Capítulo IV

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Yuta estaba en problemas, de hecho, habían salido de la zona de Toshiro, pero no habían entrado a la zona Fénix, y eso lo ponía en un dilema, porque no sabía si debería solo ir ahí y sacar a la chica del lugar con la excusa de que no podía tocarlo por ser zona neutral.

O también pueden pasarse eso por el trasero y meterte diez balas en la cabeza, Yuta.

El lugar en el que estaba era un barrio bastante cercano a la línea donde la zona fénix comenzaba, o terminaba, un barrio bastante pacifico, lo suficiente como para no meterse en problemas y no ser muy visto por ninguna de las dos bandas más peligrosas de Japón.

— Ah, debería decirle a Taeyong que tome este barrio, sería más fácil. — El cobrizo suspiro, mirando el edificio en el que el grupo entero había desaparecido, sabía que la chica no tenia que salir lastimada bajo su protección, pero también sabia que entrar ahí solo seria como suicidio. — Bueno, observemos el área.

Y así fue como Yuta salio del auto para poder analizar cada detalle de ese pequeño barrio colorido, usando su mascarilla negra, su chaqueta ahora era una negra, siempre dejando de lado la del fénix, uno de los pedidos de Suzuki era que no quería que nadie supiera que tenia conexión con los fénix.

No sería bueno para su reputación de todas formas.

***

— Ya deja de llorar, por favor, ni siquiera te he tocado. — Mei apretó sus labios, sus manos esposadas a esa silla solo la hacia sentir más indefensa, y aunque odiaba esa sensación, no era como qué pudiera salir de ahí de todos modos.

Ella sólita se había metido en ese problema y ahora no habia forma de salir del mismo sin terminar muerta en el proceso.

— To.. Toshiro... — Esta llamó, sus dedos incluso se estaban poniendo morados debido a la flata de circulación en estos.

— No, no, cállate. — Este ordenó, dejando el cigarrillo de su boca para ponerlo en el cenicero, en la habitación solo estaban ellos, y la chica estaba en ropa interior, indefensa a cualquier golpe o herida que quisiera dejarle en su piel esta vez.

El hombre se puso de cuclillas frente a ella, tocando sus suaves y temblorosas piernas, acariciandolas como si fueran un suave peluche que el poseía. Este miro los tatuajes en sus brazos que estaban cerca de su rostro, lo que lo hizo sonreir. — ¿Qué tatuaje te harás ahora? ¿Uhm?

— Por favor, haré lo que quieras, pero no hoy, por favor... — El chico sonrió, sabiendo que esa súplica era sincera, amaba tenerla de esa manera, sentirla tan sumisa ante él.

Era la muñeca perfecta para un jefe como él.

— ¿Lo que quiera? — La chica asintió sin pensarlo, no queriendo sentir el dolor de una quemadura esa noche. — Bien, bella... — Este asintió con ojos inocentes, acariciando su blanco rostro con sus rasposas manos. — Dime quien era ese chico, ¿sí?

Maldición, no él...

— No lo sé... Él apareció de la nada. — La chica dijo con rapidez, el chico no le creyó, claro que no, odiaba no tener conocimiento de algo, pero sabía que no iba a sacarle las palabras por las buenas, así que no tenia otra alternativa.

— Bien, no me lo dirás por las buenas. — Este se levantó, suspirando, su chaqueta desapareció de su cuerpo en cuestión de segundos, sus manos bajaron a su cinturón, haciendo a la chica tragar duro porque sabía lo que eso significaba. — Entonces usa esa boquita para otra cosa, ¿bien?

𝗚𝗔𝗡𝗚𝗦𝗧𝗘𝗥; ᴺᵃ ᵞᵘᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora