IV - •°☆ Incierto ☆•°

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Narra Jezebel.

Luego de un extenso recorrido por el enorme palacio, la joven de baja estatura, cabellera rojiza qué destaca de su pulcra ropa blanco. Se presente como Amarha Di Napoli me condujo a la habitación donde pasaría estos días.

Me dejó en una habitación elegante, probablemente la más grande que he visto en mi vida. Antes de retirarse, Amarha me dijo las reglas y protocolos del lugar. Las cuales capten de inmediato.

Dystram recibió una habitación aparte, lo cual me asegura una buena noche de sueño. Después de un baño, me puse una prenda de dormir que encontré en la cama.

Con los ojos clavados en el blanco techo, esperando a que el sueño toque mi puerta, un vago recuerdo me invade. Siendo Killian el protagonista, su cálido aliento chocando en mi cuello, su voz y aquella cercanía que tanto extrañaba me hacían estremecer.

No tengo idea si estos pensamientos son buenos o malos, sabiendo nuestro incierto pasado, ni siquiera se si terminamos bien o mal. En cambio, lo que si se, es que hoy no lo vi, pero el palacio es tan basto que la posibilidad de no toparnos era válida.

Espero verlo mañana y discutir el plan. Hasta que no aguante más y mis pensamientos me llevaron al sueño.

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En un sueño, ojos destilan furia, espadas y lanzas se dirigen hacia mí, cicatrices, sangre y un dolor ardiente, gritos de dolor retumban en mi interior, un grito desgarrador.

Despierto con la respiración agitada y el corazón desbocado. Estos sueños a veces son una tortura, que me niegan querer despertar por el susto.

Amarha abre las puertas de mi habitación y trae ropa, aparentemente para mí.

__ Buenos días, señora Dykstra.

__ Solo Jezebel, por favor. __le corrijo, con una calida sonrisa.

__ Jezebel, su reunión con el rey está programada para las 10:00, me dieron órdenes de ayudarla con sus necesidades. __me indica a lo cual le dejo en claro mis capacidades para arreglarme por mi misma.

__ Pero el rey ordenó que se pusiera un vestido.

Miro los aparatosos vestido, de distintas tonalidades que a traído y de solo verlos se me revuelve el estómago.

__ No me importan las órdenes del rey, tengo mi propia ropa. Ahora necesito privacidad para arreglarme.

Con eso, ella se retiró, dándome espacio para prepararme.

Ya lista. Salgo de mi habitación encontrándome con Amarha. Otra vez. Al parecer sería mi sombra durante mi estadía aquí.

En otras circunstancia le pediría que se retire, pero ella solo cumplía su trabajo, siendo un títere más del rey.

En los pasillos me encuentro a Drystam, charlando con una chica rubia de vestido elegante y ostentoso de un fuerte color rosa que resalta de su pálida piel. No puedo negar que me sorprende la facilidad en la mi amigo habla con las personas.

Me acercó a ellos y Drystam me abraza por los hombros presentandome a su nueva amiga, Davina Caiazzo. La princesa.

__ Hola, Princesa Davina Caiazzo. __ se presenta.

__ Su majestad, Jezebel Dykstra. __ hago lo mismo, pero en este caso con una reverencia.

__ No, nada de eso, los amigos de Drystam también son mis amigos.

La chica era realmente simpática y hermosa con una larga cabellera rubia recogida en un gran peinado extravagante al igual que su vestido y unos ojos azules almendrados que resaltaban su mirada.

La plática transcurre con mucha naturalidad, hasta que la presencia de Killian nos interrumpe, depósito un beso en la mejilla de la chica. Retiro el brazo de Drystam algo incomoda por la situación. Luego de presentarse como su prometido y comandante de seguridad. Se despidió con bastante formalidad y se fue, no sin antes dirigirme una mirada llena de anhelo.

No puedo hacer esto, mirar a Killian con tanto deseo y saber que está comprometido. Qué esta prohibido.  Sabiendo nuestro incierto pasado y con ganas de saber nuestro presente.

__ Wow, no puedo creerlo. Killian no suele mostrar cariño. Debe estar muy feliz.

La voz de la princesa era de puro asombro, pero no le doy mucha importancia a sus palabras. Estaba tan enfrascada en mis pensamientos, que ni cuenta me di cuando llegamos al comedor, a desayunar.

Este era un magnifico salón como todos, en cambio, estaba lleno de largas mesas rectangulares y numerosas sillas, todas ellas vacías, todo este lujo y comodidad, siendo desaprovechado, salvo por Drystam y por mi.

__ Te diré algo raro. __ dice mi compañero.

__ Siempre dices cosas raras.

__ Jezebel, se que soy único pero no exageres. __ dijo orgulloso, tomando una pausa para masticar un trozo de pan __ No siento deseo por la princesa.

__ Y... ¿eso es malo? __ cuestionó confundida.

__ No lo sé, la veo como una hermana. Nada más, no quiero tocarla ni nada. __ su respuesta me causa un poco de gracia, ya que su voz se escucha muy preocupada.

__ Me alegro tanto por ti, Drystam. Tal vez sea tu hermana perdida.

__ Ja, Ja. Muy graciosa. __ respondió con ironía.

Consulto la hora en mi sobrio reloj de madera, ya casi se aproxima, nos aprpesuramos, llegando a la reunión justo a tiempo.

La reunión tiene lugar en una sala con una gran mesa y muchos mapas. El rey nos mira con escepticismo. Nos sentamos, dando inicio a la reunión.

__ Los Keshima son una plaga, unos ladrones, carroñeros, son creación del demonio y deben ser aniquilados.  -expresa su disgusto hacia los Keshima- ¿Y usted qué piensa? -me mira expectante-

Pienso que los Keshima han sido torturados, maltratados, solo porque el rey no puede aceptar seres más poderosos que él.

__ Siempre actúa como si todo girara a su alrededor, nunca muestra interés genuino. Solo quieren más poder sin pensar en los demás, pero confío en que un día pagarán por todo eso. __expreso enojada.

Lo que no sabe, es que detrás de mis palabras, no defino a los Keshima, sino a él.

__ Compartimos la misma visión, señorita Dykstra. Solo hace falta que mate a un Magike por mi y tendrá el trabajo. ☆•°

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Ecos mágicos de amor [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora