucho para él, quizás fue mucho para los dos. Lo habían intentado, pero no había dado frutos. Y Stevie no tuvo peor idea que tratarlo como un reemplazo de un vacío dejado por otro.

—Para mí también —dijo Xabi en un suspiro.

No era un hombre de decir más palabras de las necesarias. De los dos, Stevie era el que hablaba lo suficiente por ambos. En ese momento, eran un reflejo del otro y lo que habían sido alguna vez, los dos con una pierna cruzada sobre la otra, hablando del pasado, diciendo cosas sin decirlas y que se habían prometido no decirlas.

Xabi pensaba en la cantidad de veces que había agarrado su teléfono para llamar a Stevie —desde Madrid, desde Bavaria, desde Leverkusen—, pero nunca lo hacía. Se moría por preguntarle cómo estaba, qué tan calurosa era Arabia, qué tanto extrañaba el frío húmedo de Liverpool, qué tanto lo extrañaba a él.

La mano de Xabi tembló en el agarre de su taza. Stevie sonrió y se inclinó para rozar sus dedos con los suyos, una caricia que solía ser tímida en público cuando vivían en Liverpool. Xabi tragó saliva y alejó sus dedos de la taza para que sus yemas se tocaran.

—El café es muy dulce, muy cremoso —comentó Stevie con una sonrisa chiquita.

—Supongo que tendremos que seguir probando —sugirió Xabi, siendo el primero en romper el contacto. Jugó con un sobre de azúcar y miró al mayor con algo de timidez—. En BayArena hacen unos buenos cafés.

Stevie sonrió y Xabi pensó que estaba mirando directamente al sol.

—Me encantaría probar uno —dijo Stevie.

—Es una cita entonces —asintió Xabi.

Por primera vez, no fue nostalgia lo que sintieron.

Fue lo más cercano a esperanza.

comisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora