006. El Laberinto.

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   Las pruebas no se veían nada fáciles. Cuarenta minutos corriendo sin parar, cinco de descanso, veinte lagartijas, veinte abdominales, veinte sentadillas y al menos seis minutos de plancha. Por un momento, pensó que el verdadero objetivo de Minho era matarlos, porque incluso los corredores tenían cara de susto. Sin embargo, él tampoco les dio mucho tiempo de reacción, porque pronto puso el cronómetro de su reloj.

   Marie fue la primera en echar a correr. Si eran cuarenta minutos de resistencia, no era una carrera, así que lo importante era respirar bien y llevar un ritmo constante. Los corredores no pensaron lo mismo, porque rápidamente la habían alcanzado dando grandes zancadas e intentando ir unos por encima de otros. Marie no le prestó mucha atención a eso, esperó que Minho tampoco lo tomara, porque a esas velocidades, era más que claro que no iban a aguantar tanto tiempo a ese ritmo aunque bueno... Ellos son realmente corredores, quizás esa era una de las pruebas, velocidad y resistencia. Marie sabe que no puede dar más que esa constancia y, aunque no iba a un mal ritmo, las dudas comenzaban a atacarla. Sacudió su cabeza al tocar la próxima esquina como había indicado Newt en la explicación y frunció el ceño pensando en otras cosas. Si se centraba en el dolor de su abdomen al correr o el de su cuello al tomar respiraciones largas no duraría ni diez minutos, así que empezó un juego de decir las cosas en su mente que veía a su alrededor. Absolutamente todo.

   Quiso parar al ver algo en el bosque que llamó su atención, pero no podía parar, así que continuaron corriendo.

   Tras treinta minutos, los corredores respiraban como si estuvieran muriendo y, un par de ellos, pararon indicando que no podían más, quedando descalificados. Marie frunció el ceño, ella respiraba agitada, pero iba bien realmente. En poco tiempo, aún manteniendo el mismo ritmo que al principio, acabó adelantando a los cuatro corredores restantes, que habían bajado considerablemente de ritmo durante el tiempo, ella ya iba una vuelta más que ellos y eso era decir muchísimo, porque El Claro resulta ser bastante grande.

   Cuando el tiempo terminó, ella estaba al otro lado del lugar, así que hasta que no escuchó los gritos de Newt, no se enteró de que había terminado. Aún así, siguió trotando hasta que llegó allí y se desplomó en el suelo a respirar con tranquilidad durante los cinco minutos libres que tenían. La gente comenzaba a murmurar mirándola, pero se concentró en el sonido de su corazón, que parecía querer salirse por su garganta.  De repente, sintió agua por todo su rostro y se levantó de golpe tosiendo y mirando a Minho, que reía a carcajadas mientras sostenía un botellín de agua vacío en su mano.

- ¡Minho! - gritó ella intentando darle una patada, que el chico esquivó ágilmente.

   Aunque lo agradecía, el agua le había venido bien. Había amanecido hacía un buen rato y ya empezaba el calor del día a hacer mella. Cuando su respiración se hubo normalizado, Minho avisó que quedaban segundos para empezar la próxima prueba, así que se puso en pie lista para empezar. Fue Newt quien dio la salida y todos ellos comenzaron a hacer las veinte lagartijas que el asiático les había mandado hacer.

   Marie pronto descubrió músculos que no sabía que existían a lo largo de la realización de las pruebas. Intentó no morir de la vergüenza, porque estaba segura de que tenía las mejillas rojas y el rostro empapado en sudor.

   Con el pasar del tiempo, sus camisetas se fueron bañando en sudor y otros dos chicos se retiraron en cuanto se abrieron las puertas del laberinto, cayendo al suelo. Quienes parecían mantener un buen ritmo eran ella y otro chico, Ben. Él también era corredor y era el único que también había mantenido un ritmo constante durante la prueba de resistencia, aunque al final había bajado un poco de ritmo casi quedando a su altura.

   Y, entonces, empezaron la plancha los tres. Sin embargo, Marie levantó la mirada por algún casual, bañada en sudor y con el cuerpo tembloroso mientras aguantaba. A su lado, estaba Ben, que se veía un poco mejor que ella.  Marie se levantó de repente mirando las puertas.

EL CORREDOR DEL LABERINTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora