Frida.

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En mi pecho lloraba una chica de menudo cuerpo que cabía perfectamente entre mis brazos, con su largo cabello lacio cubriendo su rostro mientras lloraba desconsolada arrodillada al lado del cuerpo de su hermana. Yo tenía que fingir estar perturbado también y compartir su luto.

—Ashly… no era… tonta… ¿Qué fue lo que le pasó? —intentaba hablar entre sollozos descontrolados.

—La muerte de Valeria la afectó demasiado y perdió el control al recordarlo. Valeria… era algo que Ashly y yo teníamos mucho en común, y mi visita la sensibilizó. —hablé sumamente suave.

—Si… A-ashly y sus sentimientos tan descontrolados… pero siempre tan lindos…

«preciosos» pensé con ironía. Lo cual me hizo bufar una risa nasal.

—¿D-de qué te ríes? ¿De qué te estás acordando? —jadeaba casi sin voz entre su llanto, con una sonrisa esperanzada hecha mueca.

—Perdió el control al saber que el asesino había sido yo. —me tomé la libertad de sonreír de lado al hablar mientras reía pavoneado.

Frida se quedó congelada en su posición, procesando lo que acababa de escuchar. Analizó el cadáver de su hermana al borde del colapso y luego volteó lentamente a mirarme a mí; su mirada se llenó del más puro rencor y el odio más sincero al que la pena mezclada con el luto podían dar lugar al encontrar todo encajando.

—Hijo de-

—Si te vas a abalanzar a intentar hacerme algo, tu hermana murió por intentar hacer lo mismo. Así que quédate quieta. —No quise perder el tiempo. —Y mira, tú en cualquier momento te ibas a enterar de lo mismo que ella y darte cuenta de lo que acabo de revelarte. Ashly no es la primera y no tengo problema con que no sea la última. Te callas o te vas con ella, que sean diferentes no significa que seas menos lista.

—¡Bastardo de mier…! —intentó apresar mi cuello. Pero una esquina de cerámica se clavó entre su nuca y su cuello antes de que pudiera hacerlo.

—Los accidentes suceden. —hice a su cuerpo parecer que todo había sido algo natural.

«el shock hizo naturalmente desmayar a la señorita, sin embargo al caer al suelo, la cerámica se clavó en su cabeza de forma abrupta, por lo cual llegó sumamente profundo. El pedazo salió paulatinamente de su sitio hasta que fueron encontrados los cuerpos.»

Era tierno que se fueran juntas por causas tan parecidas siendo ellas tan diferentes.

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