|𝟏𝟖| ━ 𝐄𝐧𝐡𝐨𝐫𝐚𝐛𝐮𝐞𝐧𝐚.

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Conjunto de Casas, Pasiflora.

6:20 a.m

⚠️ [+18]

La habitación estaba envuelta en una atmósfera cálida, los rayos del sol entraban por las cortinas iluminando la habitación y el viento frío se colaba por las ventanas entreabiertas. Los gemidos suaves y entrecortados de Eijiro resonaban en el aire entrelazándose con los susurros apasionados de Katsuki.

Sus cuerpos, pegados y envueltos por el calor que emanaban cubiertos de una fina capa de sudor, impulsados por un deseo carnal que los consumía por completo. La intensidad de sus miradas, llenas de lujuria y necesidad, hablaba de una conexión profunda, más allá del mero deseo físico.

El mundo exterior desaparecía en esos momentos, dejándolos atrapados en una burbuja de sensaciones donde el tiempo parecía detenerse. Sus respiraciones se sincronizaban, convirtiéndose en una melodía erótica que solo ellos podían escuchar. Cada movimiento, cada encuentro de sus cuerpos, era una danza antigua, primitiva, gobernada por el deseo más puro y carnal.

Las manos de Eijiro se posaban encima del pecho fornido de su amante, trataba de darse impulso para moverse más fácilmente en la posición en la que estaba, por otro lado, las manos contrarias no estaban quietas del todo. Katsuki amasaba fírmemente los muslos del pelirrojo, tanto así que ya estaban quedando marcas de las nalgadas que le proporcionaba.

No sabían porque se habían despertado tan lujuriosos, el sexo mañanero solía ser suave y tierno. Con palabras de afirmación y cariños después de este.

Pero bueno siguiendo con el momento, Eijiro se sentía de maravilla, el miembro de su pareja siempre lo llenaba pero mucho más en esta posición, podía sentir perfectamente como este tocaba su punto dulce y eso lo hacía entrar en el éxtasis.

Mientras el hacía la mayor parte del trabajo, Katsuki solo sonreía, tenía esa mirada lujuriosa de siempre que tenían relaciones, pero podía jurar que le encantaba cuando su pelirrojo lo montaba y se ponía exigente. Eso le calentaba más, y sin dudarlo se lo hacía saber.

— Maldita sea, Eijiro que me vas a dejar seco, Amor.

— No me voy a detener, aún quiero más.

— Joder, pero cuando yo diga lo mismo no puedes poner excusas.— Lo agarro de las caderas sin avisar empujándolo hacia abajo causando más profundidad.

— MHG!! Ah.. ah no me hagas eso desprevenido.— Por tan repentina intromisión su torso cayó hacia adelante chocando con el torso contrario.

— Yo hago lo que me apetece con tu cuerpo, porque ahora eres mío.— Le susurro de forma pícara.

Después de aquellas palabras ambos llegaron al clímax en su tercera ronda. La semilla de Katsuki volvió a llenar a Eijiro haciendo que el mencionado se sintiera más que satisfecho.

Katsuki sostenía a Eijiro suavemente mientras el pelirrojo regulaba su respiración, su cara se hallaba pegada al pecho del hombre que jamás imaginó que le haría el amor y a la mañana siguiente tendrían sexo rudo como el quería.

— Tengo una reunión dentro de dos horas, tendré que irme pronto ¿Quieres que almorcemos juntos?

— Sí Kats, iré a la clínica y después tomaré un taxi para ir al restaurante. ¿O prefieres que lleve de comer y comemos en tu oficina?

Sonrisa Etérea; [𝐁𝐚𝐤𝐮𝐬𝐡𝐢𝐦𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora