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Me despido dejando a Pham en su taxi y espero el mío. Comienzo mi proceso de reflexión al entrar y sentarme.

Es Ohm.

Y yo tuve. No tuve. Iba a tener sexo. Ni siquiera me lo pensé dos veces.

Toque su pene. Su grueso pene.

Tapó mi cara mis manos y palmeo mis calientes mejillas. Estupido Leng. Estabas triste no caliente.

Además, ¿qué sexo ibas a tener? Nunca has tenido sexo. Entiende. Encima con Ohm, que me había jurado a mí mismo que no tendría nada más que una relación profesional. Pues vaya con mis relaciones profesionales.

—Chico, hemos llegado.— Me dice el taxista disipando todos mis pensamientos.

—¡Ah! Si si, perdón.— Pago y salgo del taxi.

Ni siquiera quería ir a casa. Quiera irme a casa de mi madre y allí llorarle un poco. Simplemente porque si.

Antes de si quiera entrar empieza a vibrarme el móvil. Lo saco de mi bolsillo y veo el nombre de Ohm en la pantalla.

Mi corazón dice que le responda y mi cerebro que no lo haga, que me vaya a descansar y me olvide de lo que pasó hoy. Porque seguramente lo que me dijo Ohm de Nani era mentira. ¿Quién me aseguraría a mi que realmente no son nada? Aparte, si hay un amigo especial como Nani, seguramente habrían más. Y yo no quería ser un amigo especial.

Pero bueno, hoy ya le hice caso una vez a mi cerebro, así que decido contestar la videollamada.

—Hola amigo.— Respondo sonriendo y saludando con la mano.

—¿Hola?— Aparece un Ohm con una sonrisa que da escalofríos. —Nada de "Hola amigo", ¿dónde estás?— Pregunta. Se notaba que iba conduciendo y realmente no parecía estar ebrio. Antes tampoco. El único idiota era yo.

Leng no lo hagas, por favor.

En mi casa.— Le digo. Él mira un momento el móvil y se ríe.

—¿Duermes en la calle o algo así?— Se burla. Resoplo y miro a mi alrededor. La calle estaba totalmente solitaria. Todos los recintos alrededor estaban cerrados ya que eran las 5 de la madrugada y a excepción de la iluminación de las calles todo se ve desolado. Chasqueó la lengua y miro de nuevo al hombre en mi pantalla.

—Ohm, ¿qué pasa?— Decido preguntar. No tenía ganas de que me vacile y menos después de lo que pasó en el baño de hombres. Tampoco quería hablar de eso. De hecho, no quería hablar con Ohm. ¿Por qué cogí esa llamada?

—¿Donde estás?— Pregunta de nuevo con un tono serio. Sin embargo, su cara no reflejaba nada malo, una sonrisa sencilla. Sin contar que aún podía ver su pecho al descubierto y sus brazos envueltos en venas prominentes.

—En la puerta de mi casa.— Refunfuño haciendo un puchero. Me da coraje ser débil con el.

—¿Vives solo? ¿O quieres ir a mi casa?— No me mira solo conduce. Lo cual me tiene intrigado. ¿Donde está yendo de todos modos si me pregunta a mí dónde estoy? Además, creo que por hoy ya no quiero hacer nada. Eso creo. Ya no confío ni en mi mismo.

—Ohm. No se que pretendes. Pero no quiero hacerlo.— Digo firmemente para creérmelo yo también. Porque obviamente que es mentira.

—¿Quién dice nada de hacerlo? Eso lo dices tú que eres un chico pervertido.— Se ríe. Lo fulmino con la mirada por supuesto sonriendo. Me llamaba así pero el era el de las bromas cochinas y también... El responsable de lo que pasó en el aseo.

—¡Pero si tú hasta tocaste...!— Cuando me doy cuenta de lo que estoy a punto de gritar bajo mi voz y susurro acercando a su vez el móvil a mi boca: —Mi eso.

—Tu eso.— Repite mientras se ríe sonoramente. Pongo los ojos en blanco. Es un idiota. Y me da coraje que me de coraje este idiota.

—Dios que poco serio eres.— Digo sentándome en la acera. Tenía sueño y ya se me había pasado casi todo el efecto que el alcohol provocaba en mi.

—Solo quiero verte y hablar. No tiene que ser serio o de risa o lo que sea. Solo vernos.— Lo miro buscando una sonrisa burlona o ladina o cualquier cosa que indicase que seguía jugando conmigo. Pero nada. Nada de eso. Trago saliva y a lo mejor me arrepienta de esta decisión. Pero sinceramente, yo también quería verlo.

—T-Te mando mi ubicación. Pero no seas ruidoso.— Amenazo.

One night | ohmleng +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora