four.

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Se despierta.

Con las sábanas envolviendo su aperlado cuerpo. Su respiración es rápida, agitada, se encuentra en un lugar con paredes blancas, muy blancas que molestan su vista e intenta cubrirse con el antebrazo.

¿Donde estaba?

Había un sonido que se repetía constantemente y le aturdia.

No recordaba nada más que estar en su trabajo y tener un horrible dolor de cabeza.

Sus piernas se sienten punzar con fuerza, como si... se hubiera roto un hueso.

Observa las sábanas... igual de blancas que esas molestas paredes.

Nota que su cuerpo está cubierto por alguna especie de bata reconocible, despierta su curiosidad y retira las sábanas de sus piernas.

En una de ellas se halla un yeso.

¿Por qué?

Su pecho sube y baja comenzando a paniquearse.

── ¿Qué—qué es ésto..? mi pi—pierna... ¡mi pierna! ── la desesperación se adueña del tono de su voz, se oye temerosa y entrecortada.

── ¡Hey! ── su rostro gira para ver quién exclama, encontrándose con un hombre, quién sostiene su rostro entre sus suaves y grandes manos. ── despertaste... escucha, todo está bien.

Su vista se vuelve borrosa, sin poder identificar bien al sujeto.

── Llamaré a los doctores. ── niega con brusquedad, quiere respuestas a sus preguntas. El dolor en su pierna no cesa y eso le enloquece más.

── ¿Po—por..? ¡¿Qué me—me pasó?! ¡¿Qué me pasó?!

── Cálmate, por favor. Respira un poco. ── quiso golpear al tipo, pero su cuerpo no reaccionaba. ── tuviste un accidente y... estuviste en coma más de tres meses. ── el hombre recarga su frente con la suya, mostrándose preocupado, pero por su tono de voz se encontraba con emoción.

Pero seguía sin entender.

── Por fin...

── ¿Qué—qué? ¿y los Doppe—Doppelgangers? ¿los ve—vecinos? ¡¿qué hay de ellos?! ¡mi—mi trabajo! ── toma el control de sus manos e intenta deshacerse del agarre en su rostro sin lograrlo.

── ¿De qué estás hablando..? no sé qué es un... Doppel-cosa. ── cuando el hombre toma distancia, pero sin dejar de sujetarle, su visión se recupera y allí ve el rostro.

── ¿Tú..? ── está con la boca abierta, ¿él había sido el causante de su accidente? porque, no se había creído ese cuento. No después de recordar vagamente como se comportaba absudarmente raro.

── Sí. ¿Ya empiezas a recordar?

Su cabeza da vueltas, cerrando una y otra vez sus párpados pesados.

── Hiciste que todos murieran. ¿Estás feliz?

── ¿Qué?

── Todos muertos. ── el hombre hace presión en su agarre, haciendo que una quejido se escapase de sus belfos. Y para su sorpresa, su rostro cambia repentinamente. Se veía como el maldito Doppelganger que se había hecho pasar por el excéntrico lechero de su edificio. 

Iba a orinarse encima del miedo.

Tenerlo enfrente y sin ninguna ventana que impida el contacto era demasiado horripilante.

── Y es tu turno de morir. 

De sus labios temblorosos no salió ni una palabra o alguna otra queja de dolor, solo su cuerpo pasmado e inmóvil en la cama médica, mientras observaba con terror como el Doppelganger abría de más su oscura boca y volvía a acercarse muy lentamente.

Sería su cena.

Y no podía hacer nada. 

Hizo lo que pudo.

Aunque, le hubiera gustado saber que quería Francis.

── ¡No, no!

Los gritos lo despiertan y hace que se siente con rapidez en la cama para encontrarse con un cuerpo ajeno a su lado.

Parecía que recién despertaba de una horrible pesadilla.

── ¿Qué sucede? ── le pregunta con suavidad, reposando una mano sobre el hombro desnudo y sudado.

── ¡No me toques! ── aquella persona se ve histérica, levantándose de la cama y cubriéndose el cuerpo con las frazadas. ── ¡querías matarme!

── ¿Yo?

── Im... impostor... los vecinos... ellos... ── suspira al escucharle, busca con rapidez su ropa interior y termina por ponérsela para levantarse y caminar con cautela hacia su pareja.

── Escucha... estás teniendo otro episodio.

── Yo—yo, no te acerques.

── Solo fue un sueño, y fue hace mucho cuando estuviste en coma... nada de eso pasó, nada existió. ¿Está bien?

── Sé lo qué vi... ¡no trates de engañarme! ── la persona toma distancia, recostando su espalda en la fría y lisa pared de la habitación, en guardia.

── Mira. ── el hombre de rostro cansino elevaba la mano derecha, señalando su dedo anular, donde se encontraba una particular joya. ── estamos casados hace siete años. y hace cuatro años tuviste un accidente.

── ¡Ya habías dicho eso! ¡lárgate o llamaré a la policía! ── refuta, protegiéndose con inútiles sábanas.

El hombre masajea el puente de su nariz. Normalmente estos episodios no ocurrían a menudo, pero últimamente su pareja se veía con estrés gracias al trabajo, deducía que era por eso. Porque con constancia estaba recordando la vez de su accidente y aquél sueño que le había dejado con más secuelas que el coma, lo recordaba cuando estaba en ese estado. Y lo sabía porque su pareja se lo comentaba y algunas bromas no faltaban.

Suspira por segunda vez y se sienta en la cama.

── Tú... nunca trabajaste en un edificio como reportero, los bichos esos no existen... nos conocimos en una cafetería.

── Estás mintiendo.

── Ven. ── se resiste ante la señal de mano que le hace. ── que vengas. ── su labio inferior es mordido debido a la insistencia del hombre, con lentitud se acerca al hombre. ── siéntate. ── palmea a un costado suyo.

Tan solo obedece.

── ¿Sabes quién soy?

── Francis... ¿no?

── Sí.

── Eres... lechero.

── Lo fuí. Dejé de serlo antes de conocerte.

Nota como de a poco logra mantener la calma y cordura. Comienza a recordar y recuperarse con tan sólo simples palabras. Ésto estaba siendo el pan de cada día, tan agotador, tan intenso. Pero estaba acostumbrado.

Le escucha hablar y disculparse por milésima vez lo que sucede todos los días, el mismo discurso, el mismo tono.

Sus ojos se sienten pesados y él lo único que puede pensar es en volver a dormir, pero a un lado de su pareja ya estable.

Francis Mosses era alguien excéntrico, pero su pareja lo era aún más.


Fin.

milk?⠀||⠀francis mosses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora