Prado (Cap 9)

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Ya estamos llegando —Advierte Kaden apresurando sus pasos, yo mantengo mi ritmo con desinterés.

—Solo te acompaño por una órden de mis padres, que conste que no me interesa estar contigo. —Expreso con mala cara, Kaden no reacciona solo sigue su camino ignorando mi presencia. Él se detiene en medio de un velo Prado repleto de flores y animales como abejas y aves, de pronto se deja caer sobre las flores.

—Uh.. —Me quedo quieta en el Prado, Kaden se mantiene acostado en las flores con los ojos cerrados, no me mira ni un segundo, yo me siento en el pasto pensativa, solamente miro hacia el cielo que ahora se ve muy bello con ese brillo del sol y las nubes que lo adornan.

—Y.. ¿Vienes aquí seguido? —Pregunto mirando a Kaden, él asiente y sigue con los ojos cerrados.

—¿Qué pasa?, ¿no querías hablar? —Interrogó acercandome sutilmente.

—No —Aclara de forma cortante, un ave se posa en mi muslo, siempre le he provocado seguridad a los animales.

—Hola cosita. —Digo mirando al ave en mi muslo, el pájaro es de un color azul y púrpura, sus ojos negros me miran.

—Yo no tocaría esa ave si fuera tu. —Enuncia Kaden al mismo tiempo que yo estaba acercando mi mano al plumaje del ave, me detengo y lo miro.

—¿Ahora sí hablas? —Digo con sarcasmo, Kaden se levanta y me mira  aún sentado en el césped.

—Prefiero dejar mi orgullo, no deberías tocar ese pájaro. —Advierte Kaden, yo miro el ave que parece inofensiva, pienso en contradecirlo pero Kaden se adelanta y ahuyenta a la criatura con una piedra.

—¡Oye!, el pájaro no estaba haciendo nada malo.

—Aún. —Me interrumpe Kaden, provocando un disgusto en mi ser.

—Yo vivo por esta zona y se lo que digo, créeme que soy una persona que detesta las mentiras.

—Pues que mal por tí, ya que no te creó. —Pronunció cruzandome de brazos, el se ríe por ello.

—Te comportas como una niña pequeña para ser hija de los Qudaibergen.
—Murmura divertido mientras lanza una piedra que atrapa rápidamente en un bucle.

—Tu tienes un comportamiento muy bipolar para ser un Higgins. —Pienso con molestia.

—Creo que no te agrado mucho por lo visto. —Dice deteniendo la piedra en el aire, yo lo miro solo por un pequeño instante.

—Me agrades o no, no tiene la menor importancia, mientras te soporte y tu me soportes esta bien. —Expresó mirando el bosque, Kaden se detiene a mirarme.

—Tu forma de pensar es muy insensible —Exclama dejando la piedra en el suelo.

—Eso no importa —Digo mirando hacia el cielo, luego bajo mi mirada hacia Kaden, lo miro atentamente desde la distancia corta entre nosotros.

—Ven aquí —Dice Kaden

—¿Para qué o qué? —Pregunto mirándolo, el hace una seña al viento, parece referirse al frío.

—¿Qué te vas a poner confiando o qué?
—Kaden vuelve a hacer la seña, yo me rehusó. Pasan los minutos y las nubes cubren el sol provocando que ya no se sienta su calor, el viento me en vuelve casi al punto de hacerme temblar.

—No sea terca señorita, venga aquí.
—Dice Kaden mirándome, yo suspiro y me levanto del suelo.

—Bien.. —Camino hasta él lentamente, me siento a su lado un poco alejada.
—¿Qué quieres?

—Solo no quiero que te resfries. —Dice Kaden quitándose él saco, luego se acerca y me cubre con el.

—Me quedo en silencio mirándolo extrañada, se me hizo un poco raro ese detalle. —¿Por qué importaría?

—Porque estarías más irritable qué de costumbre, y apenas te soporto. —Me dice molestandome.

—Tu eres muy irritable. —Digo mirando la puesta de sol.

—Incluso siendo irritable me preocupo. —Exclama poniéndose de pie con un salto. —Dame la mano.

—No. —Me levanto sola aún con el saco cubriendo mi espalda.

—Bueno como quieras —Dice alzando los brazos en señal de rendición mientras caminamos por el césped.

—¿Qué haremos al llegar a la mansión?
—Pregunto mientras camino ya en en bosque.

—Pues nada, comer y luego dormir.
—Enuncia con tranquilidad.

—Uh, bueno.

—¿Por qué la pregunta?, ¿quieres hacer algo más?. —Me interroga arqueando una ceja.

—No, solo era una duda. —Respondo tronandome los huesos de los dedos. Seguimos caminando por casi media hora hasta llegar de nuevo a las rejas de la mansión. Kaden solo mira a lo guardias para que le abran las puertas de la reja.

—Te respetan mucho. —Digo mirándolo.

—Tienen que hacerlo, soy su jefe. —Me responde. Yo lo miro con confusión.

—¿Jefe?

—Si jefe. —Aclara cuando llegamos a las puertas de la mansión, no abren las puertas y pasamos. —Bueno, hasta aquí llegó el recorrido. —Dice alzando su mano queriendo que la tome para despedirme.

—Pues sí, fue rápido. —Digo tomando su mano. El besa mi mano y la suelta.

—Adiós Madame Cailín. —Comunica y se retira formalmente, yo lo despido con la mano.

—Adiós —Murmuro bajo mirando el saco de Kaden, luego voy a cenar donde Kaden no se encuentra, terminó y subo a mi habitación, allí me duermo de nuevo.


CaprichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora