2. Culpa

25 4 2
                                    

Decir que Jorge López estaba cansado era un malentendido. El joven estaba exhausto, preocupado y enojado consigo mismo.

La culpa lo carcomía, pues en vez de estar pensando en su rubia novia, su mente se dirigía a otra chica.

Esa chica era pelirroja, con unos ojos marrones grandes llenos de curiosidad y amor, un lindo cabello pelirrojo y Española de corazón.

Ana Jara era como una gema preciosa que no se podía tocar.

¿Cómo había podido ser tan tonto? Odiaba como se sentía en esos momentos. Triste, desesperado, estresado. La ansiedad recorría su cuerpo rápidamente al pensar en cómo reaccionarían todos al enterarse del nuevo noviazgo que había entre ambos.

Miro su reloj una vez más; las cuatro de la madrugada. Sabía que no podría dormir, así que decidió levantarse y salir a hacer un poco de ejercicio.

Se cambio por ropa deportiva; iba completamente de negro. Gorra negra, camisa negra, shorts negros, calcetines y tenis negros.

Sin hacer ruido, Jorge salió del departamento que compartía con Chiara y Lionel, y fue en dirección al gimnasio que había en el mismo edificio.

Lo primero que hizo al llegar fue correr hacia el saco de boxeo, y si siquiera proteger sus manos, comenzó a golpearlo fuertemente. Sus nudillos quedarían destruidos.

Aunque para el parecieron solamente unos minutos, lo que originalmente era simplemente una sesión de golpes que tardaría menos de veinte minutos, se convirtió en una de más de dos horas.

Con los nudillos sangrando, Jorge dejo de golpear el saco. Suspiro y se sentó en una banca que había ahí. Checo su reloj, seis y media am. Debía apresurarse si quería llegar a tiempo al trabajo, por lo que subió a su departamento a arreglarse. Necesitaba prepararse mentalmente para lo que venía; sabía que no sería fácil.

- - - 

— Buenos días bonito.— escucho que le dijo Chiara en cuanto Jorge entro. No pudo ignorar la mirada que le dio Lionel.

— Hola...— y sin más que ese corto y seco saludo, Jorge subió a su habitación.

Las paredes eran un color azul, uno que no era ni tan claro, pero tampoco fuerte. Tenía una ventana gigante a su lado derecho, con un balcón. Le permitía ver Buenos Aires, y era uno de sus lugares favoritos en el apartamento. El balcón tenía dos sillas cafés, y una mesa de vidrio. Normalmente salía a estudiar guiones o leer ahí afuera; no era un lugar al que todos podían accesar.

Tenía una cama gigante en el centro de su habitación, al igual que una televisión frente a esta. Tenía su propio guardarropas y baño privado. En si, era la habitación más grande que había.

Entro al baño; blanco, con algunos detalles en el mismo azul. Se tomó una ducha y salió, ignorando por completo la ropa que Chiara había elegido para el; se veía incomoda y no quería combinar ropa con ella. Al menos no hoy.

Termino de arreglarse y bajo hacia la sala, donde se encontraba Lionel. Jorge rodó los ojos al entrar al lugar. Odiaba la sala. Chiara la había diseñado, y aunque Argentina le parecía un lugar hermoso, esto era demasiado. Paredes rojas, aunque de un color un poco obscuro. Los sillones eran blancos y en una de las paredes había una pintura de un toro. La bandera argentina se encontraba colgada en la puerta, y había muchos detalles así en toda la habitación.

La odiaba.

— Lionel...— le susurró el Chileno. La culpa lo golpeo una vez más al ver la cara que portaba el argentino. Ojeras gigantes bajo su ojos, los que estaban rojos e hinchados, al igual que el resto de su cara. Su cabello era un desastre, y simplemente se miraba destruido.— ¿Puedes llevar a Chiara tu? Es que tengo unas cosas que hacer.

Lionel lo miro mal, pero asintió y volvió su vista a su teléfono. Jorge miro accidentalmente de quién se trataba. Ana.

Abrió sus ojos de par en par, los celos invadiendo su cuerpo, y el miedo de que Lionel le dijera a Jara sobre su nueva relación. Sin pensarlo, tomó el teléfono de Lionel y lo estrelló contra la pared.

La casa quedó en absoluto silencio, ninguno de los dos sin saber qué hacer. La cara de Lionel demostraba tristeza y enojo, sus ojos comenzando a mojarse. Jorge, sin saber qué hacer, salió corriendo de ahí.

Estaba en serios problemas.

- - - 

Jorge toco la puerta del apartamento de la pareja. Había venido lo más rápido que podía, rezando que ciertas personas no se hayan ido aún.

Alguien se acercó a la puerta, y el chileno contuvo su respiración.

— ¿Jorge? ¿Qué haces aquí?— una chica le dijo. Jorge de inmediato la abrazo, sosteniéndola fuertemente, relajándose por estar por fin entre sus brazos,

Ana Jara tenía algo especial, y Jorge no tenía idea de que era, pero para ser sinceros, no le molestaba, más bien, le encantaba.

|'|'|'|'|'|'|'|
wattpad seguía borrando y borrando el capítulo, pero por fin lo termine y está listo para que lo lean.
llorando

Rompiendo Jorgiara. | Jorana |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora