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Traumante, simplemente traumante, había sido un brote psicótico asqueroso por parte del señor Pighim hacia la pobre niña que ahora estaba muerta.
Tania con la mirada traumada y caminando como un zombie con la niña cargada por su hombro y con la pala en la mano logro llegar al bosque en lo que era lo más lejano, estaba muy silencioso lo único que se escuchaba eran las ramas de los grandes árboles moverse por el aire y algunas hojas que pisaba Tania al caminar.
Los ojos de la castaña comenzaron a expulsar lágrimas, lágrimas saladas que se escurrían en silencio por sus mejillas, había quedado traumada por lo que sucedió que ningún sonido salía de su boca, ni un suspiro, ni un sollozo absolutamente nada. Se había quedado muda, sentía su lengua enredada en un rollito dentro de su boca, un nudo fuerte en su garganta, impotencia y el miedo que cada vez se hacia más grande, aquel fue capaz de matar a esta pequeña niña, ¿Qué clase de monstruo hace eso?.
Tania colocó a la pequeña a un lado y comenzó a cavar con algo de dificultad ya que la pala era muy grande, cavo y cavo mientras las lágrimas caían sobre su rostro.
Al hacer un hoyo en el cuál la niña podría entrar encajo la pala fuerte a un lado para poder tomar a la niña y colocarla en su "tumba", colocó una flor que arranco de uno de los arbustos que había ahí, no dijo nada tan solo lloro más mientras ponía su mano sobre el pechito de la menor, la pobre aún estaba con el vestido cubierto de sangre.
Desde aquel día las cosas en el orfanato cambiaron a peor, Tania no salía de su trauma, parecía ida, muerta, una zombie caminando por los pasillos sin decir ni una sola palabra, pero ella pensaba, pensaba en como salir y escapar de ahí o avisarle a alguien que viniera sobre lo que ocurría pero las palabras no le salían en ningún momento.
Tania protegía a las niñas o obligando las a ir al baño siempre antes de ir a sus habitaciones, no beber tanta agua antes de dormir y rezar, rezar siempre. Tuvo que mentirles sobre Sofia alegando que había sido adoptada y llevada a otro país.
Ahora cada que el señor Pighim se acerca un poco a ella, Tania comenzaba a temblar y ponerse muy ansiosa, estaba asustada. Una idea no salía de su mente, la de Melody, Melody jamás se iría sin despedirse ni tampoco dejaría su camisón favorito tal vez aquel hombre le había echo lo mismo, no no que horrible Melody.
La castaña siempre estaba inquieta en su habitación, nerviosa procesando lo que sucedió a su alrededor, la imagen de la niña llena de sangre y tierra frente a ella la atormentaba por no poder ayudarla.
─── Tania ─── la mencionada chica giro su cabeza con rapidez viendo a aquel viejo entrando a su habitación ─── Quiero que limpies todo los pasillos, está echo un desastre, ve por las cosas para limpiar y ahora que tal vez venga una pareja a ver a las niñas.
Cómo una marioneta ella obedeció, busco las cosas en el almacén de afuera y fue limpiando todos los pasillos hasta casi llegar a la parte baja, en dónde están algunas cosas de generadores o máquinas que ayudan a funcionar el orfanato, un radiador de ahí siempre hacia mucho ruido y mientras más te acercabas más ruido se escuchaba, ese lugar era muy oscuro pero Tania solo lo ignoro, aquella pareja nunca bajaría aquí así que no importa si está limpio o no.
─── Termine ─── menciono Tania con la voz muy baja y seca.
Se fue a su habitación y se encerró en ella, ahora se sentía aún más sola, su mente y su soledad jugaban mal contra ella.
─── Qué haces ahí?, prepara a las niñas para la pareja ───.
Aquella joven castaña ahora era la sirvienta y encargada de limpiar todo el lugar, era agotador pero así podía estar siempre al cuidado de las niñas y protegerlas de aquel hombre obeso y barbon.