Algún tiempo indeterminado después...
Iban a llegar tarde a la boda de Roronoa y Kuroashi si Luffy seguía tendido sobre la cama de esa manera.
– Luffy, levántate ya. – dijo gentilmente mientras zarandeaba el cuerpo del pequeño.
Era normal que estuviera cansado. La noche anterior le había exigido que cogieran como conejos, y por supuesto no pudo decirle que no.
Desde que sus alfas se mostraron el cuello mutuamente, su convivencia fue muchísimo más pacífica. El problema fueron los celos. Aún ansiaban la presencia omega durante el calor, y cuando percibían las feromonas de otro alfa, era inevitable actuar territoriales y agresivos. Es por eso que unos días al mes debían estar separados por su propio bien.
Por lo tanto, cuando volvían a reencontrarse tras esos días de separación, el pequeño siempre aprovechaba hasta la última gota de su semen para compensar el celo insatisfecho.
A Law no le importaba. Le encantaba la gran compatibilidad que tenían tanto con sus cuerpos como con sus sentimientos. Durante el tiempo que llevaban juntos, jamás dudo de su decisión. Amaba a Luffy muchísimo. Y como le dijo tiempo atrás, no necesitaba nada más que él.
–Luffy. – Volvió a llamar al alfa. Este parpadeó confundido hasta que enfocó la vista sobre Law. – Al fin. Cámbiate de prisa, te recuerdo que hoy se casan tus mejores amigos.
– Mmm. Cierto. – Luffy rodeó la cintura del otro pelinegro, mientras seguía tendido sobre las sábanas. – Casi lo olvido. Sanji me pidió cuidar de Zeff hasta que vuelvan de la luna de miel ¿No te importa, Torao?
– Claro que no. Adoro a ese pequeño.
– ¿Es muy lindo, no? Se parece mucho a Zoro.
– Sí se pareciera a Roronoa-ya no sería lindo. Tiene más rasgos del cocinero.
– Digamos que es una mezcla perfecta de los dos. – Comentó Luffy con una sonrisa en los labios. Sus ojos aún estaban hinchados debido al sueño, lo que era adorable a los ojos de Law. – Ojalá pudiéramos tener uno.
Un suave suspiro escapó de la boca del pequeño alfa.
– Ya hablamos de esto, Luffy. Si deseas uno, siempre hay otras opciones. – Law tomó una de las manos de Luffy y la llevó a su boca para darle un pequeño beso en el dorso.
– No encuentro sentido a tener un bebé que no se parece a ti. Es por eso que un vientre...
– Basta. No me acostaré con nadie que no seas tú. – Law se levantó para comenzar a vestirse.
– Ni siquiera te darías cuenta durante un celo. – Exclamó Luffy.
– ¿Qué no lo haría? Por favor, durante mi celo solo puedo imaginar tu rostro muerto de placer. Que mi instinto alfa reclame feromonas omegas no significa que mi corazón también lo haga. – Alzó un poco la voz. Luffy se recostó en la cama con cara de sorpresa. Law se rascó la nuca, y respiró profundamente antes de mirarlo cara a cara. – Te amo, Luffy. Créeme cuando te digo que también quisiera un hijo que se pareciera a ti. Sin embargo, amaré a cualquier otro niño mientras lo críe contigo.
– ¿En serio?
– Por supuesto. – Luffy se levantó de la cama, dejando que las sábanas cayeran al suelo. Se abalanzó para rodear con sus brazos al pelinegro en un abrazo sofocante.
– Perdóname. Tras mi celo siempre me siento algo inseguro. Es inevitable para mi ver la diferencia entre nosotros y una pareja de diferentes castas, pero te juro que intento ya no pensar mucho en eso.
– Lo sé. – Law besó la coronilla del pelinegro. – Solo piensa muy bien en la adopción, ¿de acuerdo?
Luffy asintió. Luego, de mejor humor, ambos bromearon a la vez que se vestían con los trajes que habían comprado para la ocasión.
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– ¿Viste la cara de Sanji cuando Zoro no aparecía para el vals? – dijo Luffy. En sus brazos tenía al pequeño Zeff, que cayó totalmente dormido por haber jugado toda la tarde.
– Fue muy divertido. Menos mal que Nami-ya lo pudo encontrar. – Law retiró al pequeño de Luffy para dejarlo en su cuna. – Aunque no lo culpo. Solo a tus amigos se les ocurre hacer el evento en medio del bosque. Se sabía que con demasiado espacio, ese idiota encontraría la forma de perderse.
Law se sentó al lado de Luffy en el sofá.
–¿Cuándo volverán? – preguntó Torao.
– En dos días. Sanji estaba muy ansioso por dejar a Zeff, por eso su luna de miel será tan corta. Es una pena por ellos.
– Debieron pensarlo mejor antes de tener un bebé sin haberse casado.
Luffy, al escuchar sus palabras, se removió en su puesto.
– ¿Ocurre algo?
– Bueno, sí. Ya que piensas así, ¿deberíamos casarnos? – Dijo Luffy sin más. – Lo pensé todo el día, y tienes razón. Amaré a tu hijo, ya sea que tenga tu sangre o no, así que te iba a decir que adoptemos lo antes posible, pero según lo que dices, primero hay que casarnos.
Law abrazó repentinamente a Luffy, tan fuerte que el más bajito pensaba que iba a quedarse sin oxígeno.
– Sí. Casémonos. – se apartó un poco, dándole pequeños besos a su novio por todo el rostro. – Fui muy tonto, ¿cómo no se me ocurrió primero?
Luffy sonrió, y en voz baja para no despertar al pequeño bebé, continuaron hablando hasta altas horas de la mañana. Ambos estaban tremendamente emocionados, porque al fin, serían del otro.
¿Quién necesitaba una marca?
Con que sus amigos los vieran jurándose amor en un altar era más que suficiente. O incluso sin el altar. Solo necesitaban el amor del otro.
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Esto es todo para Entre Alfas. Gracias a todos por leer.
No creo que me haya terminado de acostumbrar a escribir Lawlu, pero de todas formas, lo intenté. Los volveremos a ver en un futuro en otra historia, aun no sé si como pareja principal o secundaria, pero ahí estarán.
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Entre Alfas (LAWLU)
Short StoryLaw es un alfa, Luffy es un alfa. Es un gran problema cuando los dos quieren dominarse el uno al otro y simplemente no pueden porque sus feromonas chocan. Entre el amor que ellos se tienen y la repulsión que sienten entre sus castas, ¿qué ganará? H...