Con el sol brillando en lo alto y el aire lleno de tranquilidad, se sentaron juntos en la habitación del hospital, listos para conversar como solían hacerlo.
Comenzaron hablando de cosas triviales, compartiendo anécdotas divertidas y risas contagiosas. Mencionaron sus comidas favoritas, las películas que habían visto recientemente y las canciones que tenían en mente. Megumi disfrutaba de estos momentos de ligereza, aprovechando la oportunidad de escapar del peso de su enfermedad, aunque solo fuera por un rato.
A medida que la conversación avanzaba, Megumi no pudo evitar reflexionar sobre su deterioro. Los efectos de su enfermedad habían ido en aumento, dejándolo más cansado y físicamente debilitado. Aunque lo mantenía oculto en su interior, confiaba en Itadori para compartir sus pensamientos y preocupaciones individuales.
"Itadori a veces me siento abrumado por mi deterioro físico", confesó Megumi en un susurro, su mirada buscando la de su Itadori. "Me pregunto si podré seguir adelante, cada día estoy peor".
Itadori asintió con comprensión, su expresión llena de empatía. "Megumi, sé que no es fácil, pero debes recordar que no estás solo en esto. Estoy aquí. Juntos podremos superar cualquier obstáculo que se presente".
Las palabras de Itadori resonaron en el corazón de Megumi, recordándole el valor que había encontrado en él y el apoyo que siempre había estado presente. Una sensación de gratitud y determinación llenó su ser, pero también sabia que no podrían cambiar su muerte, estaba asegurada su muerte y no podía hacer nada, aceptó su realidad y decidió encontrar formas de adaptarse y seguir adelante.
Con el tiempo, la conversación se fue desplazando hacia temas más profundos y personales. Megumi compartió sus miedos y sueños, sus esperanzas y frustraciones. Itadori, con su escucha atenta y su voz reconfortante, ofreció palabras de aliento y perspectiva.
A medida que el día avanzaba, compartieron momentos de silencio cómodo, permitiéndose simplemente estar presentes el uno para el otro. En esos momentos, no se necesitaban palabras para entenderse y sentirse mutuamente reconfortados.
El resplandor del sol descendió gradualmente en el horizonte, anunciando el final del día. Megumi y Itadori intercambiaron una mirada llena de gratitud y aprecio. Aunque enfrentaban desafíos individuales.A medida que las semanas y los meses pasaban, el vínculo entre Megumi y Itadori se fortalecía. Juntos enfrentaban los altibajos de la enfermedad de Megumi.
Los días se convirtieron en una rutina de visitas regulares, donde Megumi esperaba con entusiasmo la llegada de Itadori. Compartían risas y conversaciones de todo tipo, desde trivialidades hasta pensamientos más profundos. Pero también había momentos de silencio llenos de complicidad y comprensión, donde no era necesario decir nada para entenderse.
En medio de la incertidumbre y el deterioro físico, Megumi encontró consuelo en la presencia constante de Itadori. Sabía que podía confiar plenamente en Itadori para compartir sus sentimientos más profundos y encontrar aliento en tiempos difíciles.
Itadori nunca dejó que el desánimo se interpusiera en su camino. Siempre traía consigo una sonrisa radiante y un aura de positividad que llenaba la habitación de esperanza. Sus palabras de aliento y su amor incondicional fueron un bálsamo para el corazón de Megumi, infundiendo fuerza y determinación en su espíritu cansado.
A medida que los síntomas empeoraban, Megumi también encontraba apoyo en Itadori. Si bien no había una cura milagrosa, la atención compasiva y los cuidados paliativos le brindaron cierto consuelo y comodidad.
En cada visita, Itadori se involucraba activamente en las conversaciones con el equipo médico, buscando opciones y soluciones que pudieran aliviar el sufrimiento de Megumi. Su dedicación y amor por Megumi eran inquebrantables.
Megumi se dio cuenta de que aunque su cuerpo pudiera debilitarse, estaban juntos, recordándose mutuamente que el tiempo que compartían era precioso y significativo.
En esos momentos, la realidad de su situación se hizo más evidente, pero también se hizo más manejable. Megumi aceptó que la vida tiene tanto belleza como dificultades, y decidió aprovechar al máximo cada día que le quedaba. Su determinación por encontrar alegría y sentido en los momentos más simples se intensificó.
Oh, pero... A Megumi solo le quedaban máximo 3 meses de vida.
Hola, perdón, perdón por tardar tanto en actualizar, tenía muchas cosas que hacer de la escuela.
Discúlpenme por que el capítulo es demasiado corto, se me fue la imaginación (ya ni me acordaba de que trataba la historia), me recuperó en esta semana.
Gracias por esperar tanto.
Adiós. 😿
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Echoes of love (ItaFushi)
FanficA Megumi le molestaba no poder dormir, le estresaba y se sentia horrible. A Itadori le molestaba que Megumi no lo pudiera hacer, que no pudiera dormir.