Proteger

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"Cachorra..." un susurró llegó a los oídos de Jiyeon pero ella se negaba a renunciar al bello sueño que estaba teniendo.

"Cachorra..." ahí estaba de nuevo.

En medio de un gruñido abrió uno de sus ojos viendo a su mamá parado frente a ella con una gran sudadera que reconocía como propiedad de su padre. El omega lucía incluso más diminuto en el gran pedazo de tela, luciendo suave y abrazable a sus ojos.

—Mami —murmuró aún entre sueños.

El omega se sentó al filo de la cama. Jiyeon sintió un peso sobre su pecho y luego el aroma a lavanda endulzado levemente. Lo abrazó con fuerza y volvió a cerrar los ojos.

—Quiero helado de limón con almendras —murmuró Jimin.

—Pídele a papá que lo busque.

—Tuvo una emergencia en el hospital, no está —casi sollozó.

Jiyeon volvió a abrir los ojos, conectando casi al instante con los ojos de su padre. Estos estaban brillantes y resaltaban en lo oscura de la habitación. No podía negarle nada a esos ojos que tanto la consolaron de pequeña.

—Bien, voy yo —dijo en medio de un suspiro intentando despabilarse.

—Solo hay un pequeño detalle... ya no hay helado de limón... ni almendras.

Jiyeon gruñó con frustración, de verdad su cama se encontraba demasiado caliente y el ambiente fuera de ella muy frío.

—Mamá, son las 3 AM, ¿dónde conseguiré helado de limón con almendras?

—Hay una heladería abierta las 24hs, solo que esta al otro lado de la ciudad —Jimin puso esa mirada de cachorrito otra vez—. Anda, bebé y yo tenemos mucho antojo.

—Todo por ustedes —la alfa dejó una caricia en el vientre de su padre sacándole un ronroneo.

—Llévate mi auto —concedió Jimin. Todo sea por su helado—. Las llaves están en la mesa del recibidor.

Jiyeon se colocó una chaqueta de mezclilla sobre el pijama y tomando algo de dinero junto con las llaves, salió rumbo a cumplir el antojo de su padre.

La primera heladería a la que se dirigió, esa que su padre le dijo que estaría abierta, por alguna extraña razón no lo estaba. Suspirando, buscó en otras alrededor pero ninguna estaba abierta.

El tiempo pasaba y ella ya se estaba dando por vencida, no quería decepcionar a su padre pero las opciones se acababan. Como última acción desesperada llamó a su padre.

—Cachorra, ¿todo bien? ¿mamá y el bebé están bien? —la voz de su padre se tensó del otro lado de la línea.

—Mamá y bebé estaban antojados de helado de limón con almendras pero en casa no había más, recorrí casi toda la ciudad y nada está abierto —se quejó como una niña—. Necesito refuerzos...

Su padre rió al otro lado y eso logró que la chica se pusiera aún más nerviosa.

—Hay un pequeño puesto en la calle central, lo atiende una dulce omega llamada Soomin, está abierto toda la noche y solía sacarme de apuros cuando tu padre estaba embarazado de ustedes. Dile que le mando saludos.

—Eres el mejor, gracias papá.

Sin esperar respuesta, tomó el auto y condujo lo más rápido posible hasta donde le habían indicado. La verdad es que ya rogaba por su cama caliente, sus pies dolían por el frío y sentía que caería rendida en cualquier segundo.

Bostezó en grande antes de que el semáforo se pusiera en verde. Al final de la calle vio el puesto que sería su salvación y luego de aparcar a un costado, se bajó.

¿se agranda la familia? 𐙚 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora