𝐓𝐀𝐄𝐊𝐎𝐎𝐊 | En las alianzas de su matrimonio, Taehyung y Jungkook tejieron sueños y promesas, creyendo ciegamente en que su union sería para la eternidad.
Taehyung, un hombre reservado y profundamente inmerso en sus objetivos y metas de vida, v...
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Seis meses habían pasado desde que Jungkook tomó aquel avión, llevándose consigo pedazos de un amor que alguna vez prometió ser eterno.
Taehyung, por su parte, se había convertido en la sombra de aquel hombre que vagamente sonreía o se emocionaba por el cierre de un negocio. En la oficina, su presencia se sentía más fría, más despiadada; su éxito se medía ahora no por la satisfacción que solía compartir con Jungkook al hacerle saber sus éxitos, sino por el rigor y templanza con que dirigía cada reunión, cada proyecto en su empresa.
"No hay lugar para la debilidad aquí" murmuró para sí mismo mientras revisaba las cuentas del último trimestre, su tono implacable resonando en las paredes de la sala de juntas. Sus empleados lo observaban a distancia, temerosos de cruzarse en su camino en un mal momento.
En las noches, la soledad de su apartamento se hacía más palpable. Su habitación, un aviso constante de lo que perdió.
Con un suspiro, tomó su teléfono, una rutina que se había convertido en un ritual. Deslizaba su dedo por la pantalla, entrando a las redes sociales, donde la imagen de Jungkook aparecía con frecuencia. Las fotos de él con sus amigos, sonriendo en un café nuevo en la ciudad, o en un parque bajo los cerezos en flor, eran un puñal y un bálsamo al mismo tiempo.
"Está más hermoso que nunca, cariño" decía, una sonrisa triste adornando sus labios mientras su dedo se detenía en una foto de Jungkook, su sonrisa más brillante que el sol. "Estás brillando, mi amor... como siempre debiste hacerlo" a pesar del dolor que le causaba verlo tan lejos, tan inalcanzable, algo dentro de él se aliviaba un poco al verlo feliz, al saber que Jungkook había encontrado la paz que él no pudo darle.
"No éramos perfectos, pero estábamos cerca de serlo" murmuró.
A la vez que cerraba los ojos, torturándose al recordar los días pasados, las promesas susurradas al oído, los bailes lentos en la sala cuando...
El reloj de la pared marcaba otra hora que pasaba, otra hora sin él, y Taehyung se dejaba caer en el sofá, el corazón pesado por el remordimiento que nunca lo dejaba.
"Tal vez algún día puedas perdonarme" susurraba a la nada, sabiendo que ese día podría no llegar nunca. Con cada día que pasaba, se aferraba a la esperanza de un perdón que tal vez, en el fondo, sabía que no merecía.
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