Los canticos de un bardo

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(Créditos a quien correspondan. Ahora si... a ver que hago.)

—Es inútil... Hemos golpeado esta puerta por horas. Y nada... ah, ahg, ¡Maldita sea! —Venti, corre en dirección a las puertas, y realiza un puñetazo. Este ataque poseía energía anemo. Más no serviría de nada. Solo es expulsado, y su espalda choca con una roca.

Aquel golpe, provoca que expulse saliva. Y sienta la total desesperanza. Sus compañeras le miraban algo preocupadas, a excepción de Nahida.

—Debe haber otra salida, esta no debe ser la única. Barbatos, levántate. Oye, kitsune, crees poder transformarte y llevarnos en tu lomo. No nos encontramos muy bien ahora —La mirada de la albina, se deposita en la peli rosada. Quien rueda los ojos, en molestia.

—Me van a deber una después de esto. Recuerden eso idiotas —Esta se transforma en un zorro rosado. Y permite a estos subirse en su lomo.

El zorro comienza a correr, a través del infierno, en el que se encontraban. Los dioses buscaban por la mirada una salida, sin embargo, no encontraban ninguna. 

En su lugar se encontraron con Ei, y Morax. Los cuales al verles, no hicieron nada. Por tanto, se detuvieron allí, y Yae Miko retorno a su forma humana.

—¿Qué les pasa? Estamos pintados o que. Se supone que debemos estar juntos... ¿eso es un ataúd? —La chica zorro, frunce el ceño a estos dos. Los cuales se encogen de hombros.

—Nada, y sobre el ataúd. No es algo que les concierna. En fin, deberíamos irnos, pero... todavía quedan monstruos, yo me quedare —El adeptus mira a los alrededores. Vería como varios monstruos se acercaban, entre ellos un gigantesco lobo acechador.

—... Si te quedas... Me temo, que debo acompañarte. Estas batallas, es mejor hacerlas juntos. No te subestimo dios de los contratos. Solo quiero asegurar tu eternidad —Ei, se coloca al lado de Rex Lapiz. Mientras deja el ataúd en manos de Venti —Cuídalo bien, allí dentro esta mi hermana. Si tocas su cuerpo, la acompañaras.

Ambos arcontes saltan a la batalla. Dejaban estelas doradas, y purpuras a su paso. El blandía su lanza, mientras ella una katana purpura. A su paso, aparecían más bestias, las cuales eran convertidas en cenizas, gracias a los tajos de la katana.

Esto le brindaría la oportunidad al arconte geo, quien apuntaría hacia el rey acechador. Arroja la lanza a la mandíbula del monstruo. Esta atravesaría el cuerpo de la criatura. La cual cae al suelo, convertida en un cadáver. 

—... Somos poderosos, pero llegara el tiempo, en que no seamos nada. Me pregunto, de donde provienen estas criaturas. Nahida, tu sabes algo de esto —El peli castaño, fija su atención en la arconte dendro. 

—No, esa es mi respuesta. A pesar, de ser la diosa del conocimiento. Todavía existen preguntas, que no poseen respuesta alguna... ¿Qué hay más allá del cielo? ¿La vida vale la pena? ¿Somos justos con los demás? Muchas preguntas, que no poseen una respuesta correcta —Aquella elfa, diría con completa sinceridad. Veía las llamas de fuego danzar, a su alrededor.

La actitud de la adolescente, a la vez que sus palabras, dejarían en silencio a los demás. Una voz, llegaría a oídos de los presentes arcontes.

—"Una energía extraña, la cual esta concentrada en una esfera, acaba de llegar a este planeta. Logre dirigirla a Khaenri'ah. Para que no se expanda, decidí cerrar las puertas. Discúlpenme, solo hago mi trabajo. Preservar teivat, y el planeta entero. Asmoday se despide."

(Créditos a Lar art1)

(Créditos a Lar art1)

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La convivencia de las divinidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora