Capítulo 10

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La indicación dada por Chopper hace tiempo es que el espadachín de mierda se aplique dos gotas en el ojo ciego todos los días, pero está claro que eso no ocurre. Zoro odia las cosas que se acercan a sus ojos, lo que sólo hace que todo sea más difícil, y Sanji, el compañero que está a veinte horas de aceptar a Zoro y su terquedad hasta que la muerte los separe, se encarga de cuidarlo, ya sea cuando el espadachín cae en su regazo, cuando el tigre marino se niega a tomar medicinas o cuando se comporta como un niño malcriado, como ahora.

"Cariño, pasamos por esto al menos una vez a la semana, descúbrete la cabeza para acabar con esto" Dijo con firmeza, colocándose encima del espadachín, a horcajadas sobre él, intentando quitar la almohada de la cara de Zoro

"No quiero" dijo Zoro amortiguado por la almohada, luchando con todas sus fuerzas para no soltar la almohada y agarrar los hermosos musculosos muslos lechosos de Sanji que estaban demasiado cerca.

Sanji rió entre dientes, no es la primera ni la segunda vez que utiliza esta técnica y no parece fallar. Zoro se deja llevar por su interminable necesidad.

"Si me dejas ponerte la medicina en el ojo, puede que hasta piense en un segundo round" arrulló y giró lentamente las caderas, y automáticamente Zoro se destapó la cara, aunque seguía con los dos ojos cerrados.

"No juegues conmigo, Rizado" Ahora sus manos, agarraban libremente la perfecta cintura de su cocinero, pero sus ojos estaban cerrados... "Eso es un truco sucio y lo sé"

"Yo no me atrevería a hacer eso" Sanji rió entre dientes, y Zoro abrió los ojos, ambos, sujetando la muñeca de Sanji para detener las gotas... Al menos por ahora, aunque sabe que no hay forma de evitarlo.

Esta parte de Zoro es única para él, viendo claramente el ojo que hace tiempo le fue arrebatado, la córnea blanquecina y turbia, Zoro se ve hermoso así, incluso con los dos ojos abiertos sigue siendo uno de los hombres más guapos del mundo.

"Yo también te amo" susurró Zoro sintiendo las suaves manos de Sanji acariciar su mejilla llena de cicatrices, se soltó lentamente del otro, sintiendo de pronto un aleteo en el pecho por la mirada que le dirigía.

"Eres guapísimo, ¿lo sabías?".

"Tú más"

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"Entonces... ¿dónde estabas?" Preguntó Sanji con aprensión, sirviendo vino en un vaso y abriendo una botella más de sake para Zoro.

Se encontraron en Sabaody después de dos años, y Sanji tuvo que envolver su mente alrededor de la nueva apariencia de Zoro, tuvo que seguir empujando y empujando todo el sentimiento que se apilaba en su pecho hasta que tuvo la oportunidad de estar a solas con el espadachín, con la privacidad que la noche en el Sunny permite, cuando supo con certeza que todos ellos estaban bien.

"Con Mihawk, entrenando" respondió Zoro con seriedad, el corazón le latía con fuerza dentro del pecho, pero hizo lo posible por mantener la calma, aunque sabía que en un momento u otro, la pregunta llegaría. "¿Y tú?"

"En el infierno, honestamente. Pero me he entrenado de puta madre, para eso estaba allí, ¿no?".

Estaban un poco lejos de donde estaban los demás, buscando un poco de intimidad, pero Zoro aún podía oír las risas de Luffy y los gritos de Franky...

Cuando Sanji aún riendo suavemente se acercó con su sake, Zoro pudo ver algo diferente en él, algo más. Sabía que no podía estar adelantandose o presionando demasiado después de dos años, pero lo único que quería era besar a Sanji sin sentido y no separarse de el nunca mas.

Antes de que pudiera pensar en algo que decir, o en qué hacer, una mano ahuecó su mejilla y un pulgar trazó la cicatriz de su ojo con cariño, con cuidado e incluso con admiración.

Nos Vemos En El Altar - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora