Capitulo 1 ... Parte 1

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Desperté en medio de una terrible tormenta. Se oían los truenos retumbar en el cielo y de vez en cuando un árbol alcanzado por un rayo. Me dolía mucho la cabeza, y prácticamente todo el cuerpo; además, no me podía mover. Mientras trataba de ignorar el dolor, recordé a la científica. Estar en la cueva significaba que habíamos podido escapar, aunque la paralización era señal de que trataba de controlarme. Adentro resplandecía una luz en las paredes, pero como no me podía voltear, supuse que era fuego. Sentí un movimiento detrás de mi. Casi inmediatamente, un chico caminó enfrente de mi y me miró detenidamente, era Cosque.
- Despertaste - habló con una voz extraña, pero lo escuché distorsionado, pues mi oído estaba funcionando mal. Mi vista también, porque pasó a ser de todos los colores, y la cabeza me dolió con más intensidad. Gemí y cerré los ojos, sentí mi temperatura subir, y empecé a sudar. Sentí como Cosque me tocó la frente y acto seguido alejarse de mi. Luego volvió y me puso varias mantas encima; afuera había dejado de llover. Aún con el dolor retumbando en mi cabeza, logré conciliar el sueño, mirando el techo.

La científica se acercaba lentamente. Cosque estaba a mi lado, Neila a su izquierda y Santiago a mi derecha. Desapareció y al siguiente momento estaba enfrente de mi. Santi cayó al piso, su cara era de tristeza y su cuerpo se volvió cenizas. Me arrojé hacia él, pero de pronto estaba en una jaula que me impedía moverme. Neila me miró mientras la científica se aproximaba a ella y me sonrió. Después, su expresión cambió a una de enojo y se lanzó contra la jaula, logrando romperla. Empezó a molerme a golpes pero yo seguía sin poder moverme. Cosque cayó de rodillas cuando de repente su brazo me atravesó, su mirada estaba vacía, aunque segundos después el ambiente cambió y pude ver su cuerpo inmóvil en el piso.

Estaba respirando agitadamente. Sudaba a mares cuando me desperté, aunque no parecía ser un sueño. Casi pude "recordar" ese momento. Pero no era real.

Sintiendo una necesidad de repente, me levante rápidamente y salí de la cueva. Estaba nublado, y todavía era de noche; había charcos por todo el lugar. Observé uno, el reflejo de mis ojos azules me devolvió la mirada. Oí un ruido detrás de mi y por instinto me transformé:
Botas negras hasta la rodilla, un vestido negro con mangas cortas y la falda un poco debajo de la rodilla, apretado en la cintura con un cinturón dorado. Mi cabello rubio se volvió negro, a mis ojos los cubrieron un antifaz del color de la noche. Me acosó un leve mareo, y recordé la pesadilla que había tenido apenas hace unos momentos. Vino a mi mente la imagen de la científica, que junto con sus guardias-robots se dirigían a este lugar, pues ella podía sentir donde estábamos.
Al ya estar completamente segura de que detrás de mi no había nada (ni nadie), retiré la transformación con un escalofrío, y volví a la cueva.

Ya estaban todos despiertos. El fuego seguía prendido, así que con un pisotón lo apagué. Cosque se me quedó mirando cuando hice eso, pero no dijo nada. No le había dicho a nadie sobre mi "transformación" pero sentía que podrían pasar cosas malas si lo hacía.
Les di a entender que debíamos irnos inmediatamente, no había nada que llevar, así que simplemente salimos y empezamos a correr.

. . .

Pasamos por un río congelado, aunque sospeché que no lo había estado antes de que cruzáramos, pues era pleno verano. Aún así, me quedé callado pues Miriam no tiene la costumbre de hablar. De hecho, sólo la he oído hablar una vez, mientras discutía con la científica, antes de que nos encerraran. Y la verdad es que tiene una voz que va muy bien con su apariencia, su carácter, y sobre todo, con su mirada. Creo que es una razón por la que no responde nunca preguntas. Eso, o la científica le quitó la voz.

Algunas horas después llegamos a una especie de claro con árboles a su alrededor. Ya casi era de noche, y Miriam recolectó algunos ramas y les prendió fuego; entendí que ahí pasaríamos la noche. Me acosté en el pasto mirando las estrellas, y pronto me quedé dormido.

                .           .          .

Amanecía cuando desperté abruptamente. El fuego estaba casi apagado, el ambiente era frío y el pasto estaba húmedo, aunque no hubiera llovido. Una neblina espesa se esparcía por todo el lugar, y hasta donde alcanzaba a ver, también del bosque. Me levanté lentamente, observando a mi alrededor. Yun, Virlo, Santiago y Cosque seguían dormidos. Daba la impresión de que Miriam también lo estaba, pero se podía sentir su preocupación. Además, era claro que la molestaba algo (o alguien) pues," segundos después se levantó de golpe y empezó a mirar a todos lados. Yo también me paré rápidamente, y me fui junto a ella, y usando la habilidad que los experimentos de la científica me habían otorgado, le hablé telepáticamente.

- ( Qué pasa? )
- ( N-Neila... la científica está aquí )

Maldije nuestra suerte, justo tenía que ser ahora cuando llegara. Trate de despertar a los demás gritándoles mentalmente, pero apenas se movieron. Reflexionando sobre esto, volví a hablar con Miriam.

- (Miriam... creo que metieron a los demás en un estado de inconsciencia o algo así. No responden. Esta niebla debe tener algo...)
- (Si... ya me he dado cuenta. Ella trae alrededor de 15 robots... o 20, creo. Están rodeando el claro en este momento. Prepárate...)

Aunque no se lo pregunté, me daba curiosidad saber cómo es que podía verlos a través de toda la niebla que había. Pero si la científica y sus robots estaban alrededor, entonces no había nada que hacer. Miriam y yo solas no podríamos contra tantos robots, incluso sin contar a la científica. Bajé la mirada, no tenía sentido luchar si íbamos a perder.
- (No bajes la guardia, Neila.)
- (Pero no tiene sentido pelear, Miri. Solo nosotras dos no la derrotaremos).
Pareció tomar aire profundamente antes de volverme a hablar
- (Yo... tú... tú eres mi mejor amiga, Nei. Yo... no permitiré que te pase nada. Te lo prometo)
Aún oyendo sus palabras, mi preocupación no bajó. ¿Cómo se suponía que iba a pelear ella sola contra todos, si aún juntas no podíamos vencer? Pero no demostré mis pensamientos, solo le sonreí y le dije:
- Gracias.

El experimentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora