𝐓𝐀𝐄𝐊𝐎𝐎𝐊 | En las alianzas de su matrimonio, Taehyung y Jungkook tejieron sueños y promesas, creyendo ciegamente en que su union sería para la eternidad.
Taehyung, un hombre reservado y profundamente inmerso en sus objetivos y metas de vida, v...
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Taehyung
Desde el momento en que el jet privado despegó de Dubái, un zumbido de anticipación llenó cada fibra de mi ser. La adrenalina de haber cerrado un acuerdo monumental aún vibraba en mis venas, y la urgencia de compartirlo con Jungkook se intensificaba a medida que el avión cortaba las nubes.
Sentado cómodamente en mi asiento de cuero, saqué mi Tablet y comencé a navegar por la página de una exclusiva joyería.
"Esto merece una celebración especial" murmuré, seleccionando un juego de aretes, pulsera y collar de oro con diamantes incrustados. El precio era un mero detalle; lo compré sin titubear.
Le envié un mensaje rápido a mi secretario, que estaba sentado unas filas más atrás, instruyéndole que, en cuanto aterrizáramos, lo recogiera junto a los chocolates más caros que pudiera encontrar. Jungkook siempre había tenido un gusto exquisito, y quería que todo estuviera perfecto para calmar sus pataletas y por qué no, también sorprenderlo.
El aterrizaje fue rápido, y al bajar del avión, uno de mis asistentes ya me esperaba con todo preparado: la elegante caja de bombones con licor, y las deslumbrantes joyas. Con un gesto de aprobación, tomé todo y me dirigí hacia el coche. Mark conducía de regreso a casa, y yo, con una mezcla de felicidad estaba revisando las estadísticas de la empresa, como iban en ascenso.
Esto merece una jodida celebración.
Luego de unos minutos de viaje, llegué a casa y al entrar en ella, la encontré inusualmente sombría y tranquila, lo que atribuí al cansancio de las tres largas semanas llenas de proyectos y supervisiones.
Pero lo valió, malditamente que sí.
"¡Mi amor!" grité con entusiasmo, esperando ver su rostro iluminarse al escucharme como siempre.
Él apareció en el umbral de la cocina, su expresión desconcertada, una sonrisa ¿Forzada? No lo sé con certeza, adornaba su rostro, los ojos inexplicablemente apagados. En el momento, mi corazón se hundió un poco, pero la emoción del contrato tomó el control. Me acerqué y lo abracé, levantándolo del suelo, girando en un torbellino de alegría mientras le robaba un beso delicioso.
"¡Vamos a ser aún más ricos, cariño!" exclamé, riendo, mientras él apenas asentía.
Luego le entregué los regalos uno por uno. "Estos son para ti, cariño. Para celebrar y que no digas después que no pienso en ti" dije con burla recibiendo una reacción sumisa de su parte, casi mecánica, aceptando los obsequios con un simple "Gracias" algo no estaba bien, pero la fatiga del viaje me impidió indagar más.
Dándole un último beso, desaté mi corbata y comencé a subir las escaleras hacia nuestro dormitorio, necesitaba refrescarme. Sin embargo, algo me hizo detener. Me giré hacia él, que aún estaba en el vestíbulo con los regalos en sus brazos. "Jungkook, ¿Sobre qué querías hablar cuando me llamaste? No tuve tiempo de contestar"