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Hyunjin tenía razón. Es imposible no reconocer su casa, una antigua casona de aspecto medio romántico que se alza en las postrimerías de la capital, lejos de los modernos rascacielos. Se ve tan anacrónica bajo la luna llena, con la hiedra trepando por su pared lateral de una manera curiosamente armónica. Posee dos pisos con intrincados balcones y un hermoso trabajo de vitraux moderno en los ventanales. Obviamente se ha invertido mucho dinero en su restauración. Aun así, parece la típica mansión de una película cutre de terror, el castillo cliché del Conde Drácula.

Bien dicen que a veces el mejor escondite es mostrarse, rio para mis adentros mientras llamo a su puerta. Junto a las ondulantes rejas doradas, hay una columna con un videoportero. Hasta aquí llega lo gótico, suspiro. Mis dedos tiemblan antes de tocarlo; todavía estoy a tiempo de volver. Tal vez sería lo más sabio. Ni siquiera sé por
qué he venido.

Si lo sabes, la voz de Hyunjin suspira dentro de mi cabeza, y la puerta se abre sola.

Pasa, te he estado esperando.

Con pasos vacilantes atravieso las rejas doradas y cruzo el jardincito con robustos rosales y jazmines. Llego a la puerta de la casona, vigilada por dos columnas corintias y un lanzador con forma de león. Una vez más, no alcanzo a tocarlo. Hyunjin me abre la puerta.

Verlo de nuevo ata un nudo en mi garganta. Lleva una simple camisa de raso negro, con los primeros botones sueltos. La visión de su clavícula huesuda y las pequeñas venas azuladas de su pecho me marean. Pero cuando mis ojos suben y se encuentran con los suyos, la sed se torna insoportable.

-Felix -me saluda, y su sonrisa es la peor de las torturas.

Siento una ola ardiente subir desde la base de mi estómago hasta mi garganta, y le doy un puñetazo en la cara. Su rostro es duro como el mármol y creo que es más doloroso para mí que para él. Hyunjin se tambalea hacia dentro de la casa gracias al golpe, yo doy un paso al frente y cierro la puerta detrás de mi espalda.

-¿Por qué has hecho eso? -pregunta Hyunjin de lo más divertido mientras masajea su propia nariz.

-¡Sabes muy bien por qué! -aulló con voz temblorosa. Su presencia me enerva, a pesar de lo furioso que estoy el aroma de su sangre me atrae-. Te has metido en mi cabeza, has manipulado mis sueños...

-No he hecho tal cosa -responde, y hace un gesto con sus cejas que parece sincero.

-No mientras Hwang. Te he visto en mi refugio, estabas a mi lado... -balbuceo mientras se acerca a mí. Su aroma es tan embriagador.

-Sí, tengo el don de la telepatía. Lo he usado contigo en el club. Pero no, no me he metido en tus sueños. Nunca usaría tal poder en contra de tu voluntad. Si me has visto en sueños, entonces ha sido sólo un sueño.

-No sabía que los vampiros podíamos soñar.

-Hay mucho que no sabes, pequeño Felix.

-No me llames así, y no serás mi Amo.

-Ya me lo has dicho -suspira Hyunjin. Moja su dedo en el fino hilo de sangre que corre por su nariz y lo saborea.

Da otro paso hacia mí, y verlo chupar su propio dedo me la pone dura de nuevo. Trato de evitar el contacto visual pero Hyunjin ya está a centímetros de mis rostro.

-Me has hecho sangrar -me dice con una sonrisa-. ¿Sabes que es un crimen golpear a un ancestral?

-No me importa -murmuro tratando de permanecer estoico ante su cercanía.

-Tanto fuego -suspira Hyunjin, y acerca su dedo a mis labios. Cuando huelo su sangre las palpitaciones de mi cuerpo aumentan. Desliza su índice por mi labio superior y automáticamente yo saboreo las escasas gotas de sangre. Es poca, pero logra electrizarme. También descubro que me gusta mucho tener los dedos de Hwang en mi boca, simplemente succionar sus dedos y jugar con mi lengua entre ellos. Hyunjin deja escapar un gemido de satisfacción que me trae de vuelta a la realidad.

Mi Amo Y Señor Vampiro   ||Hyunlix||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora