Deseo

9 0 0
                                    

Dean Winchester no era nada como Sam. Él era alguien imprudente, en muchos casos se tomaba todo con humor (incluyendo sus traumas) y prefería hablar de cualquier cosa excepto de sus sentimientos. Y aunque definitivamente no era alguien tonto, no era exactamente lo que alguien definiría como genio o sobresaliente.

Ambos hermanos eran dos personalidades casi totalmente opuestas, Sam amaba la comida nutritiva y todo aquello que Dean denominaba “comida de conejo” pero Dean apreciaba la buena comida con grasa y exceso de calorías, nunca en su vida tocaría una ensalada. Uno apreciaba la comunicación y hablar sobre los sentimientos mientras que el otro prefería actuar en lugar de hablar.

Quizás era por todas estas diferencias que Castiel se había enamorado de Sam. Era verdad que un tiempo comenzó a sentir cosas por Dean, pero esos pequeños sentimientos fueron rápidamente opacados por lo que comenzó a sentir por Sam.

Y sus sentimientos por Dean habían quedado olvidados hace mucho, habían permanecido enterrados en lo mas profundo de su ser, hasta la noche antes de la elección de pasteles.

Él y Dean se habían trasladado a California, donde se realizaría la boda, ambos habían optado por compartir habitación y cama.

El primer día, inmediatamente después de que se instalaron, ambos fueron a reunirse con el encargado en el salón de la recepción donde los esperaron con una larga mesa de platillos. Hubo un momento incómodo en que el encargado del lugar los confundió con pareja, pero fuera de eso, la elección de platillos pasó sin más.

Cuando terminaron de elegir el corte New York bañado en salsa de vino tinto el encargado les dijo que volvieran al día siguiente a la misma hora para elegir el pastel. El omega y el alfa le dieron las gracias y se fueron a su habitación que se encontraba a una cuadra del lugar. Durante todo el camino Castiel sintió una incomodidad latente en todo el cuerpo, también sentía calor, incluso cuando uso su propia gracia para tratar de regular la temperatura de su cuerpo.

Al llegar al motel en que se hospedaban Castiel fue hasta el baño, tomo un poco de agua y la aplicó en su cuello, después se miro al espejo y pudo reconocer los signos de el inicio de su celo. Como ángel era difícil precisar cuando serían sus celos, normalmente tardaban hasta tres meses en presentarse, pero jamás se sabía con precisión.

Y parecía que el hacerse consiente de su celo solo hizo que este lo invadiera con más intensidad ya que al momento siguiente el aire comenzó a llenarse con su aroma, algo similar al olor de aire limpio y puro.

—¿Cas? —Llamó Dean desde fuera, probablemente su alfa interior lo puso al tanto de la situación de Castiel.

—Estoy bien. —Dijo Castiel quitándose su gabardina y saco para que el bochorno no fuera tan abrumador.

—¿Quieres que llame a Sam?

Ante esto Castiel abrió la puerta rápidamente, no quería molestar a Sam con nada mientras estaba revisando otros detalles de la boda.

—No, solo necesito descansar.

—¿Estás seguro? —Preguntó Dean. El olor que el alfa desprendía venía cargado de preocupación y otra cosa que Castiel no supo nombrar.

Cas no respondió y optó por pasar de largo a Dean y acostarse en la cama de la habitación.

—¿Quieres que pida otra habitación?

—No. —Respondió Castiel. —Solo necesito un momento.

Pero no fue solo un momento, Castiel sintió como su cuerpo se sentía cansado y dejó que lentamente sus párpados se cerrarán hasta caer en lo más parecido a un sueño que un ángel podría tener.

Cuando volvió a despertar fue gracias al movimiento al otro lado  de la cama, Dean estaba levantando las sábanas para poder dormir al lado de él. Castiel inmediatamente se disculpó y trató de levantarse de la cama, pero Dean lo detuvo.

—Puedo pedir otra habitación. Trate de dormir en el sofá pero es muy pequeño. —Dijo Dean, quien parecía apenado.

Castiel reflexionó esto y dedujo que no era mala idea dormir juntos como habían acordado, no sería la primera vez que esto pasaba, durante su tiempo como humano, más de una vez tuvo que compartir cama con alguno de los hermanos Winchester y aunque Sam fue el más regular, Dean tampoco era alguien ajeno.

—Podemos compartir cama.

Dean pareció bien con eso y sin pensarlo volvió a levantar las sábanas y se metió en la cama con Castiel. A ambos les tomo un par de intentos encajar en una posición que fuera cómoda y terminaron espalda con espalda.

Después de unos momentos de silencio Dean hablo. —¿Cómo sigue tu celo?

Castiel había olvidado el tema del celo, pero eso explicaba porque su subconsciente le había rogado dormir en la misma cama que un alfa. —No estoy seguro.

Escuchó a Dean moverse y ponerse boca arriba. —¿No necesitas… estar con Sam o algo así?

Castiel suspiró y se puso en la misma posición. —A los ángeles no nos afectan tanto los celos como a los humanos. Nunca he necesitado de la ayuda de Sam en ninguno de estos.

Dean se volteó hacia Castiel y dijo —Esta bien eso de ser independiente y todo, pero no creo que esté mal que tu pareja te ayude un poco durante toda esa mierda.

—Dean, no necesito tus discursos sexistas sobre mi género secundario, creo que somos amigos lo suficiente como para que esos temas no signifiquen un tabú. —Con otro suspiro Castiel tomó su corbata y se la quito en un rápido movimiento. —Pregunta lo que quieres saber.

—¿Eh? Oh, si, claro. —Dean tardó un segundo en recomponerse. -¿Sam y tú no tienen sexo durante tus celos?

—No.

Hubo un silencio incomodo hasta que Dean soltó rápidamente un —¿Quierestenersexo? —el cual fue medianamente comprensible para Castiel.

—Si estas preguntando si soy asexual. No, no lo soy.

—Bien. —Respondió Dean antes de dar media vuelta y recostarse sobre Castiel. —Detenme cuando quieras. —Dijo y procedió a sellar sus labios con los de Castiel en un pequeño y tierno beso.

Cuando sus labios se separaron Dean no dudó y comenzó a besar la mandíbula y el cuello de Castiel mientras una de sus manos exploraba el pecho del ángel. Castiel sintió que todo su subconsciente tomaba control de si mismo y dejó que el placer lo comenzará a invadir.

En algún momento la camisa de Castiel y la camiseta de Dean desaparecieron y eran solo sus pecho desnudos tocándose entre si mientras ellos continuaban devorando los labios del otro. Todo era un confuso lio de calor y hormonas, el olor de Castiel se mezclaba con el de Dean, su omega y alfa interior estaban rogando por mas, y fue entonces cuando ambos lo supieron, cuando sus olores se combinaron tan bien que no quisieron separarse del otro; eran destinados. Pero cuando la mano de Dean entró en contacto con el frente de los pantalones de Castiel este último volvió en si y recordó a Sam, Sam su prometido al que le debía fidelidad.

—Dean. —El tono en que esta palabra salió de los labios de Castiel fue una mezcla de placer y tristeza, la última fue la que detuvo los avances de Dean.

—¿Qué pasa? ¿Fue demasiado?

—Estoy enamorado de tu hermano. —Esas palabras parecieron herir a Dean, pero Castiel necesitaba dejar algo en claro. —Voy a casarme con Sam. 

—O no. —Sugirió Dean, algo tímido. —Aún puedes cancelar todo.

Castiel salió de debajo de Dean y se puso de pie. —No voy a hacerlo, amo a Sam.

—¿Por qué Sam debe tener todo lo que quiero? —Gritó Dean poniéndose de pie al otro lado de cama. —Tu y yo nos enamoramos primero, sé que me amabas y sé que en el maldito fondo todavía lo haces o no me habrías besado como lo hiciste ¡ni hubiéramos sido destinados si no nos amaramos!

—Eres el destinado de mi recipiente, no mío.

Dean soltó una carcajada. —Ambos sabemos que ese cuerpo te pertenece solo a ti desde hace mucho.

—Ser destinados no significa nada.

—O no quieres que signifique algo.

Los dos permanecieron en silencio, mirándose a los ojos. La fortaleza de un ángel frente al amor de un humano. Finalmente el ángel cedió cuando su celular comenzó a sonar, el nombre de Sam brillando en la pantalla.

—Si contestas a esa llamada te juro que no volveré a hablar del tema, esta noche quedará olvidada. —Una ligera lagrima salió de los ojos de Dean, pero su rostro no flaqueo. —Pero ambos sabemos que soy yo quien moriría y mataría por ti en un segundo, no Sam.

Apenas terminó de decir esas palabras y Castiel tomó su teléfono, sabía que las palabras de Dean eran ciertas y correspondidas, pero no podía hacerle eso a Sam, simplemente no podía.

Lo último que vio fue a Dean azotando la puerta del motel y en ese momento creyó que eligió lo correcto. Pero al día siguiente, cuando Dean se presentó a la elección del pastel como si nada hubiera pasado y miro con indiferencia a Castiel, este supo que esa elección era algo de lo que se iba a arrepentir toda su vida.

Amor o instinto [Destiel/Sastiel] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora