Capítulo 0: Hiroki, La Fragilidad Iluminada

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Hiroki, en el patio de la escuela, es una figura enigmática envuelta en su propia melancolía. Su postura refleja el peso invisible que lleva sobre sus hombros, cada paso parece un esfuerzo titánico en medio de la oscuridad que lo rodea. Su cabello oscuro cae sobre su rostro, como una cortina que intenta ocultar la tormenta emocional que lo consume. 


Los ojos de Hiroki, ventanas hacia su alma, revelan una tristeza profunda y una búsqueda desesperada de significado. En la mirada perdida de Hiroki, se reflejan los remolinos de pensamientos oscuros que lo acosan, como sombras que danzan en la penumbra de su mente. Apesar de la carga que lleva, hay un destello de resistencia en sus ojos, una luz tenue que aún no se apaga por completo. 


Viste con el uniforme escolar, pero la manera en que lo viste revela la desgana y la indiferencia hacia su entorno. Cada paso parece una lucha, como si caminara a través de la vida con una pesada cadena atada a sus tobillos. Hiroki es un cuadro de fragilidad, pero esa fragilidad está iluminada por la chispa de la resistencia interna. 


En su rostro, se pueden ver las marcas de batallas emocionales, cicatrices que cuentan historias de desafíos enfrentados en soledad. Aunque la oscuridad lo rodea, Hiroki no ha perdido por completo su brillo interior. Aún hay esperanza, incluso en la sombra más densa.


El Peso de la Oscuridad 


Hiroki camina solo por los pasillos del colegio, una mochila pesada en sus hombros y una carga más pesada en su corazón. Los murmullos de los estudiantes llenan el aire, pero para él, son solo ecos distantes. 


Las aulas bulliciosas y los pasillos llenos de risas y conversaciones parecen ajenos a Hiroki. Sus ojos, ocultos detrás de un flequillo desordenado, rara vez se alzan para encontrarse con miradas curiosas o amigables. Él ha aprendido a caminar por los pasillos con la cabeza baja, tratando de ser invisible en un mundo que no parece entender su dolor. 


Cada paso resuena con la carga de un estigma invisible, que marca el camino de Hiroki a través de la oscuridad de su propia mente. Aunque sus compañeros de clase están a su alrededor, él se siente solo, envuelto en una bruma de melancolía que parece no tener fin. 


El sonido de risas y murmullos sigue a Hiroki, una presión constante en sus oídos. A medida que se acerca a su casillero, los susurros se intensifican, alimentando las sombras que comienzan a danzar a su alrededor. Las sombras son compañeras inesperadas, que surgen de la oscuridad de su depresión. Son criaturas silentes que se alimentan de sus miedos, creciendo con cada burla y desdén dirigidos hacia él. Hiroki, a pesar de la carga emocional que lleva, trata de enfrentarlas solo, como si revelar su sufrimiento fuera una debilidad inaceptable. 


Cada burla, cada mirada de desdén, es un golpe en su alma ya herida. Hiroki ha intentado enfrentar sus demonios solo, pero la soledad se ha vuelto más pronunciada en la compañía constante de las sombras que lo persiguen. Cada palabra hiriente es como un pincel que pinta sombras más oscurasen su interior. 


Una sensación abrumadora lo conduce a un rincón solitario del patio, donde las sombras lo envuelven como espectros insaciables. Hiroki suspira, experimentando el peso de la oscuridad en su pecho. El colegio, que debería ser un espacio de aprendizaje y desarrollo, se transforma en un campo de batalla emocional donde las sombras actúan como guerreras silenciosas, librando una lucha contra su resistencia. 


En el aula, Hiroki se sienta solo, sus pensamientos más oscuros le susurran al oído. 


Voz Oscura: (Susurra) No eres suficiente. Nunca serás suficiente. 


En el patio, algunos estudiantes se burlan de él, otros lo empujan sin razón aparente. 


Estudiante 1: Mira al perdedor solitario. ¿Por qué no te vas de una vez?

Estudiante 2: Nadie quiere estar cerca de ti. 


Hiroki se retira a un rincón tranquilo, suspirando mientras las sombras se ciernen sobre él. 


Hiroki: (Para sí mismo) Puedo manejarlo. Puedo hacerlo solo. 


Sin embargo, algo cambia en ese rincón solitario. Las sombras, antes inofensivas, comienzan a cobrar forma. Los susurros toman vida, y las voces oscuras que lo atormentaban adquieren cuerpos sombríos. Hiroki, al ver estas formas grotescas materializándose, entra en pánico. 


Las sombras, ahora tangibles, parecen acecharlo con una ferocidad renovada. Cada rincón del patio se llena con sus figuras ominosas, como espectros de sus miedos más profundos. La carga que Hiroki lleva se vuelve insoportable, y el pensamiento de escapar de estas sombras lo asalta.


 Hiroki: (Con desesperación) ¿Acaso... acaso es esto lo único que me espera? ¿La oscuridad siempre? 


Entre las sombras danzantes, Hiroki se encuentra reflexionando sobre su propia vida en comparación con la de los demás. Observa a sus compañeros riendo juntos y compartiendo momentos de felicidad. Para él, la brecha entre sus experiencias y las de los demás se amplía, sintiendo que habita en un mundo completamente incomprendido. 


Las risas de los demás resuenan en sus oídos como una melodía lejana, una canción de la cual él está excluido. Mientras observa las interacciones aparentemente sin esfuerzo a su alrededor, Hiroki se siente como un espectador atrapado en las sombras, incapaz de participar en la sinfonía de la vida que parece eludirlo. 


Hiroki: (En susurros) Todos parecen tan felices, tan libres de este peso oscuro que llevo. ¿Por qué no puedo tener eso? ¿Por qué me siento tan solo en medio de la multitud? 


La brecha entre su realidad interna y el mundo exterior se ensancha, alimentando las sombras que lo rodean. Cada risa parece un recordatorio cruel de la felicidad que se le escapa, dejándolo atrapado en un abismo de incomprensión y soledad.

Entre Sombras y EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora