Capítulo 11: "Conociendo (el Sur)"

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Al llegar al hogar de Fabio, nos invitó a entrar a la casa y pasar a las habitaciones para acomodarnos

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Al llegar al hogar de Fabio, nos invitó a entrar a la casa y pasar a las habitaciones para acomodarnos. Él entró detrás de nosotros con un "Acomódense, no se van a quedar tanto" de bienvenida. Su casa tenía un sillón enorme de cuero junto a la puerta y una mesita ratona barnizada con un pequeño y corto mantel tejido en lana blanca con bordados de flores rosas y rojas.

-Que lindo, me gusta- opinó Clara.

-¡Ay, sí amiga! Es divino- la ofendió el dueño del lugar.

-¿Tenés botiquín?- pregunté.

-Sí, en la última puerta del pasillo está el baño. Sacá de ahí lo necesario.

Fui corriendo y entré. Las alfombras estaban hechas con la misma lana blanca con bordados de flores rosas y rojas que aquel mantel antes mencionado. Dato no menor, el inodoro tenía una funda de lo mismo. Mismo patrón de flores, misma cantidad de hiladas. El espejo del mueble, ubicado encima del lavamanos, tenía varias marcas...Rayas, moho y marcas. Allí dentro estaba el botiquín.

-Vení, Tobi- lo llamé.

-¡Ahí va!- se comenzó a acercar, con la ayuda de las chicas, hasta el baño.

Limpié la sangre de la herida con agua oxigenada y la vendé. No era nada grave, si hubiese sido envenenamiento, ya estaría él muerto y nosotros cada vez más cagados. Las chicas fueron a guardar las cosas a la habitación que Fabio nos prestó por aquel día y nosotros volvimos a la sala de estar, donde estaba él entrando las cosas que tenía en la camioneta. Cajas de zanahorias, papas, cebollas y frutas surtidas. Arroz, fideos, harinas y bolsas de azúcar. Llevaba todo él solo hasta la cocina y lo guardaba debajo de la alacena más grande que había. Sin duda, quiero ser como él en el futuro.

-¿Lo puedo ayudar?- me ofrecí, mientras mi amigo se dirigía a acompañar a las chicas.

-No.

-Bueno, pero si necesita algo, lo que sea...

-No- me volvió a interrumpir-. Yo puedo solo.

-Está bien, Fabi.

-¿Cómo mierda me llamaste?

-Fabi, apodo de Fabio.

-Odio los apodos.

-Pero, ¿puedo decirle así? Algo de nosotros dos.

-No. Olvidate de eso de "Nosotros dos". No.

-Sí, lo sé. Pero yo decía...

-¿Me hacés un favor?

-Sí, Fabi...o.

-Andá a ver si la baldosa de por allá se volvió a salir- me la señaló.

-¿Cuál?

-La de allá.

-Pero, ¿cuál? Indicamela.

-La que está al lado tuyo- siguió.

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