Kim Jisoo
La maternidad es tan increíble cómo pensé que sería, y más.
Yeji no es un bebé de ensueño. Se pone nerviosa. Llora sin razón alguna. Pero la amo más de lo que las palabras pueden decir.
Yeji come, duerme y crece, y cada día que pasa se inserta más y más en mi corazón. ¿Y Rosé? Está más allá de las palabras. Nunca imaginé tener una pareja a mi lado, nunca contaba con tener su mano firme o su dulce disposición para ayudarme a superar los momentos difíciles. Y, Dios, es todo.
Una parte de mí ni siquiera puede creer que alguna vez haya querido hacer esto sola. Compartir la alegría, los momentos dulces y también los difíciles, es la mejor parte de mi día. Amo a mi maldita esposa. Y créeme, no soy una diosa doméstica. A veces es un milagro que me aguante. Con mi llanto hormonal, mi amor por el vino y mi necesidad de espacio. Pero ella me entiende.
Y ahora las cosas están a punto de cambiar una vez más. Mi licencia de maternidad está a punto de terminar y, sinceramente, me muero por volver al trabajo. La maternidad es increíble y Rosé jura que me sienta bien, pero estoy ansiosa por volver a mi tienda y a una rutina normal en la que me ducho antes del mediodía y no tengo pérdidas en los senos.
La tienda nunca ha funcionado mejor. Después de firmar para formar parte de Baxter Books, un equipo de marketing vino y evaluó mi negocio, añadiendo capas de marketing, relaciones públicas y apoyo publicitario. Las ventas se han disparado, pero he tenido que creer en la palabra de Jennie.
-Cariño, estoy en casa-, la voz de Rosé llama desde el pasillo, y mi corazón se hincha.
Mi todo. Mi roca. Ya está en casa.
-En la cocina-, vuelvo a llamar, tirando un recipiente de champiñones en una sartén salteada rociada con mantequilla.
Quería que todo fuera especial esta noche, la última noche de mi permiso de maternidad. Tengo filetes marinados en la nevera, y una botella de merlot abierta y descansando en el mostrador. Yeji está disfrutando de un poco de tiempo boca abajo en una manta cercana en la sala de estar, y su último biberón de la noche se está calentando.
- ¿Qué es todo esto?- Rosé pregunta, deteniéndose para darme un beso en la nuca.
-Estaba pensando que podríamos tener una buena cena juntas una vez que Yeji se haya ido a la cama.
Rosé me sonríe como si aprobara esta idea.
Esperaba estar más preparada que mi cola de caballo y mis pantalones de yoga cuando ella llegara a casa. Pero, oye, la casa está recogida y, lo que es más importante, me he duchado y me he afeitado mis partes femeninas. Creo que eso es una victoria. Porque, Dios mío, se estaba convirtiendo en una jungla.
La primera vez que intentamos tener sexo después de tener a Yeji fue un desastre. Fue tan malo -tan doloroso e incómodo con mi leche materna supurando y Yeji llorando desde la otra habitación- que nos dimos por vencidas y evitamos todo el asunto durante las últimas semanas.
Pero esta noche, he terminado de esperar. Quiero a Rosé. Quiero mostrarle lo mucho que la amo. Lo mucho que la aprecio. Qué tan sexy es. Voy a saltar sobre los huesos de mi esposa... Sólo espero que nuestra bebé coopere.
Rosé toma dos copas de vino del gabinete y me da un beso en la mejilla. -Estoy impresionada. Esto se ve increíble.
Coloco mis brazos alrededor de sus hombros, apoyándome en ella, inhalando su aroma y sonriendo. -Te amo.
-Te amo más-, dice.
Cuando me libera, va a buscar a nuestra bebé. Podría escucharla arrullar y hablar con ella con esa dulce voz que Rosé reserva sólo para ella.
-Ven aquí, princesa-, susurra mientras levanta su pequeño cuerpo contra su hombro, y luego me mira a mí. - ¿Debería darle un baño ahora?
Asiento. -Y le puse unos pijamas arriba.
Sonrío al verlas dirigirse a su habitación. No hay nadie que me gustaría tener a mi lado más que a Rosé.
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Little help |Chaesoo (G!P)
FanfictionNos conocimos en un ascensor atrapado. Rosé iba de camino al trabajo, sofisticada y guapa con su traje femenino y corbata. Yo iba camino al banco de esperma. Incómodo, ¿verdad? A los treinta años, mi vida no había tomado el camino que yo pensaba qu...