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Jeremías

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Jeremías.

Me desperté y me di cuenta que la Isi no estaba en la cama, así que me levante y la vi en la cocina haciendo desayuno. Se había cambiado ropa, se veía linda pero se ve mejor con mi ropa.

–¿Y uste? —pregunté abrazándola por la cintura—. Me dejaste solito.

–Para que tomemos desayuno.

–¿Le ayudo?

–Si vai a tomar té saca tazas.

–Hay bebida también por si quiere.

–Yo quiero tecito nomas.

Yo saque 1 taza, 1 vaso y los puse en la isla de la cocina, también saqué platos y pan. Ella terminó de hacer la palta y se sentó frente a mi.

–¿Cómo dormiste? —me pregunto.

–Bien ¿y uste?

–Bien igual, pensé que habías dormido aplastado.

–¿Por qué?

–En la mañana estaba abrazandote.

–Tu cuerpecito me extraña.

–No —se rió y le dio una mordida al pan.

–Puro que no te queri dejar conquistar —ella me saco la lengua—. Con esa misma me dabai besos.

–Ya te pusiste cochino, estamos tomando desayuno —me dijo.

–Uy si eri fina —me reí.

–Pesaito —yo le saque la lengua y ella rodo los ojos.

[...]

Estábamos en el sillón mientras yo tenía mi cabeza en las piernas de la Isi tranquilito hasta que se escuchó el timbre.

–¿Esperai a alguien? —me pregunto.

–No, a lo mejor es el Mateo pero ese weon tiene llaves —dije levantándome del sillón.

Fui a abrir la puerta, era la Catalina. Cage.

–Hola mi amorsito, ¿por qué no me contestai? —se acercó a mi y en lo que no reaccioné ella me dio un beso.

–¿Que tai' haciendo acá loca? Te dije que no te quería ver más —la aleje de mi.

–Ya po, si me extrañai igual.

Ella se acercó a mi de nuevo para darme un beso y yo corri la cabeza, en ese momento vi a la Isi pasar por un lado e irse sin decir nada.

–¿Que wea? —dijo la Catalina.

–No volvai más, entiende —le dije.

Eri solo tu - 𝐽𝑒𝑟𝑒 𝑘𝑙𝑒𝑖𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora