Era extraño entrar al Edén y verlo vacío y silencioso. Mis pasos y los de los hermanos retumbaban por el enorme lugar mientras caminábamos. No tenía ni la más remota idea de que iban a decirme, pero iba dispuesta a convencerlos de quedarse junto a mí. Ni siquiera sabía cómo llamarlo, ellos son siete hombres y yo una sola chica, mi propia mente me juzgaba por lo que estaba pensando.¿Cómo demonios iba a mantener una relación con los siete?
Solté una pequeña risita aprovechando que ellos estaban concentrados en llegar al lugar donde conversaríamos. Seguramente me estaba volviendo loca, pero aquella estupidez era lo que más deseaba en mi vida. La sola idea de pensar en ellos venerándome, protegiéndome, amándome y haciéndome suya, hacía que un escalofrío me recorriese la columna vertebral.
Que me perdonasen las personas que iban a observar aquello como una barbarie o que pensaran que estaba perdiendo la cabeza. Era el momento de dejar de pensar en los demás y centrarme solo en mi felicidad. En aquel momento, los hermanos Snow eran el sinónimo perfecto para esa palabra.
Subimos las escaleras que nos llevaban a su reservado y luego los seguí por el pasillo que llevaba a aquel pequeño salón donde ellos se reunieron y yo descubrí toda la verdad. Pasamos en silencio absoluto y todos ocuparon sus asientos, Gerión en la cabecera de la mesa y los demás hermanos a sus costados, la silla de la otra cabecera quedó vacía y Gerión me hizo un ademán con su manos para que ocupara el lugar.
Con el corazón latiéndome como un loco, obedecí, me senté mientras se me aflojaban las piernas y comencé a juguetear con mis manos. Las miradas de los siete fueron directo hacia mí y me sentí confundida.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Elais me dio una sonrisa cargada de cariño.
—Se supone que nos digas qué quieres de nosotros, Bianka —me explicó—. No sé mis hermanos, pero yo me siento confundido con todo esto.
Tomé una profunda respiración antes de hablar.
—Yo —tartamudeé—. También estoy confundida. No es fácil para mi entender todo lo que estoy sintiendo, pero tampoco voy a reprimirlo.
—¿En serio sientes algo por todos? —asentí y él volvió a interrogar—. ¿Por los siete?
Una pequeña risa escapó de mis labios.
—Es complicado, lo sé y tampoco espero que me entiendan, ni que me sigan la corriente con esto si no se sienten cómodos —mientras intentaba hacerles entender mis sentimientos todo mi cuerpo temblaba, era la primera vez que me sentía tan nerviosa y ansiosa, la voz se me entrecortaba.
—Bianka —Gerión me interrumpió—. Relájate, muñeca, solo queremos escucharte y buscar una solución a esto, no vamos a dañarte, lo sabes.
—Es difícil —confesé—. Yo...desde que llegué me sentí intimidada por cada uno de ustedes, pero la intimidación estaba acompañada de excitación. Fue tan loco que ni yo misma lo creía, pero sí, me encantan todos un cada uno de ustedes, al mismo nivel: amo que Gerión tenga un carácter del demonio pero sepa cómo controlarse conmigo, me encanta que Deimos esté tratando de mantenerse alejado de mi porque no sabe cómo enfrentarme después de haber olvidado lo que pasó entre nosotros —el susodicho bajó la cabeza con vergüenza—. Me excita que Austros siempre busque la forma de hacerme ver que soy más que una chica inocente, adoro la forma en la que Caelus me llama ''nena'', me derriten las miradas llenas de dulzura d Elais, me fascina que Felis se encargue siempre de mantenerme protegida de todos y aunque suene estúpido y también amo que Balios sienta amor-odio hacia mi. No pienso esconderme, ni ocultar que estoy enamorada de siete hombres, eso que acabo de decir son solo las cosas mínimas. Ustedes me salvaron cuando todo el mundo estaba dispuesto a matarme, ustedes han soportado todo el desastre que soy. Es imposible no sentir lo que estoy sintiendo y si por eso creen que estoy loca, pues lamento decirles que en ese caso, estaré loca toda mi vida.
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COVET "Siete Corazones Para Bianka"
RomancePoison Apple es uno de los burdeles de la ciudad. Allí Bianka es vendida por su madrastra a un hombre desconocido, solo que él no cuenta toda su verdad. Ella será su sirvienta pero también la de sus seis hermanos. Era simple, lavar, limpiar y cocina...