|𝟏𝟓| ━ 𝐓𝐮𝐲𝐨.

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Después de lo que sucedió en el auto, ya ambos se encontraban en la casa del Alfa cenizo. El reloj recién marcaba las 4 a.m de la mañana. Evidentemente a los dos después de tremendo escándalo se les bajó el alcohol que tenían.

Ahora todo estaba muy incómodo.

Katsuki salió del baño de su habitación con una toalla enrollada en su cintura y secando su cabello con otra más pequeña. Eijiro se encontraba en la cocina tomando algo de agua.

Como la casa era de dos plantas, las habitaciones estaban distribuidas en el segundo piso. En la primera planta sólo está la sala, cocina, sala de juegos, una oficina y biblioteca.

Eijiro tomó asiento en una de las sillas de la isla que se encontraba en la cocina, observando todo a su alrededor, nunca antes había estado en una casa así de lujosa, también percibió el olor de Katsuki por toda esta. No quería negarlo, le encantaba su aroma.

— Eijiro, ven a tomar una ducha!— Escucho el grito del rubio desde la segunda planta.

De manera presurosa se tomó el resto del agua dejando así el vaso completamente vacío. Se aproximó hasta el lavaplatos y lo dejó ahí. Tenía que darse prisa o sabía bien que enojaría más al cenizo.

Subió los escalones con ímpetu, se quedó asombrado por el diseño que tenía el piso, todo era tan minimalista y la mayoría de materiales eran de mármol. Su nariz empezó a percibir las feromonas de Katsuki, vaya que si estaba molesto, como reacción inmediata la nariz del pelirrojo se contrajo. El olor era demasiado fuerte.

Luego vio a Katsuki salir de una de las habitaciones con simplemente una toalla en su cadera, la vista del pelirrojo fue totalmente agradable, por su mente pasaron mil cosas y de solo pensarlas su rostro tomó color. Se había sonrojado.

Como no lo haría teniendo a semejante adonis, espalda ancha perfecta para clavar sus uñas después de suplicar por más, un abdomen marcado tanto que podría lavar su ropa en el sin problema, y lo mejor de todo sus brazos los cuales está seguro que se posarían alrededor de su cintura hasta dejarlo sin aire en un beso muy apasionado.

Bueno, quizás estaba siendo muy poco realista.

El pelirrojo desvío la mirada rápidamente, no sabía qué hacer con esa mirada tan penetrante que el rubio cenizo tenía, conociéndose a sí mismo, sabía perfectamente que no podría manejarlo. Es decir, sostenerle la mirada conlleva que su Omega haga aparición.

— ¿Te sucede algo? —Interrogo el rubio de manera ruda.

—No, no es nada. —Respondió en un murmuro.

— Entonces, ve a bañarte.— Katsuki se desplazó hasta pasar por el lado de Eijiro ya que la habitación se encontraba en esa dirección.

— ¿Dónde dormiré?— Soltó el pelirrojo preocupado, el rubio de detuvo en seco y suspiró.

— Eso no es problema ahora, en cambio, el olor a feromonas de otros en ti, sí lo es.— Mencionó el cenizo con cierta molestia.

— ¿Tanto te molesta? — Eijiro le miró en busca de una respuesta en base a su semblante.

El rubio de quedó en silencio por unos segundos, se dirigió hasta dónde estaba el contrario, le tomó del cuello e inhaló sin vergüenza la zona.

— Joder, sí. Es mejor que te bañes antes que lo haga yo.— Replicó lo anterior, y dicho esto en su rostro se dibujó una sonrisa ladina.

Claramente, posterior a esta acción la cara de Eijiro tomó un color rojizo más fuerte que su cabello. El pelirrojo simplemente se quedó callado y mordió su labio interior con vergüenza.

Sonrisa Etérea; [𝐁𝐚𝐤𝐮𝐬𝐡𝐢𝐦𝐚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora