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Para mi sorpresa, el día en el café había sido tranquilo. Debido a su ubicación, era común encontrarse con estudiantes de preparatoria entrando y saliendo del local, algunos con prisa por tener que llegar a sus academias de estudio, otros guardando la calma al decidir estudiar desde la autonomía.

La prueba de admisión a la universidad se había realizado hace poco más de una semana, pese a ello, muchos alumnos preferían seguir estudiando para mantener sus mentes ocupadas en algo que no fuese el resultado del examen.

O talvez se debía a que a última hora intercambié turno con una de mis compañeras de trabajo, ya que tenía un compromiso por la noche y no pude evitar aceptar su pedido al ver que su mensaje estaba siendo ignorado en el grupo de empleados.

Treinta de noviembre, nueve treinta de la noche, mi turno ha terminado.

Mi teléfono vibró desde mi bolsito cuando me encontraba cerrando la puerta principal de la cafetería, mis comisuras se alzaron al leer en nombre plasmado en la pantalla.

— Buenas noches, mamá. — Susurré al contestar.

— Mi dulce Sarang... — Respondió ella en cambio. — Extrañaba el sonido tu voz.

Retuve una carcajada al escuchar tal comentario, ya que nuestra última llamada había sido ese mismo día por la mañana. Sin embargo, no me atreví a cuestionar su actual llamada, aun cuando solíamos hablar únicamente al recién despertar.

— Yo te extraño a ti. 

— Se acercan las fiestas decembrinas. — Contuve la respiración al ahora conocer la razón de su llamada. — Me gustaría saber si volverás a casa, por lo menos por unos días...

— Debo trabajar, mamá. Me limité a contestar. — Durante estas fechas es cuando hay atareo por parte de los clientes, no creo poder ir.

— Deberías intentarlo... Cerré los ojos con fuerza al suponer la continuación de su discurso. — Su día de natalicio se acerca y no quiero que estés sola... Si ocurre lo mismo que el año pasado, no podré salvarte si estás lejos.

Mi mente empezaba a nublarse a causa de los recuerdos que sus palabras habían arrastrado, consiguiendo que quisiera correr de ellos para que no lograran alcanzarme y hundirme consigo.

— Estoy bien.  Sonreí en un intento de reafirmar mi respuesta, aun si ella era incapaz de verme. — Estuve bien y estaré bien, solo es cuestión de tiempo y seguir adelante, ¿no? Al no recibir contestación alguna, volví a hablar. — Confías en mí, ¿no?

Otros segundos de silencio me acamparon.

— No lo haces. — Respondí en su lugar.

Tranquila, debo admitir que yo tampoco lo hago.

— Dijiste que querías retomar tus estudios. — Me calmé al notar que la conversación cambió de rumbo. — Estuve investigando en las universidades locales, una de ellas añadió tu carrera a su oferta académica, quizás...

— Lo pensaré.

No podía poner la beca como excusa, la había perdido al pausar mis estudios.

— Así no tendrás que estar sola en Seúl.

Solía no estarlo.

— Acaba de llegar un cliente a la tienda, debo atender su pedido. — Mentí, ella supo que lo hacía, pero las dos reconocíamos que empezaría a llorar si los sentimientos seguían punzando mi pecho. — Descansa, mamá.

— Descansa, mi amor. Espero que llegues bien a casa.

Sin más, di por finalizada la llamada y empecé a caminar hacia mi departamento.

Treinta de noviembre, diez en punto. En la oscuridad de la noche, la luna es mi única compañía.

24 dates | Min Yoongi | (Lonely Heart)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora