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El tiempo pasa lento para un vampiro, pero estas últimas semanas se han sentido como una verdadera eternidad. Me he alimentado más de la cuenta: robando pequeños mordiscos de los cuellos de despistados transeúntes y turistas. A pesar del frenesí que me tortura todas las noches me las he arreglado para no tomar ninguna vida inocente. Sin contar a las ratas, por supuesto.

Durante todo este tiempo, no he salido de los alrededores del puerto, me mantengo en el territorio que he proclamado como mío como si se tratara de un santuario. Temo poner un pie en la ciudad, temo mirar hacia el horizonte y ver la cúpula de la parroquia de San Ignacio acechándome. Temo recordar a a Hyunjin, en el sabor de su piel, su sangre y su semen. Con casa amanecer que me oculto bajo los tablones de madera del depósito del puerto, ansío volver a saborear aquellas dos cosas, en ningún orden en particular.

Tengo pánico de oír su voz de nuevo dentro de mi cabeza. No tengo idea de cómo reaccionaría si eso ocurre. Lo extraño, lo necesito.

Pero debo ser fuerte. Si he sobrevivido tantas décadas sin clan ni Amo es gracias a mi soledad. Mi independencia es mi cruz y mi corona. No puedo renunciar a ella. No importa cuanto mi piel extrañe sus caricias y mi garganta su sabor. No importa que sueñe con él día tras día, ansiando sus caricias salvajes. No importa cuanto haya
disfrutado rendirme al placer durante aquel breve encuentro en su hogar. No puedo arrepentirme.

Debo renunciar a mis ensoñaciones de ser penetrado por él, de oírlo gruñir mientras se corre una vez más, de volver a sentir el calor de sus brazos sujetándome fuerte.

Pero sobre todo, debo renunciar a mi fantasía más peligrosa; a permitirle que beba mi sangre. ¿Hay acaso un acto de sumisión más humillante para un vampiro? Me avergüenza desearlo tanto, me avergüenza que mi cuerpo muerto cobra vida de tan sólo imaginarlo.

Aunque Hyunjin te ha dejado beber de su cuello, y no fue nada humillante para él. Al contrario.

Basta.

Mis últimas tres noches son un hastio total; deambulo por el puerto bajo la luz de la luna, desangrado a alguna rata que se cruza en mi camino más por inercia que por hambre. El viento helado golpea mi rostro y yo me pregunto cómo debo lucir. Sé que desde que soy un vampiro quedé encapsulado en el tiempo como un joven de
veinticinco años, pero no he visto mi reflejo en décadas. Recuerdo que mi cabello negro como un cuervo era exótico para muchos, y he recibido elogios por mis labios andróginos. Mis ojos marrones nunca han sido nada especial. Aun así en noches melancólicas como esta extraño no poder ver mi reflejo. Y me hace preguntarme ¿qué ha visto Hwang Hyunjin en mí? ¿Por qué está tan obsesionado con que yo sea su vástago?

Incluso dejando de lado el don vampírico que nos otorga esa palidez tan bella, y ese brillo tan seductor a nuestros ojos, Hyunjin es atractivo como hombre. En sus épocas mortales debe haber roto muchos corazones. Y culos, por supuesto.

Él me ha dicho que le gustan las mujeres también.

¿Por qué eso me molesta? Es casi como si yo estuviera... celoso.

Con esa altura tan imponente, ese cuerpo tan delgado pero tonificado, esa mandíbula tan cuadrada y esos labios carnosos. Esos ojos de hielo que penetran hasta tu alma, ese cabello rubio con forma de piña que enmarca sus finos rasgos. Y esa sonrisa matadora...

En el club había muchos hombres y mujeres suplicando por su atención. ¿Se habrá alimentado de la sangre de todos? ¿Habrá follado con todos? ¿Por qué eso me importa tanto? Parezco un adolescente mortal celoso...

¿Por qué me quita el sueño de quién se alimente o, a quién se folle?

Ni siquiera debería volver a pensar en él, pero paso mis días en vela retorciéndome bajo los tablones del piso, elucubrando teorías locas sobre su origen. ¿Había dicho que tenía trescientos años? No puedo concebir cuántas cosas habrá visto con esos ojos de hielo. ¿Quién lo habrá creado? Él había mencionado que fue contra su voluntad... no me imagino quién podría subyugar a tremendo hombre, ¿habrá tenido muchos vástagos a lo largo de los siglos? ¿Dónde están ahora? Tal vez los folla y los descarta cuando se aburre. O tal vez yo soy el único que ha considerado para su vástago en trescientos años. Esa idea es tan desquiciada que me provoca una carcajada. Mi risa retumba en cada rincón del puerto como la de un maníaco.

¿Por qué un vampiro ancestral se interesa en mí? Es tan ridículo que no puedo soportarlo.

¿Y por qué el hambre todavía me está matando? Ya casi he extinguido a todas las ratas del puerto. Mientras mi polla comienza a renacer entre mis piernas, descubro que esto no es simple hambre de sangre. Es hambre de algo mucho más terrenal y humano; es deseo. Y un deseo imposible de contener.

Por eso ahora estoy frente a las rejas doradas de su casona, maldiciéndome a mí mismo mientras llamo su nombre con mi mente.

Una vez más, la puerta se abre y Hyunjin me recibe con una sonrisa. Es hasta gracioso que este con el torso desnudo, como si hubiera anticipado mi visita.

-Felix... -me dice, pero yo lo silencio con un beso rabioso.

-Cállate -refunfuño antes de besarlo de nuevo con más ímpetu-. Sólo cállate y fóllame.

Mi Amo Y Señor Vampiro   ||Hyunlix||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora