Prólogo

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El sol empezaba a caer cuando logramos salir del laboratorio. Enfrente de nosotros, el inmenso bosque se extendía hasta los límites de la vista, pero aún teniéndola enfrente, la libertad no era nuestra.

La científica rápidamente salió del laboratorio, un edificio blanco y ancho que contrastaba con todo lo demás. Varios guardias-robots la seguían por detrás. Dejamos de correr cuando algunos aparecieron enfrente de nosotros, amenazándonos con gas somnífero para llevarnos de vuelta y terminar el experimento.
La científica sonrió.
- Me gustaría probar una nueva habilidad con todos ustedes, mis niños - habló con una voz decepcionada y a la vez feliz -. Desafortunadamente, solo hay tres de ustedes que han sido bendecidos para que yo los pueda controlar.

. . .

Enfocó su mirada en Cosque, Neila y yo. Con sólo ella pensarlo, avanzamos abruptamente hacia sus guardias, que esperaban con la mano extendida, por donde salía el gas.

Traté de resistirme; tanto esfuerzo, tanto tiempo y planeación para que todo esto terminara así. No era justo. Ninguno de nosotros estaba allí porque quería, sólo éramos 6 adolescentes que habían tenido la mala fortuna de que aquella mujer horrible entrara en nuestras vidas.

La científica se concentró más en mi, liberando a Neila y a Cosque, pero sometiéndome. Mirando sin ver, me detuve enfrente de un guardia-robot que inmediatamente puso su mano en mi cara y me atascó de gas somnífero. Neila trató de correr hacia mi, pero Santiago la detuvo, negando con la cabeza. Sin embargo, Cosque los rodeó a los dos, y cargó contra el guardia. Fui perdiendo la consciencia, pero me impedí a mi misma desmayarme hasta alejarme del robot. Tambaleante, me dirigí a Cosque, que acababa de recibir su dosis de gas somnífero, pero Neila y Santiago se interpusieron en mi camino. Ella me ayudó a recargarme en su hombro mientras que Santi hacía lo mismo con Cosque que ya estaba parcialmente dormido.
La científica gritó algo, pero ya no la pude oír porque perdí el conocimiento.
. . .
- ¡No dejaré que interrumpan este experimento por su irresponsabilidad! ¡Es de suma importancia que Miriam permanezca aquí, los demás pueden hacer lo que les plazca!

Me di la vuelta, sosteniendo a la inconsciente Miriam en mis brazos, y le lancé una mirada desafiante a la científica. Luego me volteé hacia Santi, que tenía a Cosque apoyado en su hombro, y él asintió. Los demás habían huido, habíamos acordado un punto en el medio del bosque para reunirnos. Rápidamente, me acerqué a Santi y lo toqué, y con el a Cosque, y todos desaparecimos en un destello de luz, gracias a mi gran velocidad.

Llegamos a la cueva cuando ya era de noche. Yun y Virlo habían encendido una fogata, esperando nuestra llegada. Dejé a Miriam al lado de la misma, junto a la entrada, y Santiago dejó a Cosque a su lado. Me senté y los vi detenidamente, Cosque ya parecía haber despertado. Sus ojos cambiaban de color, era una de las señales de que la científica trataba de controlarlo, pero no podía ya que su control no funcionaba a la distancia. Me sentí mareada, ya que también trataba de hacerlo conmigo, casi pude sentir como mis iris cambiaban. Tuve el deseo de salir corriendo de la cueva, hacia ella, pero resistí. Me quede dormida mientras el mundo daba vueltas a mi alrededor.

El experimentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora