Capítulo 4: La desaparición de River

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Al día siguiente, Jack y Rose amanecieron en la misma postura en la que se quedaron adormecidos. Rose tenía el rostro cubierto de lágrimas resecas. Aún seguía recostada en el regazo de Jack como si de una niña pequeña se tratase.

─¡Oh! Buenos días, Jack. Me temo que nos hemos dormido ─murmuró Rose algo azorada.

─Buenos días, Rose, respondió un somnoliento Jack.

─Estoy hambrienta. ¿Qué desayunas habitualmente en tu planeta?

─De todo un poco. Le llaman el planeta tropiseco, porque la mitad está cubierto de una frondosa vegetación. Se parece a la selva ecuatorial del vuestro. Hay muchas cascadas entremezcladas con flores y plantas de diversas clases, atravesadas por caudalosos ríos. Y la otra mitad del planeta es árido y desértico. A menudo, se ve azotado por violentas tormentas de arena.

Básicamente, nos alimentamos de semillas, pero son mucho más nutritivas que las de la Tierra. Completamos nuestra dieta con cápsulas de vitaminas. No obstante, al viajar hasta aquí nuestro estómago se adapta perfectamente a vuestro estilo de vida. Puedo comer sin ningún problema lo mismo que tú.

Rose se esmeraba en preparar tortitas mientras escuchaba atentamente a Jack.

─Me alegro, Jack, porque así podrás degustar la especialidad de la casa: tortitas con nata y sirope de chocolate.

A los 20 minutos ya estaban engullendo con auténtico placer sus respectivas raciones de tortitas.

─Uuhhmm...están deliciosas ─expresó Jack mientras masticaba.

─Hoy hace aún más frío ─dijo Rose temblorosa. ¿Qué tal está tu pie?

─Parece que responde mejor, gracias.

─¿Qué planes tienes para hoy, Jack?

─¿Aparte de salvar a la humanidad del ataque de alienígenas? Por cierto, no te he hablado de mi mascota, River. Estoy preocupado por él. Es mi perro robótico. Me acompañaba en la nave cuando estaba a punto de estrellarse. Le conseguí sujetar en el último momento que precedió a mi aterrizaje forzoso, pero se me escurrió y desapareció. Solo espero que no se haya espachurrado el pobre porque la sustitución de las piezas metálicas en el taller de reparaciones de autómatas de Plutón es muy costosa. ¡Ojalá lo encuentre pronto! Y tengo que localizar a Richard cuanto antes. Quizás logre negociar con él que desista de su ataque a la Tierra, porque de lo contrario me veré obligado a recurrir a la fuerza armada de mi tripulación con la que, por cierto, he de reanudar el contacto. Y tú, Rose ¿a qué te dedicas?

Rose narró su trayectoria académica y laboral. La atracción entre ambos crecía con el paso del tiempo. Transcurrieron varios días en los que se fomentó un vínculo de mutua confianza y amistad entre Jack y Rose mientras éste se recuperaba por completo. No sucedió nada especial. Jack continuaba el reposo para conseguir la movilidad de su pie. Pero el lazo afectivo que se había forjado entre ambos dio paso a un enamoramiento mutuo, que no se esforzaban en disimular. Un día, después de desayunar, se miraron fijamente con las manos entrelazadas.

─¿Cómo es posible que sea tan guapo? ─pensaba Rose mientras contemplaba cómo los labios de Jack se acercaban a los suyos. Rose cerraba sus ojos para experimentar el éxtasis de tan sublime sensación cuando un estrepitoso sonido procedente del teléfono del salón se extendió por toda la estancia.

─Responde, Rose. No pasa nada ─indicó Jack, desasiéndose.

─Qué desilusión ─murmuró Rose─. ¿Quién será a estas horas? ─se preguntó malhumorada mientras cogía su inalámbrico.

El tridente del poder. 1. La Tierra en peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora