thunder

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Jungkook

El olor a alcohol y otras fragancias impregna el aire, incluso aquí arriba, en mi oficina.

Llevo horas sentado frente a las dos pantallas que iluminan mi espacio con las mismas imágenes que no paro de reproducir en mi cabeza una y otra vez desde esta tarde, cuando la vi subirse en la camioneta sin volver a reparar en mí y dejando de lado las cuestiones. No recibí ninguna llamada ni mensaje después.

A través del ventanal que tengo en frente, visualizo a la multitud bañada en luces neón y moviéndose al ritmo de la música que se reproduce en los altavoces. El lugar es enorme, y aún así la gente baila apiñada y sonriendo.

Suena el teléfono en mi bolsillo. Una pequeña esperanza florece en mí y lo saco con prisas, solo para darme cuenta al verlo de que se trata del nombre de Hoseok junto con su tonta foto de perfil.

—¿Ocurrió algo? —pregunto observándolo en la barra mediante la transparencia del cristal que tengo en frente.

—No —responde seco y mirándome desde abajo —.Baja y sal con nosotros. Por las cinco horas que llevas ahí encerrado se nota que algo mal va contigo. No quiero pensar que sea por la rubia, ¿o sí?

Aprieto mi mandíbula y casi rompo el bolígrafo que sostengo de la fuerza que ejerzo en él. Sus palabras me trastocan, Hoseok es muy consciente de qué piezas apretar en mí para activar un lado que muy pocos conocen.

—Estoy trabajando.

—Siempre estás trabajando J.K —espeta sin sentimiento.

Tiene razón. A menos que esté durmiendo o en brazos de Lisa estoy en uno de los tantos clubes nocturnos que controla mi padre y que yo solo gestiono. Pasar tiempo en otros lados nunca ha sido una opción , por eso, cuando Lisa se esmera por  apartarme de su lado o mi actitud es tan irascible que ya no puede soportarme y todo concluye en una discusión que nos rompe a los dos me encierro en estas cuatro paredes y dejo que el tiempo pase hasta que llega la mañana. Con la cabeza metida entre papeles, o gestionando el comportamiento sospechoso de cada ente que pisa el suelo del lugar.

Siempre ha sido así. Llevo años metido en esto y ni siquiera lo tomo y presento como un trabajo. Ante la sociedad soy un simple niño de papá que acaba de terminar su carrera en finanzas y se pudre en dinero, pero lo crudo se halla cuando abro la puerta de esta estancia y tomo asiento ante los informes y las pantallas de los ordenadores.

Mi padre siempre confió en que sería un excelente heredero de todo el negocio, y nunca le he hecho dudar de ello, al contrario, me he sumido en el  papel que me correspondió una vez vine al mundo desde mis cortos 19 años.

Nunca he trapicheado con dinero. Mi padre sí. ¿Abrir cuentas ilegales? Todo en manos de él. ¿Hackear, blanquear y sobornar? En control completo y absoluto de quien fue partícipe de darme lugar en esta tierra.

Hago reuniones con  sicarios, traficantes, subjefes, contratistas y abogados del mundo bajo, soy la cara  del negocio pero los hilos los mueve quien siempre está de lado del pez más gordo de todos, del Capo, del humano que se esmeró por hacerle hueco en un mundo tan cerrado al pobre de mi padre, convirtiéndolo así en algo similar a su mano derecha. Su único leal y verdadero confidente.

Desde muy niño asumí el hecho de que mi padre moriría por su Capo. Al contrario de acobardarme, sentí plena admiración por depositar su plena lealtad en él. En muy poco tiempo, mi padre se convirtió en una gran admiración para mí.

Como consecuencia, no lo consideré dos veces antes de aceptar lo que días atrás me ordenó con voz severa:

—No tienes otro remedio. O grabas el vídeo o el Capo será quien, una vez embarace a Naomi, te organice un matrimonio arreglado en poco tiempo.

Hearing Violence +18 || LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora