Sobrevivir ta difisil

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El título lo dice todo. La supervivencia de nuestro pequeño alien en este planeta culero está difisil.

Nuestro pequeño ZimZimi estaba bien tranqui aprendiendo todo lo posible respecto a este planeta desconocido, con la finalidad de no verse como un bicho raro, o bien, camuflajearse mejor. Hizo un amigo en su segundo día de clases, pues según una morrita es inhumano no tener reales (camadaradas, bestis, socios, amigos pues), así que señaló al primer wey que se topó y lo hizo su mejor amigo, sin saber del todo qué era la magia de la amistad, por lo que su "amigo" cada vez que intentaba hacer cosas de amigos, terminaba golpeado por nuestro grillo favorito.

—¡DÉJAME EN PAZ!

—¡OH VAMOS ZIM! Somos amigos, no tienes porque temer. Además, ¡vas a adorar el circo!

—¡QUÉ NO, TÚ COSA... COSA AMORFA! —Y le cerró la puerta en la cara al zanahorias.

Pero eso no fue todo, cada vez que intentaba comer algo de la Tierra, terminaba con quemaduras internas o externas, diarrea, vómitos, náuseas, y más aflicciones a su pobre Squeedle Spooch, aunque eso pasaba más desapercibido, pues no era el único niño que tenía diarrea después de comprar en la cooperativa.

Respecto a animales, odiaba admitirlo, pero le daban miedo, sobretodo esas cosas que se metían a su casa, pequeños insectos (como él) que tenían la capacidad de volar (COFCOFcucarachasCOFCOF), aunque por esa parte no temía tanto, pues tenía su mejor arma contra plagas: Gir. Odiaba decirlo, pero no toleraba el maullido de los gatos en la noche, detestaba estar pasando re tranqui en una calle y de la nada lo acorreteen perros, no soportaba el que en su casa hubieran moscas o mosquitos; respecto a mascotas, no tiene ni la menor idea de para qué sirven, su clase tiene (o tenía) un hámster que se le hacia "lindo" y "tierno" al resto de mortales, mientras que para él verle a los ojos era una pesadilla, sudaba frío y tenía el instinto de huir, de no ser por cierto chamaco definitivamente hubiera huido debido al miedo y estrés ante lo desconocido.

Sin duda alguna, detestaba este planeta, sin embargo, el deseo de que sus Altos lo reconozcan como el gran invasor que es era mayor.

Sin embargo... Había algo... Más bien...

Alguien...

¡Así es! Estamos hablando de nuestro miope favorito, Diberto. Él era lo que Zim más odiaba en este mundo, le había hecho la vida imposible, y le tiene un especial odio desde el incidente...

Acontece que un día, cerca de una semana de estar en la Tierra, estaba en la escuela, bien tranquilo, con sus ojos en la pizarra pero su mente en planes para el dominio total del mundo, hasta que el timbre sonó y salió al descanso, no tenía nada que hacer ahí, pero salía y se sentaba en alguna mesa aleatoria para pretender ser "normal" como el resto. Pero le tocó el desfortunio de estar cerca de Dib, quien al notar que nuestro alien silly no ingería alimentos, se acercó a molestarlo, con él se aproximó Gaz, y entre ambos empezaron a presionarlo para comer.

—Personalmente adoro las tostadas... Sentir el frijol, queso y tomate en mi paladar es simplemente magestuoso —Posando su mirada en Zim —pero veo que tú ni siquiera te has molestado en mirar la comida, ¿acaso le tienes miedo a unos insignificantes frijoles, chico espacial?

—¡POR SUPUESTO QUE NO! Zim ama los frijoles... —Debido a la presión y miedo por ser descubierto, llevó una cucharada de dicho alimento a su boca, dándole un bocado realmente incómodo.

Dib lo miraba y sonreía con malicia, a la par, Gaz disfrutaba levemente del show, pues el alien de inmediato demostró su fuerte alergia a los alimentos humanos, hinchandose se tiró al piso prácticamente muriendo. Dib miraba atento, llamó la atención de los presentes en la cooperativa y se dispuso a hablar.

—¿Ven? Esta claro que él es un alienígena, solo miren cómo está —comentó con una sonrisa en el rostro.

El ambiente se puso tenso... Por un lado estaba la gente que defendía a Zim como un simple intolerante a dicho alimento, justificandolo como posible intolerante a la lactosa debido al queso sopero que había en la tostada, y por el otro, estaban los que ponían en duda las palabras de Dib, CASI al borde de creerle.

Como pudo, nuestro extranjero interplanetario se puso de pie, y huyó de la escena, probablemente de ahí en adelante las cosas estén jodidas, Dib era una muy molesta piedra en el camino de la que tarde o temprano se desharia, pero por el momento tenía como objetivo ganarse la confianza de sus compañeros de nuevo. Los días se siguieron yendo, y como si fuera por magia del cine, la gente se olvido de dicho suceso, pero Zim JAMÁS podrá olvidar eso, si Dib solo le parecía molesto, ese acontecimiento fue la detonante para declararlo su oficial enemigo.

Cambiando de tema, había otra cosa de esta bola de tierra que detestaba nuestra mosca invasora: la lluvia. Era nuevo en esto, ni siquiera sabía que caería agua del cielo o habrían inventos justo para defenderse de esta amenaza, obviamente el hecho de llover lo tomó por sorpresa.

Como si fuera un niño pequeño explorando los confines del mundo, miró la lluvia desde la puerta de la eskuela, no era una tormenta o similar, más bien, era una llovizna; sus ojitos reflejaban el asombro al ver como tal vital líquido era esparcido por el suelo, curioso, empezó a acercar su manito para corroborar que tipo de reacción tendría en él. Pero como en toda la jodida semana, el de gabardina empezó a molestarlo.

—¿Qué pasa Zim? ¿Acaso no llueve en tu planeta?

El invasor negó con la cabeza, y de inmediato cayó a un charco de agua cercano, pues el niño cabezón lo había empujado sin remordimiento alguno, impaciente por ver qué pasa. Ante el contacto con el agua, Zim sintió como su cuerpo empezó a arder, por lo que rápidamente se levantó y corrió ante algún sitio techado. Al notar la reacción tan interesante, Dib sacó una libreta y se puso a anotar todo aquello que observó, detrás de él, se acercaba Gaz con un paraguas.

—¿Qué haces? —preguntó la peli morada.

—Nada del otro mundo, solo anotó la reacción de Zim ante la lluvia

—¿A sí? ¿Qué tienes?

—Al parecer el agua le quema... O tiene una consecuencia alérgica en él.

—¿Algo así cómo la urticaria acuagénica?

—No uses términos que los lectores posiblemente no entiendan Gaz, pero sí, básicamente tiene eso.

A duras penas, Zim llegó a su casa, húmedo y con frío. Abrió la puerta con cierta dificultad, mientras su piel aún ardía debido a la humedad de sus prendas y el no cesar de la llovizna, entró y corrió hacia algún sitio donde pudiera cambiarse.

—¡SOBREVIVIR AQUI ESTA DIFÍSIL! ¡ESTOY ARTO GIR!

—Arto es es un sustantivo masculino que hace referencia a un tipo de arbusto amito.

—¿A sí? ¿Y désde cuando investigas Gir? De hecho se supone que estamos hablando y tú me diste la definición de lo que aquí esta escrito... —Zim se quedó callado por un par de segundos, dudando de su existencia mientras su piel aún ardía un poco, pero luego dejó de darle importancia —Como sea... ¡ESTOY HARTO!

—Amito, solo llevamos aquí menos de un mes, para ser exactos, 17 días, 9 horas y 31 minutos.

—ME DA IGUAL GIR —Ya habiendo cambiado su ropa y seco, fue a la sala, donde igual estaba Gir —Solo ya me quiero ir. Detesto este sitio, esta peluca perjudica mi audición —comentó mientras justamente se quitaba la peluca de su pelona cabeza —Y estos lentes me dan comezón —Igualmente retiró sus lentes de contacto.

Gir consoló a su amo con palabras dulces, sin sentido, pero amables, motivandolo para ser el mejor invasor de todos los tiempos. Zim agradeció el gesto con una caricia en la cabeza de su compañero robótico, y luego se fue a dar su respectivo informe a sus líderes, queriendo contarles cada descubrimiento como que los seres altos de esa especie pueden llegar a ser idiotas, o qué cosas son normales para los asquerosos sacos de carne pero a un irken promedio le estresaría o dañaría. Recalcar que a los Más Altos no le importaba esta de más.

Invasor Joto (¿ZaDr?) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora