Cuál es tu poder, Charles? ─preguntó Rose con curiosidad.
Charles, dotado de un sentido eminentemente práctico, había encendido la televisión de cuatro dimensiones de Rose, cuyas imágenes se proyectaban en el gran salón, como si de unos personajes más se tratasen. Además, los espectadores podían aspirar los aromas de las imágenes representadas en la emisión. Así, si se ilustraba una pradera llena de rosas silvestres, por ejemplo, la fragancia de éstas embadurnaría la estancia entera.
Charles, que era parco en palabras, contestó:
─Antes de responderte, Rose ¿no te ha contado David los riesgos de practicar viajes astrales?
David se interpuso para protestar: ─tío ¿quieres dejarlo ya?
─No, David. Rose tiene que conocer los peligros a los que se expone durante una travesía astral.
Rose dirigió una mirada interrogativa a David.
─Bueno, en realidad mientras te traslado a la dimensión cósmica, secuestro, en cierto modo, tu alma. La gran amenaza, aparte de desviarte, como ya te he contado, a destinos indeseados, es que tu alma no retorne a tu cuerpo antes de que te despiertes. Si así sucediese tu espíritu quedaría extraviado en un plano etéreo de forma permanente. Normalmente, controlo todas las variantes intervinientes pero si estoy agotado o hecho polvo por algún motivo, puedo fracasar en mi intento. Cualquiera de vosotros, expresó dirigiéndose a sus amigos, podéis contarle alguna vivencia agradable de viajes astrales provocados por mí.
─¡Oh! Recuerdo aquella vez que me transportaste a un bosque lleno de hadas. ¡Me encantó! Me sentía el rey. Unas me daban masajes en la espalda, otras en los pies...Lo que sentí aquella vez fue volver a mi cuerpo ─matizó Charles con nostalgia.
─Yo también me acuerdo de aquella ocasión en que me desplazaste a una playa paradisíaca de aguas color esmeraldas, no completamente desierta, por cierto. De sus orillas emergieron unas sirenas despampanantes. Bueno, el resto ya os lo podéis imaginar ─expresó Jack con socarronería.
Rose sintió una punzada de algo que...¿podría definirse como celos? Sus emociones bullían en un hervidero. Tenía muy claro que quería a ese chico, aunque fuera extraterrestre, y no le iba a dejar escapar por nada del mundo. Su pasado no importaba; el hecho de que hubiera ligado con unas sirenas en un viaje astral tampoco. Lo más relevante era que, en el momento presente, él estaba a su lado y ella contribuiría en todo lo posible, dentro de sus limitaciones, para ayudarle a culminar con éxito su misión.
─Rose ¿me habías preguntado por mi poder, no? ─expresó Charles mientras interrumpía su cadena de pensamientos.
─Sí, claro. Al fin y al cabo eres mi huésped. Me gustaría saberlo.
─Bueno, no es gran cosa ─respondió Charles con modestia. Puedo transmutar el tiempo y realizar viajes a través del tiempo, tanto al pasado como al futuro.
─¡Toma ya! ─exclamó Rose impresionada.
De pronto, Charles desvió su mirada al suelo, sintiéndose cabizbajo.
─¿Qué te pasa, Charles?
─Oh, nada, tranquila. Es solo que hace varios días que no viajo y lo echo de menos ─expuso a pesar de su introversión. Rose le inspiraba confianza, por lo que replicó:
─Verás, Rose. Mis padres murieron en la primera guerra intergaláctica planetaria. Me quedé huérfano con tan solo ocho años. Fui criado por mi tía paterna, Annie, que vive en Plutón. A menudo, me traslado a la época en que vivían mis padres y disfruto de su compañía, encantado.
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El tridente del poder. 1. La Tierra en peligro.
Science FictionUn grupo de extraterrestres con poderes extraordinarios lidera una invasión a la Tierra. Pero son interceptados por otro grupo de extraterrestres, también con poderes, que se alían a los humanos en una alianza apodada El tridente del poder, para com...