Capítulo 21: ¿Juntos?.

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De la nada abrí los ojos. Estaba Clara sin su remera y yo sin la chomba que le saqué a aquel hombre. Suspiré vagamente mientras separaba mis labios de los suyos y la miraba fijamente. Tenía su pelo hacia un lado y los labios abiertos. Sus ojos irradiaban amor. 

Bueno, pasión y lujuria en realidad. 

Un bretel de su corpiño estaba caído así que lo acomodé yo mismo. Ella hizo lo mismo con uno de mis mechones de pelo. Nos reíamos de solo mirarnos. 

¿Será que debimos estar juntos desde un principio? ¿Será que todo esto pasó para que estemos juntos? No lo creo. Pero si así fuera no me sorprendería. 

-¿Estás bien?- me preguntó mordiéndose el labio.

-Sí...-respondí tratando de sacarla sangre que de su labio salía con mi dedo- ¿Soy muy malo besando?

-¡No!- comenzó a reír alocada-¿Por qué preguntás?

-Te rompí el labio- dije inocentemente.

-Eso es lo que le da el toque- respondió entre risas y sonrisas.

-¿Cómo fue que todo esto pasó?

-No sé, pero no me arrepiento de nada. 

Acercó su cabeza a la mía e intentaba volverme loco. Mordía sus labios. Jugaba indirectamente con mi cabeza. Empezaba por mis ojos pero yo sé que ella quería acabar en mi boca.

Ya me estoy conociendo aquellos trucos, según yo son de lo más injusto. 

Todo se ha vuelto profundo entre los dos, nos comemos enteros aunque jamás pensamos en estar juntos. Pase lo que pase, espero que nunca me reclame. Yo me tropecé con su boca, pero es por lo loca que está. 

 

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-Deberíamos irnos- le dije al oído mientras ella besaba mi pecho. 

-¿Ahora?

-Debemos encontrar comida y un lugar seguro. Quiero dormir, hace dos días que mi cuerpo no descansa. Si no nos vamos ya, no sé cuanto más duraré con energía. 

-Está bien, vamos. 

Me paré y busqué mi camiseta. Agarré la remera de Clara y se la di en la mano. Me vestí y me lave las manos con el agua azul. Comenzaba a caminar pero ella ya se había adelantado. Corrí hasta llegar con ella.

-¿Por qué no te pusiste la remera?- pregunté curioso tratando de no mirar tan obviamente su pecho.

-Hace calor.

-Bueno, sí. Pero tal vez te gustaría ponértela.

-¿Te molesta? ¿Tanto te molesta que esté así en frente tuyo?

-No, pero es que...Nada. Está bien.

-¿Te gustaría estar conmigo?- me preguntó.

-¿Estar? ¿En qué sentido? 

-Si voy a morir no quiero morir sola. 

-Pero estoy yo, no morirás sola.

-¿Querés ser mi novio? ¿Sí o no?- giró y me miró. Choqué con su cuerpo.

-Sí.

-Genial- comenzó a reír otra vez, de la nada.

Seguimos caminando, en silencio. Ella iba a mi izquierda y el sol nos quemaba. Me saqué mi camiseta por el infernal calor. Agarré la mano de Clara sin decirle nada. Reaccionó con los ojos abiertos y volvió a acomodar su pelo hacia el costado. 

Empezamos a escuchar voces y miramos hacia atrás. Fabio y sus criados habían encontrado el cuerpo del señor de la canoa. Trató de acercarse a él pero no pudo. Envió a otro a que se tire a nadar y saque el cuerpo. 

Con Clara no nos movimos, sino que caminamos a la misma velocidad con la que ya veníamos. No queríamos hacer ruido. 

Justo se acercaba una curva, por donde cruzamos la calle y seguimos caminando agarrados de las manos. 

Nos escondíamos bajo los árboles. Esos hermosos árboles que han sido nuestros compañeros durante estos días. Aquellos árboles de los cuales nos aprovechamos sin cesar, aunque jamás hagamos nada por ellos. 

La naturaleza es increíble.  

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